Jeremías.
—Sácate el camisón. —se arrodilla enseguida diciéndome que va a hacer lo que diga y cuando lo diga sin siquiera replicar nada, se lo saca quedando desnuda y mirándome fijo.
—¿Qué hago?. —sus ojos brillan, el pelo larguísimo y suelto le dan un aire diferente a la dama que siempre demuestra ser.
—Recuéstate. —se acuesta casi en medio de la cama, pero esta como una estatua, debe tener miedo y es comprensible, aunque estamos casados no nos conocemos para nada—. Relájate Sara, no debes tener miedo. —me inclino viendo sus pechos desnudos y abundantes, soplo su pequeño pezón derecho, sonrío cuando hace un ruidito con la garganta cuando chupo con suavidad.
—Mmggg. —la miro sorprendido porque lo vuelve a hacer pero se tapa la boca cuando se da cuenta que la estoy viendo—. Perdón, no lo vuelvo a hacer.
—Quiero que lo hagas Sara. —alza las cejas negando—. Si sientes deseos de hacerlo o si simplemente te sale esta bien, no es nada malo.
—Mi madre dijo que no debía hacer ni un ruido aunque me duela... Que a los hombres no les gusta que las mujeres hagamos sonidos porque les baja el deseo
—Olvida todo lo que dijo tu mamá.
—Pero...
—Olvidalo o no hacemos nada. —me cargo en mis codos despegando la cara de sus pechos, pero aun así no me salgo de arriba de ella porque no lo deseo—. Si quieres gritar quiero que lo hagas ¿Esta claro?.
—Esta bien.
Vuelvo a chupar su pequeño pezón y al otro lo aprieto suavemente, hace ruidos suaves con su garganta y sus piernas se mueven como buscando donde acomodarlas, sonrío pasando al otro pecho porque se esta soltando, está disfrutando del acto que es lo que quiero, no quiero una mujer fría en mi cama que fue lo que sentí en nuestra noche de bodas, sentí que todo lo que hacia era solo para complacerme, aunque nos obligaron a casarnos podemos disfrutar del acto, no es pecado ya que estamos unidos; subo lentamente dando besos mientras con mi mano toco su v****a que esta muy húmeda, Dios, solo le besé los pechos y ya esta lista para recibirme sin ninguna dificultad, cuando llego al cuello ya sus manos están en mis brazos sin parar de gemir, subo hacia su boca tomándola con todas mis ganas, me sorprende cuando me agarra la cara y me besa con fuerza, gimo alzando mis caderas para bajarme el calzoncillo y así liberar mi pene maravillosamente duro de deseo, me guio a su interior con suavidad y agonía, agonía donde esta mujer no sé que hace en mi, es su segunda vez y conmigo, pero aun así hace que todos mis nervios sensoriales estén activados, a medida que ingreso me besa mas duro, eso me pone aun mas loco, loquísimo de deseo, me muevo rápido, intento ir lento pero no puedo, su v****a me aprieta tan dulcemente que mi mente se esta perdiendo, sus manos me rasguñan los hombros, sus piernas me aprietan las caderas, y no deja de besarme, me estoy volviendo loco Jesús.
—Ooggg. —alejo mi pecho del de ella para verla retorcerse debajo de mi.
—¡Oogggg Señor!. —aprieto los dientes al ver sus expresiones, esta loca de deseo.
—Saraaaggg.
—Mmgggg. —pone sus manos en mi cuello mirándome a los ojos, ¿Es que acaso quiere que me muera?—. Yo... Siento aaagggg... Siento que exploto.
—Vamos. —arrugo las sabanas con fuerza donde siento que me quedo sin aire—. Dejate ir.
—No... Nooggg.
—Vamos Sara, dejate ir.
—AAAAGGGG. —tira la cabeza hacia atrás alzando el pecho, chupo su pecho izquierdo y siento las contracciones de su pequeña v****a que me ponen aun peor, si antes entraba ajustado, con la llegada me es casi imposible.
—Mierda. —me salgo en el último segundo de cordura viniéndome en su vientre—. Carajo.
—¿Qué pasa?. —se mira el vientre sorprendida, toca mi semen como si fuera una cosa que no sabe que es—. ¿Qué es esto? ¿De dónde salió?. —siento que me toma el pelo haciéndome enojar, le alcanzo a agarrar la mano cuando quiere probarlo—. ¿Qué es? ¿De donde... —mira mi pene que aun se mueve de la excitación reciente y abre grande los ojos dándose cuenta—. Salió de tu... ¿Esto es lo que debe dejarme embarazada?.
—Es semen Sara. —me subo el calzoncillo negando de que hasta debo enseñarle las cosas básicas de los seres humanos y la reproducción.
—¿Y por qué lo largaste fuera de mi?.
—Porque no quiero hijos aun. —me paro acomodando las sabanas así dormimos bien—. Quiero que esperemos un poco mas.
—Esta bien. —incómodo me alejo de ella o capas que la vuelvo a tomar y no es correcto.
—Ve a limpiarte así dormimos.
—Si.
En la mañana se levanta conmigo para desayunar y así irme a trabajar, mientras como recuerdo lo de anoche, ¿De verdad no sabe nada o se hace la desentendida? Porque hoy en día todo mundo sabe lo que es semen y lo que es el sexo, aunque entiendo también que halla ido a una escuela de monjas, más bien internado de monjas, y entiendo la situación de su mamá que sufre abuso desde que se casó y se ve que su mamá la instruyó así porque ella cree que es correcto, pero me es difícil comprender, soy muy cerrado, debería ponerme mas de su lado y ver con sus ojos porque hay cosas que no sabe, hay comidas que son nuevas, y esos simples actos no los comprendo.
—Me voy Sara. —se gira sonriendo donde estaba lavando lo que usamos.
—Que te vaya bien. —nos miramos y asiento, mi cuerpo casi hace que vaya por un beso pero menos mal que entré en razón.
—Al mediodía vengo. —¿Algún dia vamos a ser mas de lo que somos? ¿Vamos a llegar a darnos un beso de despedida? Nunca vi a mis papás darse un beso, no quiero criar a mis hijos de la misma forma, pero va a costar llegar a un nivel de relación amorosa y eso es si llegamos.
—Jere. —ruedo los ojos aumentando la marcha—. Vamos Jere, para.
—¿Qué pasa? Voy tarde.
—¿A dónde estabas? Te busqué por todos lados, tu jefe dijo que habías desaparecido que no ibas a trabajar. —doblo en la esquina y ella atrás mío—. ¿Estas bien? ¿Te enfermaste?.
—No, no me enfermé y estoy mas que bien. —llego a la veterinaria con ella detrás mío, paro negando donde no quiero problemas en mi trabajo—. No me sigas ¿Qué quieres? Ya terminamos nosotros Patricia.
—Tu decidiste solo.
—¿Otra vez lo mismo? Deja de hacerte la inocente, eres una mujer adulta, toma las responsabilidades como corresponde.
—Tu tienes la misma responsabilidad que la mía sin embargo no abres la mente.
—¿Solo porque tu quieres tengo que abrirla? ¿Crees que por ser adulto voy a aceptar pelotudeces? Dejame de molestar quieres
—Vas a ver que te va a gustar, no te cierres de esa forma, así jamás vas a disfrutar nada en la vida. —quiero entrar pero me agarra del brazo—. Yo te amo Jere... Pero no soporto que el sexo sea siempre lo mismo... Quiero saber lo que son otros penes... Como lo hacen otros hombres.
—Y experimentalo Patricia ¿Qué te lo prohíbe?.
—Tu mente cerrada.
—¿Yo? ¿Cómo es que puedo prohibirte algo si no somos nada?.
—Eres mi novio... Basta de actuar así conmigo.
—Patricia. —le muestro mi mano donde tengo el anillo de casado, no quería llegar a esto de meter a Sara en medio pero si debo usar mi matrimonio para que me deje en paz, lo voy a hacer—. Estoy casado. —abre grande los ojos, pero termina negando sin decir que riendo como una loca.
—Vamos ¿Qué te vas a casar? Si nosotros nos queremos.
—Yo no te quiero y estoy casado... No me interesa ninguna mujer mas que ella y tu eres una mujer soltera hace ya meses... Experimenta con otros hombres tranquilamente que nadie te va a decir nada.
—No... No Jeremías, eres mi novio, estas mintiendo.
—Tengo que trabajar.
Entro al local dejándola de pie intentando de autoconvencerse de que lo que le dije no es real, y yo rabiando a mas no poder por lo sin vergüenza que es, cree que debo aceptar su sexualidad como si nada, ¿es qué acaso piensa que siquiera voy a tocarla después de haber estado con otros hombre?, Dios santo, espero no me joda la vida, y espero realmente que no busque a Sara porque lo que menos quiero es problemas maritales de este tipo, creo fervientemente que cuando llegan rumores de un tercero ya nada es igual, la confianza comienza a fallar y las peleas son diarias, no quiero nada de eso.
*****
Sara.
Aburrida a no dar mas miro la hora a cada rato, sus horarios de trabajo son muy largos, me deja sola todo el día y ya no sé que hacer, en estas dos semanas ya he cambiado las cosas de lugar seis veces y limpiado hasta lo que no se debe, he limpiado el baño mas de lo que puedo contar, he baldeado la vereda unas cien veces, y plancho la ropa dejándola sumamente prolija, todos los días saco toda la ropa y la vuelvo a acomodar así tengo algo para hacer, leo un poco en su biblia pero ya me estoy volviendo loca donde no hablo con nadie y no veo a nadie mas que a él para cenar y dormir.
Todas las noches tenemos sexo magnífico que me hace temblar las piernas cuando lo pienso, y eso me esta haciendo mal, no el acto en si porque es muy placentero, al punto que pierdo la noción del tiempo, sino el hecho de que cuando terminamos se duerme dándome la espalda y me deja una sensación de vacío e incertidumbre, ¿así va a ser nuestra vida?, ¿actuando indiferente con el otro? No... No quiero eso, quiero un matrimonio amoroso, quiero que me abrace y me de besos, eso quiero, y si él no avanza voy a hacerlo yo, uno de los dos tiene que hacer la diferencia o esto va a ir a pique muy pronto.
—Llegué Sara. —sonriendo y con los nervios de punta que me dan ganas de llorar, voy y le doy un beso en la boca sorprendiendolo, tanto que tira la cabeza hacia atrás—. ¿Y eso?.
—Es un beso de bienvenida, no nos vemos por muchas horas. —asiente pasando de largo, muerdo mis labios diciéndome que va a ser difícil, pero porque él la pone difícil, nos obligaron a casar pero no estamos obligados a vivir un infierno—. Ya te preparé el agua así te bañas y a la cena le falta un poco.
—Dale... Me baño rápido así como limpio.
—Si, yo voy preparando todo. —dejo la mesa lista y lo espero sonriendo, cuando viene le sirvo primero como siempre y porque es mas practico—. ¿Cómo te fue?.
—Bien.
—¿Mucho trabajo?.
—Lo de siempre. —mientras como me digo que no me voy a rendir.
—¿Mañana tienes que trabajar?
—No, no trabajo pero voy a salir.
—¿A dónde?. —me emociona salir por una vez al menos—. ¿Puedo ir?.
—No, no puedes. —bajo la mirada desilusionada, él siempre sale y yo encerrada todo el día—. Me invitaron a jugar al futbol y tengo ganas de salir, así que voy a ir.
—Esta bien. —me muerdo los labios pensando—. ¿Y el domingo vamos a pasear?.
—Si tengo ganas si.
—Bien... Tengo ganas de salir a pasear.
Ya no dice nada, comemos con el ruidos de los cubiertos y escuchando a los vecinos con sus hijos renegar, al menos ellos hacen algo más que no mirarse y hacer de cuenta que el otro no existe que es lo que siento que nos pasa, que parece que competimos en quién esta más tiempo en silencio, pero es un silencio que ya me está volviendo loca.
Al otro día cuando se va a jugar al fútbol con no sé quién, porque no conozco a nadie mas que sus hermanos, por eso no tengo idea de con quién va, la cosa es que me lloro todo en la cama, nunca me habia sentido así de sola, ni siquiera en el convento o cuando mi papá me mandó sin siquiera dejarme despedir de mi mamá y mis hermanos, ahora es distinto, me siento desesperada porque no me puedo librar de él, es mi esposo, hasta que la muerte nos separe como me dijo mi madre estoy atada a él.
....................
Camino hacia el mercado por unas cosas que nos hacen falta con urgencia en la casa, siempre intento ser precavida con eso, Jeremías me da un presupuesto con el cual debo ir solventando la casa, me estaban quedando dos kilos de harina y Jeremías no tiene maquinas de afeitar, y debo tener siempre todo en orden y en su lugar, así que para mi es una alegría inmensa salir de la casa, voy salundando a todo mundo mientras empujo mi carrito de compras que Jere me regaló, un día llegó con el carro que es blanco con flores rosas, eso me emocionó donde me gustó el detalle silencioso porque no me dijo nada mas que un, acá tienes un carro así no te cansas, nada mas que esas secas palabras que para mi pobre afecto humano es demasiado; Llevo pan calentito para pasar a dejarselo a Jeremias al trabajo ya que esta mucha horas y lo que le doy para que se lleve no le debe servir mucho donde es un hombre inmenso, no quiero que pase hambre, doblo en la esquina y lo veo, con una chica discutiendo, asustada de que le halla pasado algo me acerco rápido.
—Hola. —Jere abre inmenso los ojos verdes que carga—. ¿Qué pasó?.
—Qué te importa metida, estoy peleando con mi novio.
—Ya basta de decir eso.
—¿Qué?. —como tonta los miro, Jere rojo y la chica intentando tocarlo—. ¿Cómo que tu novio?.
—Sara no... —espero una explicación pero no dice nada.
—Jeremías escúchame. —la chica pone una mano en su pecho y eso me saca de mis casillas, la empujo haciendo que me mire sorprendida.
—¿Qué haces tocando a mi marido?. —nos mira riendo como loca cuando Jere se para delante mío como cuidándome de cualquier arranque que tenga.
—¿Está es tu esposa?.
—Sara ve adentro.
—No... Explícame que pasa.
—VE ADENTRO TE DIGO.
La miro que no deja de sonreír, agarro mi carrito y sigo mi camino al mercado como si nada pasara, no deseo verlo, juro que no, sé que no sé nada de un matrimonio ni de sexo, pero sé que significa cuando tu esposo discute con otra mujer de esa forma, o hubo algo ahí o lo hay.
Me quedo sentada en la plaza cerca de la casa mirando a los nenes jugar un buen rato, como una galletita pensando en lo que estoy viviendo, cuando ya empieza a ponerse el sol vuelvo a la casa.
—Llegué. —pongo su plato en la mesa para servirle en silencio.
—Avísame cuando termines, no voy a comer. —queda como un piedra de quieto—. Me duele mucho la espalda.
—Sara hablemos, no lo dejemos estar. —se sienta suspirando, me señala mi silla así me siento—. Ella es mi ex novia pero no lo asimila aun... Cree que seguimos siendo pareja y no, no la dejé para casarme... Piensa que sigue siendo mi novia ya que esta loca, no entiende que nos separamos.
—¿Y por qué se separaron?. —la pregunta lo pone mas que incómodo—. Esta bien, no hace falta que me digas.
—Yo me casé contigo Sara... Aunque fue arreglado no voy a faltarte el respeto ni estar con otras mujeres, no me hace falta... Eres una buena mujer y tenemos buen sexo. —sonrío poniéndome roja y él niega divertido—. No te avergüences. —se acerca sonriendo de lado y siento mis pechos adoloridos—. ¿Qué pasa Sara?.
—Nada.
—Mmm... No te creo. —me muerdo los labios negando.
—¿No?.
Estira la mano acariciándome el brazo y yo ya no aguantando mas salto hacia él comiendomelo con la boca, a los tropezones vamos hacia la cama y ahí me hace gozar como loca y me encanta todo lo que hace, nada duele, nada repugna, es todo maravilloso.
...........
En la mañana me levanto con mi espalda hecha bolsa pero no digo nada porque sino dice que deje de mover las cosas de lugar y que descanse mas, pero no voy a decirle que si no muevo las cosas me vuelvo loca, preparo el desayuno mientras cuenta la plata de su sueldo, sirvo todo sentándome frente a él viendo como va separando la plata.
—Bien... Esto es para la comida. —me lo da y yo asiento contando para tener una idea de cuanto tengo para gastar y mas o menos hacerme una idea de las comidas que voy a poder hacer—. Esto para que te compres ropa y calzado.
—¿Vas conmigo?.
—Si... Así paseamos un poco.
—Dale.
—Esto para pagar la cocina, acá voy yo así hablo para que nos deje una heladera.
—¡Ay si por favor!. —sonríe al ver mi felicidad, y es que si, quiero una para poder ahorrar mas y hacer varias cosas ricas que sin heladera no se conservan—. ¿Y cuánto queda de la cocina?.
—Esta es la última, la hice en dos. —me da mas plata—. Ve donde la vecina y pagale el alquiler... Que te dé el comprobante y dile que cuando salga de trabajar paso a firmar.
—¿Y por qué no le pagas tu entonces?.
—Se pone a hablar y no la corta mas... Le digo que firmo y me voy rápido.
—Esta bien. —separa otra plata metiéndola en la caja donde guardamos los ahorros.
—La otra semana vamos a ir al pueblo unos días... Hace dos meses que no los vemos.
—¿Vas a devolver la camioneta?.
—Si... Así que nos vamos a volver en colectivo.
—Entonces dejemos esto para los pasajes, no gastemos los ahorros. —le tiendo la plata para mis cosas que me da cada mes—. Querías un auto, no saquemos de ahí.
—Necesitas calzado Sara.
—El otro mes... No pasa nada.
—Esta bien, el otro mes entonces y sin falta.
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