TRECE Caitlin y Caleb permanecieron juntos en una enorme terraza abierta que estaba afuera de los Claustros. Observaban la noche. A lo lejos se podía ver al río Hudson asomándose entre los árboles desnudos de marzo. Caitlin también alcanzaba a ver las diminutas luces de los autos que cruzaban el puente. La noche transcurría en absoluto silencio. —Necesito que me respondas algunas preguntas, Caleb —dijo ella con sutileza después de varios minutos de haber permanecido callada. —Lo sé. —¿Qué hago aquí? ¿Quién crees que soy? —le cuestionó Caitlin. Para hacer la última pregunta necesitó un poco más de tiempo y reunir todo su valor—. ¿Y por qué me salvaste? Caleb miró al horizonte un buen rato, durante el cual Caitlin no podía saber en qué pensaba o si respondería sus preguntas. Finalmente