Jeremías. —¿Lo pensaste Jeremías?. —La respuesta sigue siendo la misma. —camino hacía la ferretería intentando de ignorarlo, vine por unas cosas que Isaías me pidió que precisaba con urgencia. —Soy el mejor partido para tu hija y lo sabes Jeremías. —Sabes lo que yo sé. —me le paro bien cerca de él con cara de asco—. Sé que un viejo verde de cincuenta años anda mirando a una adolescente de dieciocho años... Eso sé, y que si me sigues jodiendo me voy a sacar el mantito de cristianito como dices y me vas a conocer como el padre furioso que soy en estos momentos... Deja de joder con mi hija Rubén. —le doy unos golpes con mi dedo en el pecho con fuerza—. No lo vuelvo a decir. —Vas a aceptar Jeremías, sabes que tengo razón. —doy la vuelta o le voy a romper la cara—. Yo saldé la deuda de tus
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