Las lágrimas de la princesa tuvieron un comprador y Alexa miró su cuenta bancaría, el quince por ciento era más de lo que podía pedir y le dio un beso a la pantalla, ahora, lo más importante – no te lo gaste todo en ropa – susurró y repitió varias veces para mentalizarse – guarda para los zapatos. Menfis que la miraba desde el sillón soltó un pequeño gemido. Las dos semanas transcurrieron y llegó el momento de viajar, Alexa se estaba acostumbrando a ese estilo de vida, tanto, que al ir al supermercado y comprar pasta de dientes, fue directo a la de 100ml, y tenía frascos pequeños para todo, desde perfumes y cremas hasta pastillas para el mareo y el dolor de cabeza, y se sabía de memoria las restricciones de los aeropuertos. Una mujer a su lado en la fila fue detenida por tener una botel