Jeremías.
—Bien. —va manejando mientras la guío—. Dobla para la derecha un poco.
—Aaaa... Aaaaaaaa.
—Tranquila. —me da risa pero no me rio o se pone más nerviosa—. Frena frena.
—¿Cómo se hace?.
—El del medio Sara.
—AAAAAAA. —frena con fuerza y cuando la miro está con los ojos cerrados.
—Sara.
—Perdón... Perdón me bloqueé. —sus ojos están tan grandes que parece un cachorro asustado.
—Sari amor. —agarro sus manos aflojándole el agarre del volante—. Estuviste excelente.
—¿Qué?.
—Si amor... Maravillosa, no lo puedo creer.
—¿Me estas gastando una broma Jeremías?.
—No Sari... Mejor que yo cuando mi papá me enseñó... Mira hasta donde llegamos sin que se te pare... Paraste y volviste a salir, solo para estacionar se te complicó. —mira hacia todos lados viendo lo que le digo, vinimos h
