Sara. —No Sara. —niega como si estuviera diciendo una locura—. ¿Qué dices?. —Que debemos respetar las decisiones de él Jeremías, eso es lo que digo. —No... Ya dije que no. —No lo decides tu ¿Qué parte es la que no entiendes?. —La parte de que soy el padre Sara. —apunta el suelo con enojo—. Es mi hijo ¿De qué hablas? Es mi hijo y yo le doy permiso y ya dije que no. —Hijo que ya es mayor de edad Jeremías, y quiere un futuro, si no, no estaría pidiendo que lo dejes ir. —No. —da vueltas por la habitación negando—. No Sara, ¿Qué vida va a tener ahí?. —mira a la nada como imaginándose cualquier cosa—. ¿Qué vida? No vamos a estar para él y lejos de todos no voy a estar tranquilo ¿No entiendes eso?. —Pero debemos darle un poco de libertad. —me adelanto unos pasos ya desesperada de que sea