Mauro sí cuidó de su esposa, a pesar de que ella lo había abandonado cuando él la necesitó, pero era de esperarse, él era quien amaba, por lo tanto, parecía normal que fuera él quien entregara más. Pero dar más de lo que se recibe cansa, y también puede dejar a quien no recibe demasiado con una especie de vacío; por eso, la relación entre la mujer que se sentía atrapada en una vida que odiaba y el hombre que comenzaba a quedarse sin cosas buenas para dar, fue deteriorándose día con día. —Amiga, no quiero sonar como tu mamá —dijo Catalina uno de esos tantos días en que visitó a su mejor amiga—, pero creo que estás llevando esto al extremo. —Catalina, es que no lo entiendes —comenzó a decir la rubia y su amiga asintió... —Exacto, amiga, no lo entiendo —concordó la joven—, pero es norm