MAGDA
Me desperté muy temprano esta mañana, con la ayuda de mi buena amiga la alarma.
«Gracias a Dios, si es por mí duermo hasta las doce del mediodía»
Me fui directa al baño porque no aguantaba las ganas de hacer mear.
«Una necesidad es una necesidad. Diría mi madre»
Cuando termino me lavo las manos, la cara y me cepillo los dientes, luego me ducho con agua caliente. Tal vez es extraño, pero, es mi rutina.
Veo que Camila me compro algunos productos de higiene, gel de baño, shampoo y acondionador todos de limón me encantan, huelen divino y pienso
«Esa señora es como mi tía, un ángel»
Peino mi melena, o debería decir peleo con ella, es que una pelea entre el cepillo de peinar y mi cabello siempre va a ganar mis pelos de loca, no lo tengo rebelde, pero tampoco dócil a según es ondulado, yo digo que hace lo que le da la gana siempre que quiere.
Me termino de arreglar y me observó un momento en el espejo me pongo un poco de maquillaje, máscara de pestañas, un poco de polvo, un brillo de labios y ya estamos lista.
Decido al final agarrarme una cola alta, tengo ojos grandes y color verdes, que nunca me gustaron y no por el color, todos se metían conmigo por mis ojos grandes y como vengo de Venezuela, el chalequeo estaba servido en bandeja de plata, mis labios gruesos que heredé de mi tía y nariz perfilada de mi madre, mi cabello es castaño oscuro casi n***o y soy pequeña en serio, muy pequeña, no paso de uno cincuenta y nueve, y no importa cuanto entrené, no crecí. Mis caderas son voluptuosa, como mi trasero dándome una figura de reloj de arena, tengo algunos rollitos en mi estómago, pero nada que hacer, amo comer. Mi cuerpo lo veo normalito, nada del otro mundo, pero donde unas tienen alturas y curvas de supermodelo, yo tengo pechos medio grandes, un abdomen medio plano y mi culo, «eso si me gusta, mi culo respingón» pienso con una risitas, me termino de vestir en mi cuarto y me pongo una blusa manga corta celeste que me gusta mucho y unos jeans de pitillo que me quedan bien, no tengo mucha ropa, así que debo impresionar con lo que mejorcito tengo en mi nuevo trabajo.
Emocionada bajo las escaleras y me reúno con Camila en la cocina, desayunamos entre cuentos y risas, me cuenta un poco de lo que será mi trabajo
—No es nada complicado niña, solo ser la secretaria en un taller de carros, de esos que pintan y los arreglan, anotar todo lo que te dicen cuando llegue un coche y tomar las llaves, a Miguel si debes ordenarle esa oficina muchacha, porque hasta un nido de pájaros puedes conseguir y si es que por eso pensé que eras perfecta para el trabajo, ese hombre tiene buena mano para los carros, pero no para los papeles— dice con una sonrisa— lo demás te lo explicará el Magda.
—No se preocupe Camila, yo arreglo ese desastre, en unas semanas todo funcionará bien. Como motor nuevo
Terminamos nuestro desayuno y salgo a tomar el bus como me explico Camila que hiciera. Espero no perderme, no quiero llegar tarde en mi primer día.
Llego sin problemas al taller, dándole gracias a Dios y cuanto santo me sé, por no perderme, pregunto por el señor Miguel y lo van a buscar.
A los pocos minutos se asoma el Señor Miguel, es un hombre ya entrando a los cincuenta con una pequeña barriga cervecera y mide uno ochenta máximo, aún con su barriga se conserva bastante bien para su edad.
—Conozco a Camila desde niños, como negarle un favor y si es para una muchacha tan bonita, pues aún más, pasa... —se me queda viendo un momento, caigo en cuenta a los pocos segundos que nuevamente no recorde presentarme. Mierda, me apresuró a responder.
—Magdalena señor, pero por favor, todos me dicen Magda es más corto– expreso rápidamente.
—Ok, bueno... Magda—me dice con una sonrisa contagiosa — esto es lo que tienes que hacer, y que Dios te ayude muchacha— terminamos de entrar al taller.
Me presenta a los trabajadores, soy mala para los nombres al principio, así que no me fijo mucho en ellos, ya tendré tiempo de aprender todos los nombres, todos parecen buenas personas y hay una chica que pinta los carros, quede super asombrada, luego veo si le puedo preguntar cosas sobre autos para aprender más. Me gusta aprender de todo un poco.
Luego de que Miguel (insistió mucho que lo llamara por su nombre), me explicó todo lo que necesito saber y me dio una computadora que manejar que tiene más años que Maria castaña, me puse a ordenar ese gallinero, Camila no mentía hay papeles desde antes de que yo naciera y casi cumplo diecinueve, aunque no sea algo que siempre célebre desde hace unos años.
Dejo de divagar y me enfocó en lo que denomine por decisión unánime mi nido, y así pasan unas tres horas, hasta que entra Miguel, me sonríe y me dice que necesita salir para hacer unas vueltas. Asiento con la cabeza mientras sigue diciéndome
—Va a venir un auto, parece que hubo un choque y la aseguradora lo va a mandar en la grúa— sigo asintiendo, mientras me sigue explicando —solo debes recibir el coche, las llaves y guardar en un sobre las pertenencias personales del auto para enviarlas al dueño, el tipo debe estar todavía en el hospital, va a venir un perito de la aseguradora para hacer un informe y verificar que no es perdida total, toma nota de lo que te diga ella y los muchachos, ellos van a sacar un presupuesto rápido de todo lo que necesita el auto para pedirlo a las tiendas de pintura y de repuestos— se despide, gira en sus talones y se va en su esgartalada camioneta.
Una hora después me tocan la puerta, es uno de los chicos avisándome que ya llego el carro del accidente, tome un pequeño block de notas que conseguí en el mar de papeles y una pluma, salí de mi nido a ver que me esperaba, a los cinco minutos llegó la señora de la aseguradora y muy eficiente se presentó como Gabriela Méndez y comenzó su revisión sin más dilación, dictó con eficiencia y anotaba al mismo tiempo en su iPad, una serie de palabras que a mi se me antojaba en chino o japonés aún así las anote, a los minutos llegaron los chicos a dar su punto de vista y dictarme los repuestos, muestras de colores de pinturas para ver cual n***o quedaba bien con el cochazo (sus palabras no mías)
Estoy tan concentrada anotando lo que me están diciendo, que no me fijo en quien acaba de llegar, hasta que dicen con una voz profunda de barítono.
—Buenos días, soy el dueño del coche— todos volteamos a verle y sigue hablando - ¿puedo hablar con el encargado? Tengo varias preguntas sobre mi auto.
Todos voltean a verme, como esperando que reaccione, pero si es que parece que me comió la lengua el gato, se me sonrojaron las mejillas y me di cuenta, que si Miguel no estaba, a mí me tocaba dar esas respuestas que esperan.
—Buenos días, señor... Mmm bueno si quiere me dice a mi las preguntas y yo se las contestaré, el señor Miguel no se encuentra pero, debe estar por regresar— digo con una sonrisa amable.
Se me queda viendo un momento y luego suelta una risita burlona y dice: —No es por ofender, pero, prefiero esperar a el señor... Miguel— dice, haciendo énfasis en la palabra señor, frunció el ceño un momento enmarcando sus muy azules ojos, su mirada parece hipnotizar, pero el entendimiento de lo que dice entre líneas llega a mí y es mi turno de fruncir el ceño, no me gusta lo que da a entender este señor.
—Bueno, él no se encuentra, pero yo si, no se preocupe se hablar y escribir desde los cinco años, estoy segura que puedo responder un par de preguntas sencillas— le suelto sin pensar, su ceño se profundiza aún más y se que metí la pata en mi primer día de trabajo.
¡Sólo, genial!
Mi boca siempre a tenido vida propia y si estoy molesta más rápido aún. El desconocido se ve molesto y su contestación así me lo confirma cuando me dice:
—Mejor espero, señorita, pero gracias ¿está segura de tener edad para trabajar?
—Por supuesto que sí, que cree ¿que Miguel es irresponsable? —pongo mis manos en la cadera y el cruza las manos en su pecho y yo continuo —mire ¿no es mejor que me pregunte? y si no se la respuesta seria darle la razón y ganarías, pero tengo aunque sea una oportunidad para equivocarme, en cambio usted asume que soy una descerebrada que no sabe ni dar la hora— espeto molesta.
Los chicos miran al señor y a mí, como si fuera un partido de tenis y veo que hay una tensión en su hermosa boca, que aplana en una línea, nos quedamos unos minutos en una ridícula guerra de miradas que ninguno piensa perder, pero soy terca y orgullosa, no voy a bajar ni mi mirada, ni mi cabeza.
¡Que se cree ese tonto!
Supongo que nadie le responde así a un niñito de papá, veo por el rabillo del ojo que una chica de tez clara, casi tan alta como el tonto del culo, de cabello rubio y ojos también azules, pero más amables, un vestido con un solo hombro de color borgoña y unos tacones que me dan vértigos de verlos desde aquí, se ve más costosa que toda la ropa que tengo en existencia.
Los chicos carraspean y se que intentan salvarme, se que debo disculparme, la chica se ve muy divertida y yo, bueno pues, yo no se donde meterme.
—Lo siento señor... — intento recapacitar, me quedo esperando una respuesta, que no llega, él está intransigente y no me va a dar su nombre, la mujer de la aseguradora sale a mi rescate y se ocupa de alejarlo de mí.
Es lo mejor...
Mejor vuelvo a mi nido.
Me voy rumiando por lo bajo y calmando mi alocado corazón.
Se nota que lo que tiene de guapo y sexy lo tiene de idiota.
Es un imbécil de manual.
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