Ambos dirigieron sus miradas en la dirección de la voz grave que habían escuchado, para saber quién era el hombre que osaba interrumpir aquella discusión.
Evie pasó saliva al encontrarse con el rostro de un hombre sumamente atractivo, sus cabellos cortos eran de un rubio oscuro peinado sutilmente, llevaba un traje que seguramente costaba más que su sueldo de todo el mes y lo volvía aún más interesante aquel gesto frío.
El hombre que debía medir más del metro ochenta se paró de frente al sujeto retirando con brusquedad su mano del brazo de Evie.
—¿Por qué te entrometes? —cuestionó el ebrio, enervado tratando de soltarse de su agarre.
—Porque ella viene conmigo, soy su novio —afirmó el hombre con un gesto serio y esperó a que el ebrio se marchara lejos de ella con sus movimientos torpes y pasos apresurados.
Cuando aquel molesto sujeto se alejó de ellos, el hombre apuesto se acercó a la barra y pidió un wiskhey, su gesto era frío, su forma de vestir y el costoso Rolex que portaba en su mano izquierda señalaban que era un hombre adinerado.
—Gracias —soltó Evie, pero el sujeto solo le dio una mirada despectiva y no mencionó ni una palabra, aflojó un poco su corbata color n***o y se acomodó en el banco de metal que se encontraba aún lado.
—Déjame pagar tu bebida —pidió ella como agradecimiento echando atrás su cabello, pensando que era lo menos que podía hacer por el hombre que acababa de impedir que un ebrio cualquiera la hiciera pasar una escena vergonzosa al intentar obligarla.
—Puedo pagar yo mismo mi bebida —respondió él—. No deberías de ser tan amable con los desconocidos —aconsejó tomando el vaso de cristal que el barista había colocado frente a él, lo meneó un poco y bebió el licor que reposaba en su interior.
—Cóbrate —extendió Evie unos billetes a la mujer que atendía la caja sin importarle que aquel hombre se hubiese negado, pensó que era bastante engreído y como no serlo, tenía una nariz bien perfilada y una barba muy bien recortada, sus ojos eran de un azul profundo y ese gesto prepotente lo hacían ver sumamente apuesto, todo él, exhalaba elegancia y seguridad.
—Si quieres pagarme acompáñame a cenar, este lugar es muy ruidoso —indicó el hombre, haciendo un gesto de fastidio por el volumen tan alto de la música, colocó su mano encima de los billetes que Evie había depositado sobre la plancha de madera y los arrastro hacia ella por la misma barra, terminó lo que había en el vaso, se levantó de su asiento y esperó que ella le diera una respuesta.
Evie hizo lo que Anna le había indicado, lo detalló con la mirada y pensó que el tipo no parecía ser ningún asesino serial o algo por el estilo y si lo era, era uno demasiado apuesto, tomó su dinero y lo guardo dentro de su bolso, dio un vistazo a la pista de baile buscando a su amiga, sin embargo el lugar estaba a tope, la gran multitud de gente bailando sumado a las luces de colores que prendían y apagaban al ritmo de la música le impedían encontrarla, lo pensó por algunos segundos y tomó una decisión.
—Si no eres ninguna clase de psicópata creo que voy a besarte —avisó con un gesto serio, el hombre situado a su lado era un tipo bastante guapo y ella necesitaba tanto ese contacto físico con alguien que tomó valor y levantándose de puntillas le plantó un beso en los labios.
El lugar estaba repleto de gente, las luces que golpeaban sin parar los rostros desconocidos de aquella noche hacían lucir el sitio como un ambiente de espectros que esperaban a la media noche para deambular por la ciudad, la música era probablemente la más exitosa del momento, sin embargo, la mala ecualización del DJ no permitía encontrar el ritmo.
Él la miró por escasos segundos.
Ella ignoró cualquier distracción a su alrededor en ese ambiente lleno de éxtasis y como si todo estuviese en silencio y como si fuera el último deseo por cumplir, lo besó; él hombre no se movió de su lugar, aunque estaba claro que no esperaba que ella hiciera eso, pues su primera expresión fue de asombro, no parecía estar disgustado por aquella acción, no se alejó, se quedó en su sitio y comenzó a mover sus labios a un ritmo acompasado, correspondiendo así aquel beso.
Sujetó con una mano la cintura de Evie y luego hincó los dedos en la delgada tela de su vestido, llevó la otra mano a su nuca y la instalo entre sus cabellos; por su parte Evie rodeo su cuello con sus manos, entre abrió los labios probando su cálido aliento y pegándose aún más a su cuerpo profundizó el beso, el aroma de su colonia era agradable, su aliento sabía al licor que recién había consumido, Evie llevó su mano izquierda a uno de sus brazos y sintió la firmeza de sus músculos aún por encima de la tela, sus labios se unieron por algunos minutos, minutos en los cuales pensó que él era el hombre con quién quería pasar la noche.
Cuando Evie sintió que le faltaba el aliento separó sus labios de los de aquel hombre, abrió lentamente los ojos y después lo contempló por algunos segundos.
—O podemos ir a un lugar más privado —sugirió con una mirada decidida y con una voz seductora, no se apartó de él, su mano aún estaba rodeando su cuello y la otra seguía firme sobre su brazo.
Él parecía analizarlo, giró la cabeza como en busca de algo o de alguien y cuando regresó la mirada a Evie asintió.
—Vamos —respondió el hombre sin dudarlo, se soltó del agarre de ella y sacó de su bolsillo su cartera para pagar el consumo de ambos; Evie se colocó en el hombro la correa de su pequeño bolso, sacó su celular y envió a su amiga un mensaje:
“No me esperes” decía el texto, guardó su móvil y avanzó con aquel desconocido quien le sujetó la mano para desplazarse entre la gran multitud, una vez que llegaron hasta la entrada del club, el hombre pidió al ballet parking que le llevara su auto, era un Mustang color n***o, abrió la puerta del copiloto y Evie subió sin dudarlo, avanzó con elegancia hasta el asiento del piloto y
condujo hasta llegar a un edificio.
Este tenía hermosos ventanales polarizados y una fuente situada en la entrada, subieron por el ascensor hasta llegar al sexto piso, el hombre del gesto serio ingresó la llave en la puerta y la abrió cediendo el paso para que Evie entrara, esta no lo pensó ni un segundo y se adentró en el departamento.
El sitio era un lugar frio, las paredes eran de un azul oscuro y el piso tenía azulejos blancos, los muebles eran escasos, pero daban al lugar un aspecto elegante, él depositó las llaves sobre una pequeña charola en una mesilla a un costado de la puerta.
—¿Te sirvo algo de beber? —cuestionó el hombre retirándose su chaqueta mientras Evie tragaba grueso y examinaba el lugar, estaba nerviosa, jamás había hecho algo parecido, sin embargo, estaba decidida a no retirarse del lugar sin haber tenido sexo con aquel hombre.
—Lo que tú bebas estará bien —carraspeó tratando de sonar serena; el hombre avanzó hasta la cocina y del refrigerador tomó dos latas de cerveza, caminó hasta ella y le extendió una junto con una servilleta, Evie pensó que le ofrecería cualquier tipo de bebida, pero jamás imaginó que ese hombre elegante, era del tipo que bebía cerveza; enseguida ignoró sus tontos pensamientos y agradeció por la bebida.
—¿Cuál es tu nombre? —cuestionó ella, si iba a pasar la noche en el departamento de un extraño, quería recordar que este tenía un nombre.
—Puedes llamarme Ben —respondió él, después de detallarla con la mirada y ladeando una sonrisa.