Capítulo 3

2441 Words
¿Qué diablos hace el lunático perro guardián aquí? Ethan sólo me mira por tres segundos y, sin decir ni una palabra, me empieza a sacar del jardín, como si tuviera el total y entero control sobre mí. ¡¿Qué demonios?! Tan sólo cuando Mase grita mi nombre es que reacciono, zafándome bruscamente de su firme agarre. No me gusta que él me toque. Doy un paso atrás y, casi al instante, siento el pecho de Mason en mi espalda. — ¿Qué pasa contigo? ¿Cómo te atreves a intentar llevártela de esa forma? — Mase inquiere, sonando cabreado, pero Ethan sólo lo mira con una indiferencia que me abruma, entonces su fría mirada vuelve a caer en mí. Me encojo cerca de Mase, sin entender el miedo que recorre mi cuerpo con sólo una mirada de ese sujeto. — Su padre me ordenó que la llevara de vuelta a casa... — aprieta los dientes con fuerza —. Señorita Abbigail — escupe el nombre como si le fuera un gran trabajo llamarme de esa forma. — ¿Qué? ¿Tú lo conoces, Hormiga? — Mason me pregunta, confundido. Niego de inmediato. — No, no tengo idea de quién es. Nunca lo he visto en mi vida. — Soy su guardaespaldas — casi puedo verlo rodar los ojos, pero creo que son ideas mías —. Me conoce, ella sólo le está mintiendo. Él también está mintiendo, porque en todo caso, yo no lo conozco. Lo único que sé es que se llama Ethan, eso es todo. — ¿Hormiga? — Mason toma mi brazo, su toque suave y totalmente distinto al del perro guardián —. Mírame, ¿él está diciendo la verdad? — Lo miro y, sin formular palabra, le imploro que no me deje ir con él —. Yo la llevo. Si quiere puede ir detrás de nosotros — por eso Mason es una de mis personas favoritas, porque siempre logra entenderme. Ethan asiente con desinterés. — Gracias — le regalo una pequeña sonrisa a Mase. — Voy a decirle a mi hermana que iré a llevarte. Mierda, Bárbara. Lo detengo del brazo antes de que él pueda salir del jardín. — No, quédate con Bárbara — a Mason sólo le toma dos segundos asentir. Él tampoco quiere dejar a Bárbara sola —. Asegúrate de que no se acerque a Hunter — lo miro, suplicándole —. Por favor. Aunque Hunter está encerrado, siempre podría salir y Bárbara es tan estúpida que volvería a aceptarlo. No me cabe la menor duda de ello. — No puedo asegurarte eso, Abbi. Conoces a Bárbara, no me hará caso. Muerdo mi labio, pensando. Ella no puede acercarse a Hunter. Sin yo en el medio, ese idiota conseguirá hacer lo que quiere. — No volveré a casa — miro a Ethan, armándome de valor —. Devuélvase y dígale a mi padre que no pienso volver hasta que la fiesta termine. Por primera vez, veo una sonrisa en sus labios, pero más que una sonrisa, luce como una amarga mueca. Y entonces me pregunto si él alguna vez ha sonreído de verdad, porque parece que no. — Eso no es posible, su padre y su abuela me dieron órdenes estrictas de que la llevara de vuelta a casa. Hielo recorre mi cuerpo. — ¿Mi abuela? ¿Cómo que mi abuela? Debe estar equivocado, no puede ser mi abuela. Ella está de viaje y se supone que llegaría en unos meses. Ella... — paso mi mano por mi rostro, de repente desesperada —. Ella no puede ser, no... — Abbi, cálmate — Mason pide, sacudiéndome un poco de los hombros, pero no me tranquilizo. Por el contrario, mi respiración se empieza a acelerar —. Hormiga, me estás asustando. Abbi, mírame — lo miro, nuestros ojos fijos en el otro mientras él me indica que respire despacio. Poco a poco mi respiración consigue normalizarse —. ¿Qué pasa? ¿Estás bien? — Me quedaré — miro sólo a Mase, pero sé que Ethan me escucha —. Dígale a mi padre y a mi... — trago saliva, la palabra atascada en mi garganta —... a mi abuela que no volveré. — Su padre dijo que ya no habría viaje si usted no aceptaba devolverse a casa — escucho su voz, mis ojos aún fijos en Mason, y entonces de nuevo empiezo a desesperarme. Es el viaje de Luke con lo que él me está chantajeando, dejándome contra la espada y la pared. Para mí, es una elección. Bárbara o Luke. — Asegúrate lo que más puedas que Bárbara y Hunter no se queden a solas — le digo a Mase —. Escúchame, Mason. Es importante que no le quites los ojos de encima a Bárbara en toda la noche. ¿Me lo prometes? — Te lo prometo. Le creo, es la única opción que tengo. Asiento y le doy un rápido beso en la mejilla. Entro de nuevo en la fiesta para buscar a Luke. Ethan va detrás de mí, sintiéndose como una compañía indeseada. No lo quiero cerca y, de alguna forma, sé que él tampoco a mí. Cuando veo a Luke, está besándose con un chico que no identifico. Tomo a mi mejor amigo del brazo, captando su atención y alejándolo de su conquista de esta noche. — Darliiiing — Luke abre sus brazos para envolverme con emoción. Por lo rojas que están sus mejillas, sé que ya está demasiado borracho. — ¿Dónde está Hunter? — Luke me mira con ojos desorbitados, sin responder. Su mirada cae detrás de mí hacia Ethan, entonces una sonrisa coqueta se forma en sus labios. Diablos, está muy borracho —. ¿Dónde está Hunter, Luke? No responde nada, sigue sonriendo a Ethan. En un rápido movimiento, le pego una cachetada para que reaccione. — ¡Auch! — Se queja. — ¿Y? ¿Dónde está Hunter? — Encerrado, supongo — sus palabras suenan arrastradas. — Dame las llaves de la casa y las de tu coche — le extiendo mi mano, esperando a que obedezca. Cuando lo hace, lo miro con seriedad —. No bebas más y no conduzcas, pide un taxi. Luke ríe como un maniaco y luego asiente, entonces vuelve a su rollo con el chico desconocido. Mientras subo las escaleras con Ethan detrás de mí, me animo a hablarle o, mejor dicho, a reclamarle —: ¿No podía mantener la boca cerrada, no es cierto? Por supuesto que tenía que ir a contarle a mi padre que me escapé de casa. — No se crea tan importante, señorita Abbigail... — Abbi, mi nombre es Abbi — le gruño, empezando a probar las llaves para abrir la puerta de la habitación de los padres de Hunter. — Como le venía diciendo, no se crea tan importante, señorita Abbigail — hace énfasis en mi nombre completo, el idiota —. Yo no le dije nada a su padre, créame. Para mí no es nada agradable salir detrás de una inmadura niña que se fuga de casa para ir a una infantil fiesta — de nuevo su voz está cargada de esa amargura que trae escalofríos desagradables a mi cuerpo. En el fondo, me sorprendo un poco por sus palabras, pero no lo suficiente porque mi mente está calculando con qué puedo chantajear a Hunter para que no se acerque a Bárbara. — Si no ha sido usted, ¿cómo se enteró mi padre que yo no estaba en casa? — Él lo descubrió cuando subió a su habitación para decirle que bajara a saludar a su abuela. Me estremezco de nuevo cuando él vuelve a nombrar a mi abuela. Sacudo la cabeza, reorganizando mi mente. Así que el perro guardián no es un bocazas... tal vez eso lo pueda utilizar a mi favor en algún momento. — Como sea — chasqueo la lengua y sigo concentrada en abrir la puerta. Cuando por fin lo logro y entro en la enorme habitación, me encuentro con Hunter caminando de un lado a otro, luciendo desesperado. — ¡¿Qué diablos, Abbi?! ¡¿Qué mierda pasa contigo?! ¡Me encerraste en la habitación de mis padres! — Mira a Ethan y retrocede un paso, intimidado —. ¿Y quién es ese sujeto? — No te importa — me acerco a él y le hablo en voz baja para que el perro guardián no pueda escucharme —. Escúchame bien para que no me hagas repetirlo, Hunter, sabes que la paciencia no es uno de mis dotes. Me tengo que devolver a casa, pero me llego a enterar de que te acercaste a Bárbara y olvídate de los negocios que mi padre tiene con tu familia. — ¡Ya te dije que sí! ¡¿Qué diablos pasa contigo?! — No, qué diablos pasa, pero contigo — bajo más la voz para que Ethan no me escuche, pero temo que sí lo hace —. Sé lo que planeas hacerle — Hunter empalidece tan pronto escucha mis palabras —. Así que, te lo juro, Hunter, te lo juro, me entero de que le haces eso a Bárbara y de alguna forma me aseguro de que te metan en la cárcel. ¿Me entiendes? Su mandíbula se aprieta y lo siguiente que siento es su firme agarre sobre mi brazo. — No te atrev... — no alcanza a terminar porque Ethan de inmediato lo empuja, llevándome detrás de su espalda. Espero que el perro guardián le diga algo a Hunter, pero nada sale de sus labios. Sólo puedo ver su espalda tensionada y me imagino que está mirando a Hunter con esa fría mirada de hielo, porque él retrocede un paso, al parecer intimidado por Ethan. — Aléjate de Bárbara o atente a las consecuencias — le gruño y doy media vuelta para salir de allí. Bajo las escaleras, rogando que Hunter haya creído que puedo meterlo en la cárcel, pero la verdad es que no tengo la menor idea de si eso es posible. — ¿Ya te vas, perra? — Me sorprendo cuando choco con Bárbara. Mason está a unos pasos detrás de ella, vigilándola como le he pedido —. ¿Ya comprendiste que nadie te quiere aquí? — Definitivamente Hunter me quiere aquí, Bárbara. Me eligió por encima de ti, ¿o ya lo olvidaste? Ella sonríe, pero la conozco lo suficiente para darme cuenta de que esa sonrisa no llega a sus ojos. — Ambas sabemos que volverá a mí. Tú eres muy poca cosa, Abbi. Esas últimas palabras resuenan en mi cabeza, pero de la voz de alguien más. Son como ecos, pero estos ecos no se hacen suaves y desaparecen a medida del tiempo, todo lo contrario, cada día retumban más y más y mucho más, sin dejarme escapatoria. Tú las mataste, a ambas. Es tu culpa. No mereces nada de lo que tienes. — Abbi, ¿estás bien? — Bárbara me mira, genuina preocupación reflejada en su rostro. Sacudo la cabeza, recomponiéndome. No seas débil, Abbi. Aleja a las personas que te importan para que no terminen como ellas... Sólo aléjalas. — ¿Y tú eres mejor que yo? Por favor, mírate — le digo mientras mis ojos se pasean con asco por todo su cuerpo —. Tu novio te deja por mí y tú sigues arrastrándote por él. Ten un poco de dignidad, Bárbara. — No me vengas a hablar de dignidad, maldita perra — da un paso a mí y yo también hacia ella, encarándola —. Mírate tú, eres una jodida perra que se atreve a meterse en medio de una relación, ¿y me hablas de dignidad? — Al menos yo no me arrastro para obtener el cariño de nadie. — Tienes razón — me mira con una sonrisa burlona en sus labios —. Tú no te arrastras por el cariño de nadie porque simplemente nadie te lo da, ¿no es cierto? Mi sonrisa cae, sus palabras golpeándome con fuerza, pero hago lo posible por recomponerme para que no lo note. — Señorita, nos tenemos que ir — Ethan toma suavemente mi brazo, su tacto tan diferente al de minutos antes. Su piel es áspera y cálida sobre la mía, y esta vez no me estremezco porque su tacto me asuste, todo lo contrario, de alguna forma me reconforta. — Aléjate de Hunter — es todo lo que le digo a Bárbara antes de dejarme llevar por el agarre de Ethan. Cuando llegamos al auto él aún no me ha soltado y, sorprendiéndome, maldiciones empiezan a salir de sus labios. Lo miro y él me mira, sus fríos ojos fijos en los míos. Poco a poco, a medida que más pasan los segundos con nuestros ojos fijos en el otro, su mirada más oscura se vuelve. Su agarre sobre mi brazo se tensiona y esa sensación de miedo vuelve a invadir mi cuerpo cuando su mirada más que asustarme, me empieza a aterrorizar. Mi respiración se empieza a volver errática cuando lo veo endurecer su mandíbula, como si se estuviera controlando para no hacer algo. — Me está lastimando — finalmente consigo susurrar, la mentira en mis labios. Él me suelta de inmediato. Cuando arranca el coche, me recuesto en el asiento y miro por la ventilla mientras trato de prepararme mentalmente para el encuentro con mi abuela. — Así que usted es de la clase de chica que esconde lo que siente — Ethan susurra lo suficientemente alto para que lo escuche. Primero, me sorprendo porque me ha dirigido la palabra; segundo, lo que dice me confunde. — ¿Qué? — Me refiero... — se aclara la garganta —. La chica rubia, es obvio que usted se preocupa por ella, pero entonces después la trató de esa forma, como si minutos antes no la hubiera estado protegiendo de ¿Hunter? Lo miro, tratando de descifrarlo, pero más allá de esa mascara de frialdad no puedo ver nada más. — No me preocupo por Bárbara y, realmente, eso no es de su incumbencia. — Y, realmente, no me importa, sólo es algo... raro, ¿tal vez? No le contesto nada. No tengo que darle explicaciones o aclarar dudas de mi vida a un desconocido que sólo me produce miedo. Ethan no hace el intento de iniciar otra conversación y yo mucho menos. Mi mente no deja de pensar en mi abuela y en lo mucho que mi vida empeorará de ahora en adelante. Cada vez peor, mi vida va cada vez peor, como un barranco sin salida.
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