—¿Acaso hice algo mal de lo que no me acuerdo? —cuestionó Mauro, queriendo descartar la peor de sus suposiciones—. Mariel, acaso, ¿algo malo pasó entre nosotros antes de mi accidente? Mariel le miró con seriedad por algunos micro segundos, luego miró hacia otro lado y aclaró la garganta para poder hablar, porque esa pregunta la había dejado sin palabras. —Lo lamento, Mauro —dijo la joven—. No puedo decírtelo. Mauro sonrió de medio lado, bufando el aire en sus pulmones. El que ella no lo negara significaba que eso era justo lo que había pasado, y, al parecer, ella no hablaría de ello. —Bueno, solo respóndeme una cosa, yo, ¿puedo solucionarlo? —cuestionó el hombre y a Mariel se le escapó todo el aire de los pulmones, por eso sintió de repente los ojos acuosos y un nudo en su garganta.