Nocturnos (8)

1997 Words

Pamela compró una malteada con hielos antes de regresar a la casa de dos pisos en la que se quedaban – volví. – Llegas tarde – dijo Yadira desde las escaleras. La puerta del sótano estaba abierta y de ella emergía un intenso calor. Las ilustraciones de los nocturnos los colocaban como hombres altos junto a chimeneas ardiendo y las páginas de los libros quemándose mientras los dolientes dueños lloraban, gemían y suplicaban, pero la realidad era diferente, el martillo de Onilas no podía quemarse con fuego normal, se necesitaban las flamas de un elemental y entre más sangre de Tinieblas hubiera en la tinta, más tormentoso era. En su grupo el único elemental que usaba fuego era la gata blanca de Danil, él era quien se encargaba de destruir los libros, y a veces pasaba cuatro días encerrado.

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