DOCE Los pasos hicieron eco en la amplia escalera de piedra que estaba pobremente iluminada. Caitlin pasó su mano por debajo del brazo de Caleb. Esperaba que él la dejara mantenerla ahí, y él lo permitió. De hecho, apretó su mano con firmeza. Una vez más todo parecía estar bien. Caitlin sintió que podría bajar a las profundidades de la oscuridad siempre y cuando estuvieran juntos. En su cabeza, sin embargo, aún había demasiadas preguntas. ¿Qué era ese Consejo? ¿Por qué había insistido Caleb en llevarla? ¿Y por qué estaba empeñada en permanecer al lado de él? Lo más fácil habría sido negarse ahí mismo, decirle que ella no quería ir, que prefería esperar arriba. Pero no quería eso: ella quería estar con él. Ya no podía imaginarse en ningún otro lugar. Nada tenía sentido. En lugar de recib