MAGDA
La señora Camila me muestra lo que va a ser mi habitación, con una cama individual en la pared izquierda, un pequeño escritorio a la derecha y una silla en este, hay una ventana alta casi llegando al techo y hasta mis rodillas, un banco junto a la ventana con cojines.
«Creo que podría pasar mis domingos allí, leyendo»
Le doy las gracias número mil y ella suelta una risita.
—Tranquila muchacha, por mi amiga Elenita lo que sea, eres igualita a ella cuando vino a esta casa, además se que eres una muchacha honesta y trabajadora, pero bueno, luego hablamos de eso niña, la puerta del frente es el baño— explica— me atreví a dejarte unas toallas para que te asees si lo deseas, debes estar agotada del viaje, en una hora nos vemos abajo, descansa— al terminar de decirlo, giró en sus talones y se marchó.
Yo cerré la puerta y me recosté de esta, pensando.
«Dios, espero que esto sea lo correcto»
Me dirijo a mi maleta agarro unos shorts y una camisa sin mangas limpia, tomó la toalla que me dejó la señora Camila y la huelo, tiene un aroma a detergente de limón, me voy directo a la ducha, duro más de lo debido así que cierro rápido la llave y me seco el cuerpo con movimientos enérgicos y rápidos, me visto en el baño, ordeno un poco mi ropa en el cuarto que me asignó y bajó las escaleras para ver en que puedo ayudar, cuando llego abajo escucho música saliendo por una radio y veo a la señora Camila bailando y tarareando una canción de pimpinela, sonrió y carraspeo para que me note, no quiero ser grosera.
Ella levanta la mirada y deja lo que está haciendo, me regala una sonrisa y me pide que me siente, negando con la cabeza le pregunto:
—¿Necesita ayuda?
Su sonrisa se amplia y me dice:— No mi niña, ya termine todo hasta la mesa esta puesta, ven conmigo.
Caminamos hasta la mesa y me siento con ella, en una mesa de cuatro puestos con bonitos manteles y un lindo florero con flores frescas, comimos una rica paella y me encantó tanto que la señora Camila se dio cuenta y me dio a repetir sin preguntar, colorada de vergüenza, pero con mucha hambre seguí devorando cada bocado. Empezamos hablar de mi tía y de cuando la había conocido, me miró con ojos soñadores. Mi tía es lo único que queda de mi mamá.
—La conocí, cuando ella viajo aquí a España, hace poco más de veinte años, vino a estudiar tres años, fueron epocas de aventuras— cuando vio que abrí mis ojos sorprendida, se rio y me dijo —si mi niña, tu tía era y estoy segura de que sigue siendo una mujer intrépida, de gran carácter y muy bondadosa, siempre decía cosas que nos metía en problemas y también nos sacaba de ellos—achinó sus ojos soñadores, mientras mostraba una sonrisa completa y recordaba sus buenos tiempos con mi tía
»—Bueno muchacha hablemos de cosas más actuales— me puse rígida, pensando que preguntaría el porque de mi viaje, pero, sonrió con conocimiento de mi incomodidad —no te preocupes Magdalena, no hay que hablar de nada que no quieras, pero no, no es de eso de lo que quiero hablar— espero un segundo, que se me antojo eterno y me suelta de sopetón —te conseguí un trabajo, comienzas mañana, tu tía me dijo que necesitabas mucho el dinero y cada euro cuenta, así que hice un par de llamadas, cobre un favor y ¡¡voila!!
La mire entre sorprendida y curiosa y cuando termine de procesar la información dije:
—No tiene idea de cuanto se lo agradezco, no mas estaré aquí un mes máximo, estaré en mi habitación, no tendrá que verme mucho si no quiere, gracias, gracias, gracias— la abrace en medio de mi euforia y empecé a dar saltitos.
Ella reía y me abrazaba con cariño, cuando me percate de mi abuso la solté casi de un brinco, ella le resto importancia con un gesto de su mano.
—Ya, ya, no te preocupes, alegras a todo el mundo con tu entusiasmo, con tu luz y con vida. Hace mucho tiempo que no me siento tan alegre mi niña, tan llena de vida— suspiró —, no estoy tan vieja, pero la vida es hasta aburrida sin tener con quien hablar—me dio palmaditas en la espalda —mañana a primera hora debes estar en esta dirección— me dijo, dándome un papel y unos euros, la mire sin comprender —ese es tu pasaje de la semana, tienes que ahorrarlo, pero se que eres una muchacha sensata y responsable.
Sorprendida le dije: —no se preocupe señora cami...— me vio severamente y sabía que no tenía de otra aún así me dijo:
—Primero que nada Magdalena dime Camila, eso de señora me suma unos veinte años más y yo soy una mujer joven, ¡sabia!, pero joven— ambas soltamos unas risitas.
—Entonces dígame Magda, así me dicen mi familia y usted ya es mi amiga seño.... Camila —agregue rápidamente con media sonrisa.
—Así esta mejor muchacha, y con respecto al dinero, no te preocupes ya me lo regresaras cuando puedas.
Llamamos a mi tía y hablamos por Skype con ella y luego ambas nos quedamos hablando unas horas más, cuando ya se hicieron las nueve de la noche, dimos por terminado el chismorreo y nos fuimos a dormir, mañana iba a ser un nuevo día, en una nueva ciudad y me acosté en mi nueva cama mirando al techo pensando en lo mucho que ha cambiado mi vida en tan poco tiempo, al cabo de unos minutos me dormí.
Sin saber que mañana comenzarían mis pesadillas.