Sara. —¿Nervioso?. —Demasiado. —le acomodo la camisa asintiendo porque estoy con ganas de ir a meterme a la cama y no levantarme mas—. ¿Tu no estas nerviosa?. —Estoy temblando. —le pongo la corbata acomodándola bien donde si lo hace solo es un desastre—. Tengo un nudo en la garganta. —Bueno... Debemos hacerlo amor... Debemos. —No me voy a hacer para atrás, hasta el fin contigo y apoyándote en todo. —acaricia mi cara besándome con suavidad. —Gracias por apoyarme en esto Sari... No me siento solo, me siento con mucho apoyo y es tuyo. —nos damos un abrazo apretándonos con fuerza porque aunque él es el que va a mandar, yo como buena mujer debo acompañarlo, y que a parte la esposa del pastor la mayoría de las veces responde por las mujeres, eso mas miedo me da—. Vamos así vemos llegar a t