—Señora, Abi… señora, Abi. Es tiempo de despertarse… Oigo en susurros la voz de la señora Eliza llamando con cautela. Aprieto mis ojos y llevo mis manos a ellos para frotarlos antes de abrirlos. Estoy sumamente cansada, anoche logré conciliar el sueño casi a las cuatro de la madrugada. «No sé cuántas vueltas di» —Buenos días Eliza… —digo en medio de un gran bostezo—. Mi alarma no ha sonado, ¿Qué hora es? Comienzo a buscar mi móvil por debajo de mi almohada pero no está. También lo busco en mi mesa ratona, pero tampoco está. «No puede ser…», echo mi cabeza hacia atrás y bufo algo irritada. —Son las nueve de la mañana, señora Abigaíl. ¿Está todo bien? —¿Por qué la pregunta? —la miro confundida. Tomo asiento mirándola de pie frente a mí mientras comienzo a estirar mi cuerpo realmente