Kagome se miró una vez más frente al espejo. No sabía por qué se había entregado de esa manera a ese ser odioso y horroroso, pero de algo estaba segura, se iba a vengar de cada vez que ese hombre la humilló. Una de las empleadas entró a la habitación y la ayudó a vestirse, el corsel la dejaba sin aire, pero no podía dejar que Inuyasha viniera él mismo a vestirla. Su pelo en una coleta ondulada y odiaba la manera en la cual sus pechos de veían más grandes con el vestido. Con una mueca se miró una última vez y salió del lugar. Al bajar vio al hombre o demonio que la miraba con una sonrisa curvada. Inuyasha la recorrió por completo con un descaro que hizo a Kagome girar el rostro en otra dirección. —Te ves bien—murmuró con su voz sacada del mismo infierno. Kagome ignoro el cumplido, pero cu