No hay una sola palabra que describa lo que el tacto de Pax hace con mi cuerpo, y su voz con mi mente. Me siento tan bien, sus caricias que en principio temía, va abriéndose paso en mí, no solo besa mi boca, también mi frente. Es como cuando yo como los chocolates que él me obsequió, no hay un solo segundo en que pueda dejar de probarlos hasta terminar. —No pares, por favor…—digo con palabras entrecortadas al contacto de su lengua entre mis pliegues. Muerdo mis labios, esto va más allá de lo carnal, mi mente está estallando, mi corazón late aceleradamente y mi respiración va agitándose. —Ni muerto —responde succionando esa zona, lo cual me produce contracciones en mi parte más sensible, hasta que una sensación desconocida me invade, llevando a que mis ojos se pongan en blanco y que un l