Evie pensó que definitivamente Ben era un hombre atractivo, lo analizó detenidamente y no parecía ser alguien de muchas palabras pues su gesto era intimidante, aunque eso no suponía ningún obstáculo, puesto que no estaba interesada en entablar gran conversación con él.
—¿Y entonces, cual es el tuyo? — Cuestionó él luego de dar un trago a su cerveza, esperando a que Evangeline le dijera su nombre. Ella imitó el movimiento y con calma sorbió de la lata, estaba nerviosa por la situación, más no tanto por el hombre con quién se encontraba.
—Llámame Evie— tras escuchar su respuesta Ben regresó su mirada a la lata que estaba bebiendo, dio un sorbo y después de algunos segundos dio otro más, el ambiente estaba un poco tenso, sin embargo, no lo suficiente para que ambos desistieran de su objetivo.
Ben la guio hasta la sala, está se conformaba de dos sofás color beige, eran grandes y elegantes decorados con suaves cojines, en el centro había una pequeña mesa de cristal templado que utilizaron para colocar más latas de cerveza y algunos aperitivos para después tomar asiento uno al lado del otro.
—Y bien Evie ¿Que te trae a las Vegas? — Cuestionó Ben mientras tomaba una nueva lata de cerveza y la abría para entregársela a Evie y luego tomaba una más para proceder a beberla, se recargó con elegancia en el respaldo del sofá mientras miraba fijamente a su invitada.
—Un mal de amores— respondió ella encogiéndose de hombros, Ben no preguntó más, pues para él su respuesta era suficiente para entender el proceder de ella, pues Evie no parecía ser del tipo de mujer que buscará hombres de una sola noche.
—¿Y tú, que es lo que haces aquí? — Cuestionó ella bebiendo de la lata que recién le había entregado.
—Estoy aquí por negocios, no me quedaré por mucho tiempo— Evie pensó que Ben debía ser una especie de empresario, pues se alojaba en un departamento y no en un hotel, así que tampoco realizó otra pregunta al respecto. Aunque eran un par de desconocidos el ambiente no era tenso, habían bebido la suficiente cantidad de cerveza y sus silencios no necesitaban ser llenados con conversaciones banales, Ben dejó la última lata de cerveza vacía sobre la mesa y se acercó cautelosamente a ella, se tomó algunos segundos para analizarla, pensó que era una mujer muy bella, su vestido se había levantado ligeramente cuando esta colocó una pierna sobre la otra mostrando aún más la piel de sus muslos. Él tampoco era el tipo de hombre que se enredará con cualquier mujer, no obstante está vez había accedido a llevarla a su departamento y en ese momento la tenía ahí, sentada junto a él, ninguno tenía mayor información del otro, pero eso no era de mayor importancia en ese momento; probablemente después de esa noche no volverían a verse, se acercó a ella, sujetó su barbilla apoyando un brazo en respaldo del sillón y sin detenerse a investigar más sobre la mujer que conoció hace unas horas en una discoteca, se apoderó de sus labios; Evie en seguida reaccionó a aquel toque, su pecho subía y bajaba a causa de una respiración acelerada, con una mano se aferró al brazo de Ben y con la otra seguía sosteniendo la lata fría que momentos antes estaba bebiendo, con la delgada tela de su camisa podía percibir de mejor manera su musculatura, no obstante se concentró en sus labios, el beso era profundo aunque no apresurado, tenían toda la noche y ambos se estaban tomando su tiempo, con cuidado Evie depósito su lata casi vacía sobre la mesa y llevó su mano a la nuca de Ben quien se estremeció por algunos breves segundos por el frío de sus dedos.
Sin separar sus labios de los de ella, Ben comenzó a inclinarla hasta que su cabeza descansó sobre el brazo del sofá y comenzó a recorrer su cuerpo con sus manos.
Con movimientos sensuales se retiró uno a uno los botones de la camisa, lentamente se deshizo de ella arrojándola en alguna parte de la sala, colocó sus manos en ambos muslos de Evie y con gentileza fue subiendo la tela de su vestido hasta pasarlo por completo sobre su cabeza.
Evie recorrió con su palma el abdomen desnudo y bien trabajado de Ben hasta depositar la mano sobre su pecho, este a su vez contempló el bien tonificado cuerpo de Evie y deleitó por unos segundos el lunar que adornaba su seno izquierdo, llevaba un corpiño que realzaba sus pechos y de forma sexy solo cubría la mitad de ellos, en la parte baja llevaba unas pequeñas bragas de encaje que combinaban perfecto con su corpiño color n***o.
Con una rodilla recargada entre sus piernas, comenzó a deshacerse del pantalón y tomando un pequeño control bajó la luz de las lámparas que hasta hace un momento alumbraban todo el lugar, se retiró sus calzoncillos dejando ver al fin el enorme bulto que se marcaba hace un momento en sus pantalones, tomó un preservativo de un pequeño buró que se encontraba aún costado y sonrió cuando Evie se estremeció con el sonido de la envoltura siendo rasgada por sus dientes. Ben se posicionó entre sus piernas y de un tirón retiro sus bragas dejando su intimidad expuesta, colocó su mano con las venas completamente exaltadas sobre el abdomen bajo de Evie y subió hasta llegar al broche que sujetaba su corpiño por la parte de enfrente, liberando así sus senos y admirando por completo sus pezones color durazno, luego de deleitar su vista comenzó con el tan esperado acto, se hundió en su interior en repetidas ocasiones, mientras ella se sujetaba ferozmente de sus hombros y apoyaba una pierna sobre el respaldo del sofá, sus miradas estaban dilatadas, su respiración sonaba entre cortada y sus labios se hinchaban y enrojecían por el avasallante duelo entre ambos, sus cuerpos cubiertos por el sudor se unían en una danza que desbordaba lascivia y aumentaba cada vez más su libido hasta el punto en que Evie soltó aquella carga de placer acumulado y arqueaba su espalda por la exquisita sensación que expulsaba de su cuerpo. Ben la tomó en sus brazos y esta vez la llevó hasta su alcoba, esta era grande, al igual que toda la casa las paredes eran oscuras y se armonizaba con los azulejos blancos, contaba con enormes ventanales que gracias al polarizado no necesitaban de cortinas, siendo alumbrada únicamente por la luz de la luna y de la ciudad que parecía no dormir nunca.
Ahí en medio de la noche, en las Vegas y de acuerdo con cómo lo había planeado, Evie recibía las embestidas de un hombre al que no conocía, sus cuerpos sobre el colchón se alumbraban con sutileza por la luz que ingresaba desde el ventanal, ambos se contemplaban al instante en que se unían y disfrutaban de un placer suculento...
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A la mañana siguiente sin que el sol se colocara aún en su punto más alto, Evie despertó comprobando que lo anterior no había sido solo un agradable sueño, se levantó sigilosamente mientras el hombre con quién había compartido la noche descansaba boca abajo sobre el colchón con apenas una sábana cubriendo su trasero.
Evie tomó una por una todas sus prendas y comenzó a vestirse, sacó de su bolso un pequeño block de “post it” y con su bolígrafo escribió una nota «¡Gracias! fue increíble». La dejó sobre el buró a un costado del hombre que descansaba después de una noche candente y con los tacones en mano, salió del lugar sin despedirse, pensando que jamás volvería a ver a aquel sujeto.