MARCO
Mi día comenzó como cualquier otro, mi alarma en mi mesa de noche sonando antes de cada amanecer, corrí cerca de diez kilómetros, llegué al edificio, entre por la puerta doble de cristal y salude al portero con la mano con gesto serio.
Seguí por el hall, hasta llegar y llamar al elevador, mientras esperaba revise un par de correos de unas inversiones que quería hacer, así que le hecho una hojeada a los documentos, son empresas pequeñas textiles que están saliendo adelante con telas orgánicas, me gusta, el timbre anuncia la llegada del elevador y subo, apretó el botón del último piso que abre directamente en mi ático, espero a que termine de llegarpara entrar a mi sala, dejo los auriculares y mi teléfono en la mesa de entrada, camino directo a mi habitación y me desnudo caminando directo a la ducha y me quedo ensimismado pensando en varias cosas que debo hacer en el transcurso de la semana y también pienso en la cena con la loca de mi hermana.
La amo en serio que sí, pero esta más loca que una cabra, si yo soy serio, responsable y un poco desabrido (dicho por ella, no por mí), ella es totalmente lo opuesto es alocada, fiestera y con un sentido de responsabilidad bastante amplio, según sus palabras, no las mías. Tiene su trabajo, son buenas empresas en las que a su debido tiempo la ayude a crear en el ámbito legal, ha crecido como la espuma, pero, según ella vivir la vida es más importante que tres euros demás en el bolsillo.
Todavía sonríendo enjuago el jabón de mi cuerpo y salgo, me seco y me pongo una bata esponjosa.
«pensándolo bien, no se que hace Camila con mi ropa, pero siempre está perfecta»
Me visto con uno de mis trajes hecho a la medida color carbón, elijo una corbata verde bosque y un reloj de mi colección y salgo de mi cuarto rumbo a la cocina a prepararme mi café, siempre llevo trajes, me siento incómodo sino lo hago, reviso el resto de mis correos, descartó unos mensajes y bloqueo a Fiorella, insiste demasiado para vernos, solo ella pensó que esto se volvería serio. Parece que no entiende indirectas, quedamos en vernos solo en ocasiones esporádicas, cuando nuestros trabajos nos lo permitían, yo seguía teniendo mis escarceos con otras mujeres y ella lo sabía, no éramos exclusivos, pero, empezó a querer más, ya quiere un anillo de compromiso en su dedo y le dije que eso no era posible, por lo menos no para mí.
Dejo salir un suspiro cansado.
Bajo directo al estacionamiento tomandonel otro ascensor, no me apetece ser sociable, no quiero ver ni saludar a más nadie, ni ser cortés. Subo a mi Audi y arrancó saliendo a la calle, voy conduciendo escuchando un poco de música clásica. Últimamente la música que sale es puro ruido y no me gusta. Prefiero algo que calme mis nervios y amanse la bestia en mi interior, no que la evoque.
Pero hoy no es como todos los días, no pude llegar al bufet de abogados, a mi despacho y sentarme a revisar y firmar documentos, antes de irme a los juzgados como todos los días monótonos de mi vida.
Cuando el semáforo recién pasa a verde y yo hecho arrancar el coche, me percató demasiado tarde de una camioneta chevrolet el camino bastante deteriorada, se pasa un alto e impacta con mi carro.
Luego de unos minutos, horas o ¿segundos?, ya no lo sé, de los cuales los paso aturdido y con un silbido en mi oído izquierdo, escucho un ruido constante que me hace reaccionar un poco y me doy cuenta que el ruido viene de mi ventana que estaba toda agrietada producto del impacto, todavía aturdido quito el seguro de la puerta al tercer intento, busco salir salir y veo que no puedo. Algo me frenaba.
Estoy molesto por el accidente, por mi coche arruinado y frustrado por esa estupida camioneta, no me fijo en que todavía tengo el cinturón de seguridad puesto y es por eso que no puedo salir, un hombre canoso con la cara llena de preocupaciones me ayuda, quitandome el cinturón y preguntando no se que cosa. Siento que tengo la cabeza metida bajo el agua, los sonidos están amortiguado.
Todavia aturdido y más molesto cada segundo que pasa, todo el accidente empieza a pasar por mi mente, a lo lejos se escucha una sirena de lo que supongo es la ambulancia o de policías y me doy cuenta que ya puedo coordinar un poco más mi audición y mi vista.
El señor seguía preguntándome cosas y entendí que me decía si estaba bien y que no debería levantarme, pero sigo insistiendo en que estoy perfectamente bien y que puedo levantarme.
El señor se aleja poco a poco y yo como estoy impaciente y no me gusta que me vean con condescendencia me levanto muy rápido y me mareo, perdiendo un poco el enfoque en la vista, me tambaleó y en ese momento llega la ambulancia y unas dos patrullas y me vuelvo a sentar, mientras veo que los policías empiezan acordonar el accidente de tránsito.
Momentos después dos personas bajan con una camilla de la ambulancia y se fijan en el señor del otro coche y luego su atención pasa a mí, un hombre casi tan alto como yo me pone un collarín y una chica en su veintena, de uno sesenta y algo regordeta me pone una linterna en los ojos para verificar mi reacción, revisaron mi pulso, me preguntaron la fecha, el presidente y el número de un familiar para comunicar que me llevaban al hospital más cercano.
Estoy harto de tantas preguntas.
Pensé un momento y decidí darles el número de Alessandra, porque mi madre se volvería loca y le daria un ataque y mi papá, pues no sabe quedarse callado y sería mas de lo mismo.
—¿Tienen un celular para poder llamar?— la chica me ve por un momento sopesando si debería prestarme su teléfono personal.
Mientras su compañero termina de anotar todo lo que le dicte, accede a prestarme su celular y luego procedo a llamar a mi secretaria y pedirle que cancele todas mis reuniones y le explico que tuve un accidente y que no me esperen por el despacho; sin dejarla emitir un buenos días, ni que pregunte si estoy bien, pingo a otro abogado en mi caso de esta tarde, luego cuelgo, me siento cansado creo que la adrenalina del momento está dejando mi cuerpo y subo a la ambulancia, caminando, ni loco hago que me suban como si fuera un inválido.
Mi hermana llega al hospital casi una hora después que yo, luego de unas cuatro horas de múltiples exámenes y radiografías me dan de alta con unos medicamentos para el dolor, un reposo de una semana, un collarín puesto y mi cuerpo adolorido.
¡Ja!
Como si lo fuera a cumplir, tengo muchos pendientes, no puedo dejarlos de lado solo por una ligera contusión, si estuviera más delicado no me darían de alta.
Mi hermana no deja de parlotear cuando está nerviosa.
—Hay que llamar a mamá y papá y tal vez contratar una enfermera, definitivamente tienes que dejar de trabajar porque con ese collarín no te verás bien en los juzgad… —la mando a callar —pesado—escucho que dice en un murmullo.
Llamo a mamá y le explico el accidente, le insisto que no es nada, que ya voy camino a mi casa y solo mi carro se llevo la peor parte, se preocupa, me da la bendición unas diez veces y cuelga, no antes de hacerme prometer ir este fin de semana a visitarla a ella y a papá.
Le pido a mi hermana que averigüe a que taller llevaron mi carro los de la aseguradora y luego de una diatriba de que debería descansar y tomar mi reposo, cosa a la que me niego rotundamente, no antes de ver mi coche y sus daños. Nos encaminamos a la dirección que mi hermana consigue para ver que tan mal quedó y cuando me lo van a entregar, el problema no es que tenga otro coche el cual lo tengo, varios de hecho. Es que me encanta ese carro y quiero que lo dejen perfecto. Es el carro que compre cuando me volví socio del bufete.
Cuando llegamos, esta una rampa a modo de entrada y luego el taller con sus puertas arribas, a lo lejos se ve una chica no muy alta cabello oscuro algo rizado agarrado en una cola de caballo, esta junto a mi coche, con una mujer regordete revisando mi carro, creo que es una perito de la aseguradora, también están dos hombres dándoles el visto bueno y dictandole cosas a la chica que se afana por escribir.
Nos bajamos del coche y cierro la puerta, junto con mi hermana me acerco para poder hablar con el dueño y pagar lo que sea necesario para que la próxima semana mi bebé vuelva a la carretera.
—Vayaaaaa… ¡lindo carrazo! —escucho que dice la chica, murmurando como si estuviera pensando en voz alta y se me escapa una media sonrisa. Su acento extranjero me deja un poco encantado.
Me pongo a detallará en segundos, ya que aún no repara en mi presencia y veo que me llega a las costillas, tiene una camisa sin mangas color celeste y unos jeans muy apretados, parecen una segunda piel y le quedan perfectos con ese culo respingón, siento un tirón en mi polla que me obliga a apartar la mirada de la pequeña mujer y me fijo en la mujer que parece de la aseguradora, esta entrando en sus treinta con un moño apretado en lo alto de la cabeza y está muy concentrada así que carraspeo un poco y muestro mi mejor sonrisa.
—Buenos días soy el dueño del coche— todos voltean a verme y cuando tengo su atención, sigo hablando —¿puedo hablar con el encargado? Tengo varias preguntas sobre mi auto.
La chica se adelanta a mí y veo sus ojos conectar con los míos. Tan verdes, vivos y hermosos.
«Tan verdes como los prados de Escocia»
¿De dónde vino ese pensamiento?
El tirón en mi m*****o regresa.
Me fijo en mi corbata que esta metida en el bolsillo de mi traje y es casi del mismo tono. Pero nada se asemeja ha esta pequeña hada en frente de mí.