Kagome caminaba por los pasillos del palacio en busca de ese hombre que la evitada hace dos días. Para ella no era un misterio eso, ya que si Inuyasha la veía en un lugar tomaba un camino completamente diferente para no tener que estar cerca de ella. Suspiró y miró a los establos y allí lo vio. Se veía majestuoso al lado de aquel caballo. ¿Por qué siempre se veía superior a los demás? Él no lo intentaba, le salía natural. Algo en su estómago se removió al verlo tan dócil acariciar el animal. Kagome frunció el ceño, no sabía qué hacer. Fue para buscarlo, pero verlo tan tranquilo de pronto se le antojó delicioso. Negó y caminó a paso decidido hasta que la mirada brillante y dorada como el oro cayera en ella. Kagome sacó su lado juguetona y lo rodeó con una sonrisa viendo la incomodidad de