Reclamos

1493 Words
La gente no siempre va a entenderlo o acéptalo. Por ejemplo, mientras comía con los amigos de Felipe, pude entender que ellos formaban un grupo con una historia y secretos. Han pasado por tanto juntos que no hay cabida para las mentiras, y todos sabían que él me había contratado para estar con su familia. Ibrahim y Raymond son las personas más importantes en la vida de Felipe, y creo que desde el principio me equivoqué y me odian. El primero tiene una contextura normal, pero come demasiado y parece no importarle qué come, mientras que el segundo es más cuidadoso y piensa en la calidad de lo que ingiere, pero es muy delgado. Lo más importante es que, a pesar de parecer las Naciones Unidas con diferentes tipos de cuerpos y tonos de piel, se adoran mutuamente. Desde la habitación de Felipe iniciaron su primer videojuego y su primera empresa, y desde entonces son más que inseparables. Cada cosa que digo o cada pregunta que me hacen la analizan con detalle. Como Felipe está en modo dieta y yo puedo comer de todo, elegí unas carnitas asadas, aguacate y ensalada, y una bebida sin azúcar. Los dos me miraron con resentimiento, especialmente cuando vieron el plato de Felipe. —¿Qué es eso, Felipe? —pregunta Ibrahim. —Estoy cuidando mi dieta, así que estoy haciendo algo que se llama keto. —Mi hermana hace eso, y no puedes comer carbohidratos, es peligroso vivir así. —Es bueno para el cerebro, está indicado en personas con enfermedades como la epilepsia y ayuda a evitar las convulsiones. —Felipe no padece de nada. —insiste Raymond. —¿Fue idea de Mina? —Fue idea de mi nutricionista. —responde Felipe. —¿Cuántos días llevas con esto? —Llevo cuatro días, y he leído que estoy pasando por una gripe keto, es un fastidio, pero he visto los resultados en otros pacientes y creo que también es beneficioso. —¿Y vas a poder dejar de comer carbohidratos por completo? Nunca más comerás pizza. —Existen opciones de pizza keto, y más adelante planeo cambiar a una dieta baja en carbohidratos. Sus amigos parecen desconcertados, pero eso hace que me odien aún más. Intentan hacerme preguntas sobre mi vida personal, a las cuales respondo según lo aprendido con la entrenadora de Madison. Felipe cambia de tema y les muestra algo en su celular. Sus amigos parecen más tranquilos, pero cada vez que cruzo miradas con alguno de ellos, su mirada se transforma en fuego. Madison me ha dejado muy claro que un cliente no puede dejarme en la estacada, y Felipe no parece querer hacerlo. Sin embargo, de todas formas, esto trae consecuencias y no quiero tener que enfrentarlas en este momento. Además, el número de clientes no puede ser mayor a tres, por lo que no puedo ganar un millón de dólares turnándome entre clientes. Felipe se disculpa para ir al baño y me pregunta si quiero algo más de comer. Me niego y le doy las gracias. Me quedo sola en la mesa con los dos jóvenes que parecen molestos conmigo, y trato de mantener la sonrisa. —No nos gusta la idea. —Sí, creemos que vas a dejar en blanco las cuentas o no vas a entender que él es una persona con sentimientos. —Sé eso, sé que es muy bueno, muy dulce, y realmente quiero ayudarlo y ser su amiga. —Las amigas no cobran por sexo. —No tenemos sexo —interviene Felipe. —Pensé que era porque les cuesta socializar, no porque estuviesen planeando atacar a Mina. —No queremos atacarla, queremos saber qué pasa con ella. ¿Y si le hace daño? —Sí, Felipe, una cosa es pagar por ver sexo y otra por tenerlo —comenta su amigo, y Mina asiente. —Entiendo su preocupación, pero el sexo no es parte de mi contrato. Acompaño a Felipe a donde él quiera, y si a ambos nos apetece tener sexo, hay un costo adicional. Felipe y yo hemos jugado más videojuegos que nadie, él le paga a una agencia, no a mí, y no soy una estafadora. Soy una persona que trabaja acompañando y entreteniendo a la gente. —Estás obligándole a no comer pizza —la afirmación de Ray me parece inmadura, pero de todas formas le respondo. —Le propuse cuidar de su salud para que no se sienta avergonzado por su físico, Raymond. Tú eres delgado y él tiene una contextura normal —señalo a su amigo—, pero comer pizza no significa que ninguno de los dos sea saludable. ¿Hace cuánto no te haces un chequeo médico? —¿Por qué no hablaron antes conmigo? Yo soy el que está cansado de que le llamen gordo y de que todos hagan cosas grandes en sus vidas. La gente se gradúa y tiene hijos, mientras nosotros jugamos videojuegos desde casa. —En nuestros Penthouse, y tenemos dinero y autos —le recuerda su amigo. —Felipe, el éxito no se mide con una sola vara. Ninguna de las personas que conocemos tiene la experiencia, el dinero o el trabajo que tenemos nosotros, y de eso debemos estar orgullosos toda la vida. —No sabía que te molestaba estar gordo. —Sí, me molesta. —Bueno, a mí me molesta estar flaco. —Los tres amigos ríen, y yo me contagio. —Ven a hacer ejercicio con nosotros mañana. —Sí, contraté un entrenador. —Perfecto. —Ahora, ¿podemos intentar hacer que Mina se sienta bienvenida y quiera ser nuestra amiga?—Ambos jóvenes asienten, y yo sonrío. Felipe toma su billetera y se dirige a uno de los puestos. Yo les pregunto a los chicos algunas técnicas para ganarles a sus amigos en su propio juego. Los dos me ven como si estuviera loca, y después de reír a carcajadas, me sueltan algunos tips. La verdad es que están tan emocionados que hablan muy rápido y me cuesta entenderlos y creo que mis dedos no son capaces de hacer lo que dicen, pero intento aprender para sorprender a Felipe cuando regresemos a casa. Él regresa unos minutos más tarde con na bandeja en la cual hay tres batidos y tres bananas splits con todos los topping existentes, intento no reírme, pero me dejan en shock cuando felipe pone uno frente a mí. Acerca su puso a sus amigos y ellos lo chocan, Felipe les promete lo siguiente: —No voy a dejar de ser su amigo porque deje de comer como una adolescente. —Mejor para nosotros —comenta Ray y sus amigos ríen. —Hay postres keto, voy a buscarte uno. —No, la idea es comer sano y obvio los postres son lo mejor, pero quiero comer lo más limpio posible. —Los edulcorantes son una mierda. —Sí, como las vacunas —Felipe se ríe y los chicos me retan a comerme esta montaña de azúcar que puede detenerme el corazón, explican cómo pretenden que me coma esa combinación y me río antes de dar un sorbo largo a la bebida que parcialmente me congela el cerebro. Después meto en la boca una buena porción del helado con plátano. Ellos se ríen y yo intento no morir mientras me lleno de azúcar. La verdad está deliciosa la idea. —Esta es la verdadera pregunta de oro, Mina. Si fallas, te quemamos en la hoguera —Asegura Ray. Felipe se cubre la mitad del rostro. —Por eso estamos solteros —asegura Felipe. —Dale, voy a ver qué tan ñoño eres —los tres comparten una mirada y se ríen. Deciden dejar la pregunta para luego porque es demasiado ñoña. Yo me voy a casa de Felipe con la sensación de que me he perdido una pregunta buenísima. Mientras caminamos hacia el edificio y disfrutamos de la noche, le pregunto a Felipe de qué se trataba. —¿Qué te parecen los videojuegos? —Son cool. Antes no lo entendía, ahora me parece respetable y educativo si quieres verlo de alguna forma. Por ejemplo, hay juegos como el tenis para el televisor, eso hace que los niños se muevan… —Ey, guapa, cuando ellos te pregunten, solo responde “cool”, “estupendo”, “genial” —asiento—. Pero sí tienes razón. —Yo soy muy fan de Candy Crush. —No les digas eso. —¿Por qué? —No es comparable, y la gente lo considera malo, adictivo. —Bueno, yo voy por el nivel 3000 en casi cinco semanas y, para ser sincera... casi nunca pierdo. —Yo voy por el 2500. No les cuentes tampoco —le tomo del brazo y sonrío mientras seguimos andando. Veo a unos tipos acercarse hacia nosotros como con intención de asaltarnos. Apuro a Felipe y él me pide que me mantenga tranquila, pero yo, definitivamente, estoy en pánico.
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