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Campanas de Invierno

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Blurb

- Los dioses de Verium existen, lo sé, porque soy uno de ellos.

En un día normal Alexa pensaría que esta frente a un bromista, un actor de teatro o un paciente que escapó del sanatorio, pero ese no era un día normal y después de meses atrapada en una guerra entre dioses, demonios e inmortales, respondió con sarcasmo - ¿en serio?, ¡cuál de todos!

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Dioses de Verium (1)
Todo comenzó una noche en el segundo piso de un bar con el ruido de la música, el destello de las luces parpadeantes y la mirada de aquel hombre de cabello largo con la camisa a medio abotonar, un tatuaje en el brazo y un aura tan enigmática que era imposible ignorarlo – ¿gustas? – preguntó sosteniendo un vaso e incluso su voz grave fue perfecta. Antes de mudarse, el padre de Alexa le dio tres consejos. Los hombres que trabajan en oficina, saben atar una corbata. Los hombres que fuman, tienen cigarrillos y encendedores. Y los hombres que invitan tragos, son los que menos beben. Aun así, tomó el vaso de cerveza y lo sostuvo con ambas manos – gracias. El hombre desconocido le sonrió, acomodó su cabello, la vio girar la mirada hacia la pista y se recargó en el barandal, el movimiento provocó que sus dedos chocaran con el codo de Alexa y rozaran su brazo – lo siento – dijo enseguida, pero no fue un accidente, sino un truco diseñado para dejar una impresión sensorial y funcionó, Alexa se sintió abrumada y por la distracción casi llevó el vaso a sus labios, antes de recordar que no era seguro beber bebidas abiertas en un bar – me llamo Logan. Alexa llevaba varios minutos mirándolo y él eligió el momento más alto de la música para presentarse – lo siento, no te escuché. De nuevo, no fue un accidente, Logan se agachó para estar cerca del oído de Alexa y susurrar – me llamo Logan – volvió a presentarse y le mordió ligeramente la oreja. Solo así, un gesto tan íntimo de un hombre atractivo que apareció súbitamente en su vida, era como si fueran amigos o conocidos de toda la vida encontrándose en un bar y tras temblar un poco, ella dijo – soy Alexa – preguntándose cómo sería salir con alguien como él. Logan la escuchó y señaló su oído acercándose para que ella repitiera su nombre, Alexa lo pensó un poco, se estiró separando los labios y Logan giró para robarle un beso que se volvió profundo casi de inmediato. Después de ese encuentro Alexa fue a casa, días después en la universidad descubrió que Logan era un estudiante de ingeniería, durante los dos primeros meses se encontraron muy poco, en el tercer mes logró verlo y él le pidió su número de celular. Las conversaciones empezaron, textos íntimos, algunos tan atrevidos que Alexa tuvo que cambiar su código de desbloqueo para que nadie más los leyera, Logan era agresivo, ella extendía su mano y él la tomaba del codo para besarla. Era tan abrumador, que nada más existía. Seis meses después la relación se volvió íntima y Alexa se sentía en una nube, por desgracia, aún era muy pronto para llamarse “novia”, y Logan tenía varios problemas familiares, su relación debía mantenerse oculta, por eso Alexa renunció a las citas y se quedó con los mensajes y los encuentros en hoteles. A los nueve meses le dio una copia de su llave, fue un acto simbólico, Logan ya no tenía que tocar la puerta o esperar, bastaba con usar su llave, abrir y entrar al pequeño departamento, era como estar casados, o fue así por dos meses, más tarde y repentinamente, Logan dejó de visitarla, los mensajes se redujeron y Alexa no pudo verlo, la ansiedad y la sensación de desconfianza crecían día a día y las clases se volvieron difíciles. No podía concentrarse o pensar, era como si alguien hubiera freído su cerebro y borrado todo para que quedara únicamente el nombre de Logan. Doce meses después de su primer encuentro Alexa se atrevió a ir al edificio de ingeniería para buscarlo, vio rostros indistintos, caminó a ciegas y cuando finalmente lo encontró. Logan tenía otra mujer a su lado. Era tan común en él, como las olas que golpeaban la playa, Logan tenía novias de tres meses, todos en el departamento de ingeniería lo sabían y Alexa contó el tiempo, si medía su relación desde la primera vez que durmieron juntos, eran cinco meses, apenas un poco más que sus otras novias, pero era suficiente. Lo esperó afuera de la cafetería y lo escuchó hablando por teléfono. – También te quiero, reservaré un lugar especial – lo vio sonreír y cambiar su expresión al verla – oye, te llamo más tarde, tengo que volver a clases. Alexa tenía una bolsa de correa a la que se aferraba como una tabla de supervivencia – te estaba buscando, no contestas mis llamadas, ignoras mis mensajes y pensé que te había pasado algo. – Oye, hazme un favor y entiéndelo rápido porque no tengo tiempo para esto – dijo Logan haciéndola sentir miserable. – ¿Por qué? – preguntó Alexa con una lágrima bajando por su mejilla – tus compañeros me dijeron que nunca sales más de tres meses con la misma persona y estuvimos juntos casi seis meses, sí no es porque soy especial, entonces, no entiendo. Logan la detuvo sujetando su barbilla – estuve contigo más tiempo porque era conveniente, me disté la llave de tu casa y pensé, ¡es más barato que un hotel! Las manos de Alexa empujaron con fuerza y el vaso de cerveza cayó al suelo, Logan retrocedió al ver que sus zapatos se habían empapado y la miró con enfado, estaban de vuelta al inicio, en el segundo piso del bar con la música alta y las luces parpadeantes – oye – dijo Logan – ¿qué pasa contigo?, ¿necesitas medicación o algo? Alexa se sintió mareada, miró sus manos, no llevaba el anillo que Logan le compró, ni la bolsa con correa y esos sentimientos de amor y deseo no estaban, lo que sentía era una profunda rabia. – ¡Alexa! – Aléjate de mí, hijo de perra – lo insultó y bajó los escalones del segundo piso buscando la salida de emergencia. Su compañera Cristina la vio corriendo – Alexa, estamos aquí – la llamó. No se detuvo y salió a la calle para respirar aire que no estuviera viciado, había una pregunta que no podía responder, en un año, ¿qué más sucedió?, sus padres, sus amigas, las clases, el clima o las noticias, nada, estaba en blanco, la visión que llegó a raudales y se transmitió en su mente como una película consistió en su relación con Logan y dejó fuera todo lo demás. Pero, ¿de dónde vino? – ¡Drogas! – susurró en mitad de la calle y el pensamiento fue horrible, entró a una tienda para comprar agua – ¿dónde está el baño? El vendedor la miró – hay un consumo mínimo… Alexa tomó una caja de chicles, un paquete de galletas y se apresuró al baño para enjuagarse la boca, lavarse la cara y mirar el espejo, fue muy cuidadosa, no bebió, no compro paletas o pastillas sospechosas y estuvo muy poco tiempo en el bar, además, si la hubieran drogado estaría mareada, desorientada o cualquiera de las cosas que aparecían en las campañas de prevención y seguridad. No se sentía diferente y lentamente tocó sus labios. A los cinco años le dio un beso a un niño, ella no lo recordaba, pero todos en su familia hablaban sobre ello, a los quince dio un beso en una ronda de castigos y a los diecisiete dio un beso de despedida, pensado descriptivamente esa noche fue la primera vez que tuvo un intercambio de fluidos con otra persona. La caja de chicles fue abierta, Alexa masticó rápidamente, volvió a la calle afuera del bar, miró a los otros estudiantes y se acercó a uno que estaba en la acera llamando a un taxi – disculpa – le habló al ver que él terminaba la llamada – ¿puedo besarte? Alexa aún podía sentir el sabor a menta en sus labios, se estiró dejando que aquel hombre tocara su espalda y cerró los ojos, después de ese beso arrebatado los dos fueron a un hotel y pasaron las siguientes dos horas en esa habitación de paredes color beige. No hubo más visiones, solo ese momento fugaz y Alexa abrió los ojos para apartar al extraño al que había besado. – Muy cerca de aquí hay un lugar a dónde podemos… – Gracias – lo interrumpió conociendo el final de esa invitación – que pases una buena noche – se alejó corriendo. La primera visión duró doce meses, la segunda dos horas, ambas excluyeron todo lo demás y se sintieron tan reales, que Alexa aún podía recordar el aroma de los cigarrillos que Logan siempre fumaba y la presión en su espalda porque una hora atrás, se golpeó contra la pared, al menos en su visión. – No está pasando – se dijo a sí misma y buscó un taxi para volver a casa. Con las manos presionó su cabeza, la primera visión se sintió familiar, dejar el bar, encontrar a Logan a los tres días, verlo esporádicamente y esperar seis meses para dormir juntos, imaginó que así sería su vida si tenía una relación. Enamorarse como una tonta y entregarlo todo, definitivamente sonaba como ella. La segunda visión por otro lado, fue anormal, ir a un hotel con un completo extraño al que besó en la calle, ella no era de esa forma y al verse en esa visión no se sintió inexperta, al contrario, era como si esa mujer que fue al hotel no fuera ella, sino la Alexa que salió por un año con Logan y estaba desesperada por vengarse. Durante un año viajó cuatro horas en autobús para ir de su casa a la universidad y volver, ese año finalmente sus padres aceptaron que se mudara a diez minutos de su universidad y, ¿qué hizo?, salir con un idiota, darle la llave de su departamento, ser engañada y tener sexo de venganza – ¿me siento tan sola? – se preguntó a sí misma para poder entender a esa mujer que la miraba desde sus visiones. Tomó su celular y empezó a escribir. El primer resultado era sobre poderes psíquicos, la telepatía no aplicaba, la clarividencia no mencionaba besos, la psicometría conocía el pasado, no el futuro y la proyección astral era un tema diferente. Los dos poderes que encajaban con su experiencia eran Profecía y Premonición, ambas mencionaban el conocimiento del futuro a través del tacto, no del gusto. Durante varios minutos siguió escribiendo diferentes palabras clave, hasta que el taxista le dijo que habían llegado y ella buscó su cartera para pagarle, corrió hacia el edificio de apartamentos donde vivía, subió los escalones de prisa, abrió la puerta evitando pensar en la llave que le dio a Logan, encendió su computadora y siguió buscando. Sobre la premonición encontró un video muy popular y le dio clic sin pensarlo. – Premonición – anunció el locutor – supongamos que salen de casa, tocan la puerta y zas, ¡una visión de ustedes en la calle con una sombrilla!, entonces toman la sombrilla y convierten ese futuro en una realidad, excepto que ese no era su futuro, su verdadero futuro era ustedes mojándose bajo la lluvia porque las premoniciones no son naturales, no deben confiar en ellas, ahora, piensen en esto, imaginen que conocen a una persona, toman su mano y zas, ven a esa persona apuñalándolos, bam, bam, bam, bam, cuatro puñaladas, ¿qué harían?, ¡salir corriendo!, si la persona es una mujer decir, ¡esta perra está loca!, si es un hombre, ¡es un psicópata, llamen a la policía!, esto es lo normal, excepto que esa persona no los apuñalo, sus visiones no son la realidad, no son lo que pasó, pero ya alteraron su percepción, porque esa persona pudo ser su socio de negocios o su pareja, y ustedes van a huir por culpa de una imagen que alguien más puso en sus cabecitas manipulables. Alexa pausó el video, no podía creerlo, ese hombre tenía razón, si ella no hubiera tenido esa visión, no se habría alejado de Logan. Presionó la barra espaciadora para que el locutor siguiera hablando. – Y se preguntarán, ¿quién es?, ¿quién ha puesto esas imágenes en mi cabecita manipulable?, no lo sé, solo soy un creador de contenido, pero ustedes, los siento como mis hermanos y se los diré, ¡extraterrestres! Y Alexa cerró la pestaña, debió estar loca por darle crédito a un video popular, presionó su frente y cambió las palabras clave. Un resultado llamó su atención, ¡el ojo del Destino! de la mitología de Verium, Alexa movió el mouse y siguió el enlace. La pantalla se volvió oscura y de improviso apareció la imagen de una mujer de espaldas que corría por el bosque, al terminar de cargar la página aparecieron letras blancas – en el jardín de Primavera nos conocimos, y siguiendo las luces de Verano nos perdimos, bajo las campanas de Invierno caminamos, y al separarnos clamo, con esperanza y añoro, que volvamos a vernos en el jardín de Otoño – leyó, y en la oscuridad de la pantalla notó la silueta de un hombre mirándola. Rápidamente volteó hacía atrás, su corazón latía tan fuerte, que sintió que se saldría de su pecho, estaba sola, la luz de su departamento seguía apagada, por la ventana se veían las luces de la ciudad y se escuchaban las bocinas de los coches. El reflejo ya no estaba, solo el poema y un listado de mitos y dioses de Verium – ¿qué demonios pasa conmigo?

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