Sara.
Mientras él trabaja yo me encargo de seguir limpiando la casa que nos dio mi papá, despejo el terreno que está en muy mal estado, saco la maleza, la basura, y el exceso de tierra que hay en algunos puntos que no entiendo porque habrán estado ahí, pero lo junto en una punta del terreno para que después Jeremías vea que hace con eso o si tiene alguna utilidad, limpio adentro de la casa que está en bastante mal estado y si veo que puedo avanzar en algo del trabajo que hace Jeremías cuando llega de trabajar, pero quiero ser útil, no sé nada de construcción por eso despejo todo donde él va a trabajar, acerco las cosas que sé que utiliza, limpio todas herramientas, junto agua y recorro todo imaginando ya nuestra casa terminada.
No quiero volver a su casa, su mamá me trata muy mal donde no es comprensiva en que hay muchas cosas que no sé hacer, pero ella dice que por ser mujer debería saber cocinar o limpiar o cualquier cosa, pero son cosas que uno va aprendiendo, no es que solo por ser mujer nací sabiendo fregar los platos, y no puedo decirle nada y creo que aunque tenga algo para decirle jamás me atrevería, mi madre y las monjas me educaron para respetar siempre a los mayores, no tengo idea de que palabras utilizar para decir lo que pienso, pero ya no quiero estar ahí, por eso a penas nos levantamos me vengo para acá a intentar de avanzar algo.
—Llegué. —no sé ni como saludarnos, ¿Alzo la mano? ¿Le doy un beso? ¿Qué hago?, mira todo lo que hice asintiendo—. Seguimos así mañana ya nos mudamos para acá.
—Si, terminemos entonces. —está terminando de rebocar la pared que va a ser la habitación, ya con eso nos venimos de una vez por todas, los otros trabajos se pueden ir haciendo con nosotros ya instalados.
—Dale Sara que quiero terminar antes de que el sol se ponga. —jadeando le llevo un balde con mezcla, lo agarro con mis dos manos y voy con las piernas abierta, paro casi sin respirar de lo agotada que estoy y lo miro negando.
—No puedo mas... Juro que no lo puedo Jeremías. —viene enojado donde quiere todo enseguida, que cuando pida algo lo tenga ya listo para dárselo, alza el balde como si no pesará nada—. ¿Voy trayendo mas?.
—Si. —estoy toda transpirada y adolorida, mi espalda me está matando y mis lágrimas se hacen presente del dolor, pero no digo nada porque seguro se enoja muchísimo—. Ya está, vamos, vámonos que quiero comer algo. —camino como puedo y muy atrás de él.
—Hijo ven, ya hice la comida. —la miro diciéndome que es una bruja de porquería y ni siquiera hace el intento de hacer que nos llevemos bien, solo me ataca nada mas.
—Me disculpan pero me voy a bañar y a dormir, estoy muy cansada.
Me doy un baño de agua fría donde hay agua caliente pero se nota que solo para Jeremías, así que dejo lo que preparó para él, solo para él, me tiro a la cama girando hacia todos lados sintiendo como mi pierna derecha se siente como si me la estuvieran arrancando, mi espalda no me da tregua y no lo soporto mas, no sé que mas hacer mas que llorar.
Cuando ya puedo calmarme un poco me acomodo para dormir, miro la puerta esperando a Jeremías a ver si quiere que tengamos intimidad, cuando entra se saca la ropa y se acuesta dándome la espalda, hace un mes que estamos casado y nunca mas me volvió a tocar, a penas y me habla así que menos que menos debe querer tocarme y sinceramente lo agradezco porque lo que dijo mi madre que pasa entre un esposo y su esposa me aterra mucho, aunque la primera vez me gustó, tal vez lo hizo para que después cuando tome sus derechos no diga nada y me deje hacer lo que quiera.
—¡Ey!. —me mueven con suavidad—. Sara, arriba nos tenemos que ir.
—Si. —miro hacia todos lados un poco confundida hasta que recuerdo que dijo que hoy nos íbamos a nuestra casa, me cambio y bajamos la cama junto a sus hermanos que nos vinieron a ayudar, una vez en la casa sonrío contenta.
—Les esta quedando lindo. —miro a Ezequias asintiendo.
—Si... Muy lindo gracias al señor. —un poco mas salto de la alegría que me da—. Tengo muchas ideas para que quede bien hogareño.
—La verdad que en el poco tiempo que llevan hicieron un montón. —recorren la casa asintiendo.
—Ahora le voy a meter al baño.
—Siii. —Jeremías me mira serio pero eso no aplaca mi felicidad—. Me encantaría un bañera, es mi sueño.
—Que sueños caros Sari.
—Si lo sé, pero es nuestra casa y es un gasto de una vez.
—Eso es verdad.
—Bueno, debemos terminar de limpiar.
—¿Los ayudamos?.
—No, esta bien, nosotros terminamos no se preocupen. —se van porque la verdad que prefiero limpiar con Jere que sabemos lo que tenemos y porque no podemos ofrecerle asiento a nadie donde no tenemos.
—Aagg. —me doblo un poco mientras armo la cama.
—¿Qué pasa?. —deja de mover el placard para mirarme.
—Nada, me doblé mal y me dio un tirón en la espalda, nada grave.
Me debe estar por venir por eso el dolor, termino de armar la cama y cuando él termina de acomodar el placard ordeno la ropa, cuando llega su mamá se pone a limpiar donde yo ya limpié, me hierve la sangre ese gesto, creo que no nos vamos a llevar bien jamás porque hace las cosas por el simple hecho de molestarme, no sirve de nada lo que hace, así que es jodida por naturaleza.
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Estamos en la iglesia escuchando la predicación del hermano de Jeremías, los hermanos varones si me caen bien, las hermanas no tanto, es como que son como la madre por como me miran y hablan, aprieto mis manos en mis piernas sintiendo como me baja la menstruación y mancho la ropa, muerdo mis labios de bronca, ¿Ahora como salgo de este lugar? No puedo pararme sin que nadie note que mi vestido rosa claro esta manchado con rojo, es inevitable, todo mundo lo va a ver, y si, a todas las mujeres no viene, pero para hablar tonteras si saben.
—Vamos Sara. —lo miro desde mi lugar sin moverme ni un poco que se pone el saco y niego cuando me estira la mano como hace siempre para pararme—. ¿Qué pasa?.
—Yo... —miro mis piernas buscando las palabras para explicarle lo que pasa y después lo miro con vergüenza—. Me vino la regla y creo que manche el vestido. —frunce las cejas mirando hacia todos lados, se saca el saco dándomelo.
—Pontelo y te digo si te tapa. —me lo pongo sentada y ahí me paro, me giro y temblando miro el asiento manchado—. Te tapa... Vamos.
—Si, espera un poco que limpio acá. —limpio el asiento y ahí salimos con él caminando detrás mío y bien pegado, no digo que es por lo manchada porque siempre hace lo mismo cuando hay mucha gente, camina detrás mío bien pegado, cuando llegamos a la casa me voy corriendo a cambiarme.
—Que bueno que te halla venido. —esta sentado en la cama sacándose la ropa.
—Si. —no para de sonreir.
—Eso quiere decir que no te embaracé... Dios, estaba aterrado de embarazarte y no quería. —se saca la ropa y yo lo miro no mas—. Fui un descuidado en venirme dentro tuyo, no debió pasar eso.
Me pongo a cocinar y él sale a buscar mas leña, miro la olla hundida en mis pensamientos de la vida que tengo y que no elegí para nada, pero debo hacerle frente a esto y ver que resulta.
Mi padre a la edad de diez años me subió a un auto y me llevaron a un convento, puso el bolso en mis pies y dijo "Cuando seas grande me lo vas a agradecer", no tengo la menor idea de que es lo que pretendía que le agradezca o debo agradecer, tuve visitas una vez al mes que después se tornado a cada tres o cuatro meses y después ya nadie fue, estudié lo que se les ocurría, mis notas debian ser excelentes o me castigaban feo por órdenes de mi padre, después de unos años aparece de golpe diciendo que ya había llegado mi hora y que debía casarme, ¿Qué iba a decir? Le tengo miedo, no supe si decir si quiera hola, junté mi ropa en silencio sin prestar nada de atención a lo que me decía, solo me mantuve silenciosa pensando que iba a tener una vida de casada sin siquiera saber como es un hombre.
—Mañana nos vamos a la ciudad unos días.
—¿Para?. —estoy dándole la espalda como cada noche.
—Vamos a ir a comprar unas cosas que nos hacen falta y que acá no se consigue, solo en la ciudad.
—Esta bien. —quedo en silencio pero sé que esta despierto
—¿Sara?.
—¿Si?.
—Cuando venga mi mamá y este o no este yo... Azte respetar mujer. —me giro sorprendida y él tambien lo hace donde también me da espalda—. Está es tu casa no de ella... No puede venir a limpiar y tu no decirle nada... Hazte respetar yo no me voy a enojar.
—Esta bien... No sabia como reaccionar.
—Bien... Hasta mañana.
—Que descanses.
Al otro día preparo un bolso con nuestras cosas, no llevo mucho ya que dice que vamos tres dias máximo y nos volvemos así que tampoco me pareció avisarles a mis papás, aunque ya no sé si debo informarles algo porque desde que me casé no los veo, ni a él ni a mis madre con mis hermanos, pero creo que una mujer casada solo debe avisarle a su esposo lo que hace.
—¿Lista?.
—Si. —me abre la puerta de la camioneta de su papá tendiendome la mano así subo, cuando ya sube le hablo—. ¿Quieres mate?.
—Dale, soy de los toma mates a todas horas y no tomamos nada. —voy mirando todo sin decir nada—. ¿Cuándo es tu cumpleaños?.
—Ya pasó.
—¿Cuándo?.
—Hace dos semanas. —dejo de sonreir cuando veo su mirada que es de furia.
—¿Y por qué no me dijiste?.
—No pasa nada... Nunca lo festejé, es un día mas y listo. —alzo los hombros negando porque es la verdad, jamás me dijeron ni mis papás feliz cumpleaños—. Dime si le hecho mucha azúcar.
—Estan bueno.
—Gracias.
*****
Jeremías.
Vamos a un hotel a quedarnos, vengo por equipo de trabajo y algunas cosas para la casa que nos hacen falta, mi idea era venir solo pero estoy casado ahora, no puedo dejarla sola varios días como si fuera un hombre solo sin responsabilidades, la gente habla y lo menos quiero son comentarios de ningún tipo, menos de ella, eso no lo toleraría.
—Bien, dejemos las cosas y vamos. —trajo nuestras propias sabanas, saca las que tiene la cama para poner las nuestras—. Quiero que hoy tengamos las cosas que nos hacen falta.
—Si. —se pone un saquito de hilo y se acomoda un poco el pelo—. ¿Y qué debes comprar?.
—Quiero comprar madera y piso... Tambien unas cosas para el baño así ya podemos usarlo.
—Bien. —va a la mochila sacando un cofre, me lo da sonriendo.
—¿Qué es?.
—Ábrelo. —cuando lo abro hay muchísima plata dentro, todos son billetes de los mas altos—. Mi padre me lo dio como regalo de bodas... Dijo que debería dártelo a ti pero que aun no sabia como eras así que cuando yo viera que eras decente te lo entregue y que ibas a saber que hacer. —la miro sin creen en como solo sonríe—. ¿Podemos comprar otro colchón? ¿Alcanzará?.
—Si, yo... —me rasco el cuello incómodo donde se supone que soy el cabeza de hogar y debo proveerle lo que desea no su padre, niega dándome a entender a que sabe lo que pienso.
—No es plata que nos va a dar una vida de lujos ni mucho menos, pero si sacar de ciertos apuros... El colchón es uno. —dice riendo porque siempre nos quejamos del colchón—. Y unas ollas si es posible porque ya las quemé y raye todas. —lo último lo dice avergonzada.
—Y un libro de cocina. —hace puchero y se ve muy tierna con ese gesto.
—Estoy aprendiendo no te burles... Hago mi mayor esfuerzo.
—Y lo aprecio. —queda seria analizandome, sin que me lo crea acaricio su barbilla parado muy de cerca—. Me gusta que te esfuerces Sara... Aunque la comida esta mejorando llego y hay de comer, y sé que no sabes pero aprecio que lo hagas por mi.
—Eres mi esposo... Debo al menos tenerte bien comido, aunque por ahora estoy fracasando ya voy a darte una comida exquisita, solo tenme paciencia.
Vamos en silencio recorriendo los locales viendo los mejores precios y calidad, ya que compramos debemos llevar algo bueno así dura y no andamos comprando otra vez en unos meses por querer ahorrar.
Entramos a un local donde venden articulos para las casas, ella elige un juego de ollas verde agua y unos platos del mismo color, yo solo la miro asintiendo cuando me muestra algo que quiere y se re emociona, al principio me enojó que deba mantener a una mujer que no conocía para nada pero al pasar los días la veo y si que se esfuerza para ser una buena esposa, la ropa limpia siempre, la casa impecable, comida fea pero si que se esfuerza, pan duro pero que esta mucho mejor que los primeros que hizo, y ahora cuando me dio la plata que su papá le dió me di cuenta de que es MI esposa, que a mi debe pedir cualquier cosa que quiera y me doy cuenta que lo que sea que me pida, haría lo imposible por dárselo.
—¿Vamos por un helado?.
—Dale... Me encanta. —dejamos las cosas en la camioneta y nos vamos, me agarra la mano sonriendo—. ¿Puedo o te molesta?.
—No me molesta, esta bien. —vamos de la mano, me hace sentir raro ir de esta forma—. Acá.
—Gracias. —le corro la silla para que se siente, mi padre siempre nos enseñó esos modales—. Se ve lindo acá.
—Vine un par de veces y son ricos.
—¿Extrañas está vida?. —viene un chico a tomarnos pedido donde es como un restorán, cuando se va la miro.
—Un poco... Ya me había hecho la idea de vivir en la ciudad. —asiente mirándome pensativa—. ¿No te gustaría vivir acá?.
—No.
—Vamos a tener mas oportunidades Sara. —apunto todo, ¿Es que no ve todo lo podríamos aprovechar?—. Tendría un mejor trabajo, mejores escuelas para los hijos que tengamos... Servicio medico cerca y mejor... ¿Es que no lo ves?.
—¿Quieres que vivamos acá?.
—Si... La verdad que si Sara, no quiero vivir en el pueblo... Es donde mi crié y amo el lugar, pero estamos encasillados ahí, acá podemos avanzar. —mira la mesa hasta que alza la cabeza sonriendo.
—Si quieres que nos vengamos a vivir venimos.
—¿De verdad?.
—Si... Eres mi esposo, debo ir a donde vas. —asiento feliz por eso.
—Bien... Entonces mañana mismo salgo a buscar un alquiler y nos venimos.
—¿Y qué hacemos con lo que compraste?.
—Lo arreglamos y usamos esa casa para cuando vayamos de visita.
—Bien.
Al otro día busco un buen alquiler, debe ser algo donde Sara este comoda, no voy a llevarla a una pocilga, ella es una dama y debe vivir bien y eso voy a hacer, que viva bien aunque me rompa la espalda, y voy hablar con mi antiguo jefe que me recibe feliz, bien, ya tenemos todo para empezar una nueva vida y no estar atorados en el pueblo.
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Mis papás se enojaron mucho por venirnos pero es decisión mía y de mi esposa, así que mas que enojarse no van a conseguir, los padres de Sara no dijeron nada mas que nos iban a cuidar la casa, es como que se sacaron un peso de encima entregandome a Sara.
—Estoy muy cansada. —acabamos de terminar de acomodar los muebles y vamos directo a la cama.
—Yo igual. —cuando nos acostamos miro el techo pensando.
—¿Jeremías?.
—¿Mmm?.
—¿Vamos a volver a tener sexo?. —la miro sorprendido—. Mi madre me dijo que debía decirte así no te vas con otra mujer. —frunzo las cejas por eso.
—¿Porqué tu mamá dice esas cosas?.
—No lo sé, pero me preguntó si teníamos intimidad y le dije que en nuestra noche de bodas estuvimos y me dijo que si tu no me buscaba que te pregunte que pasaba, ¿Es la posición? ¿Deseas que me ponga de alguna forma en particular?. —quedo de piedra por lo que esta diciendo—. ¿No quieres que te mire o haga ruido? Dime que quieres y lo hago.
—¿Me estas hablando en serio Sara?.
—Si... Dormimos en la misma cama y no me tocas para nada, algo debo haber hecho mal en nuestra noche de bodas que no deseas volver a tocarme ¿Soy demasiado fea para ti? Mi padre me dijo que no iba a gustarte por lo fea que soy, por eso te digo si quieres que mire a otro lado. —me siento mirándola y realmente estoy muy enojado—. ¿Debo hacer algo para despertar tu deseo? ¿Qué hago? Dime Jeremías, pero no quiero que te vayas con otra mujer.
—Cerrar la boca... Haz eso Sara. —me paro dando vueltas por la habitación, está sentada en la cama como cuidándose de alguna reacción—. ¿Cómo vas a decir esas cosas?.
—¿Qué tienen?.
—¿No te das cuenta de lo que dices? Estas diciendo cosas estupidas mujer. —alza los hombros y no sé que decir.
—¿Debería saber un poco mas? Fui a una escuela de monjas, no nos dijeron que hacer con un hombre por eso mi madre me explicó... Y tu me puedes decir una vez y ya, no me dices mas, que yo sola lo hago ¿Te doy la espalda?.
—Sara. —me arrodillo en la cama y la miro de frente—. Tu papá abusa de tu mamá... Y tu mamá cree que esta bien y te dice a ti y no esta bien... Eres mi esposa ¿Cómo voy a querer que me dez la espalda? ¿Cómo vas a decir que miras para otro lado?.
—Yo no sé Jeremías, y si no me enseñas nunca voy a saber.
—Mierda.
—No te gusto y lo sé, pero al menos hagamos las cosas de maridos... Juro que no voy a llorar soy fuerte.
—Deja de decir eso Sara mierda.
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