La mansión Seldwyn era más que una casa, el número de muertos acumulados desde su construcción llegaba a los tres dígitos y ninguna muerte fue tranquila.
Siglos atrás aquella mansión fue un gran castillo, poseído por el tirano más grande que la historia hubiera conocido, con un portón en el que se leía el nombre de la familia y las estatuas de dos lobos gigantes.
Los años pasaron y el castillo se fue deteriorando hasta el punto en el que tuvo que ser reconstruido por completo, y nuevamente, la casa que debió ser destruida, no renovada, estaba vacía y silenciosa.
– Tenía que ser noviembre – pensó Alexa al ver la fachada de la casa, se reportó enferma en la universidad, llamó a su familia y a sus amigas para no preocuparlas y ahí estaba, de vuelta en la casa Linwood para buscar a un fanta
