Bueno, quería vengarme de mi ex amiga y quería ayudar a Roberto con sus problemas con Don Marco, ¿No?. Quizás esté era el destino dándome la oportunidad de hacer ambas cosas de un tiro y apenas esa idea se formó en mi mente, las palabras salieron de mi boca de forma automática. — Quiero entrar. — Afirmé emocionada. — ¿Qué?. — Cuestionó Roberto. — ¡Sí! ¡Sé que puedo hacerlo! Seguro que no han intentado colar a una mujer allí, puedo infiltrarme. — Todos abrieron los ojos como platos, entendiendo al fin, lo que quise decir en un principio. — Estás loca. — Rechisto Roberto. — ¡Claro que no lo hemos intentado! Mayra, en la mafia, las mujeres no significan nada, son un adorno más en la decoración. ¿Qué caso tendría?. — Sí, pero un adorno que cargan para lucir en todos lados. — Me volteé hac