¡A prisión!

1037 Words
Tuve a mi hijo en mis brazos, solo un instante, porque luego murió. Su último aliento fue en mis brazos. Esa mañana grité, supliqué que mi bebé reviviera, pero no pudieron salvarlo, o no quisieron hacerlo. A los dos días abandoné esa clínica, con mi vientre y brazos vacíos. Llegué a casa y estaba en completa soledad, no había nadie esperando por mí. Mi madre había muerto luego de enterarse de mi embarazo. Maté a mi madre de decepción, la asesiné con mis decisiones. Y mi triste vida no terminaba ahí, aun me faltaba vivir lo peor. Vi a Charles unir su vida a esa mujer, su ex, con quien tuvo un hijo. Ese día quise morir, morir para dejar de sentir. Charles abandonó el país, y mi vida se volvió más desdichada, fui acusada de asesinato cuando el mismo hombre con quien Charles me encontró quiso abusar de mí. Yo solo me defendí, lo golpee con un candelabro en la cabeza, salí corriendo de mi propia casa, llegué a casa de Vanesa, esperando que me ayudara, pues no tenía a nadie más a quien acudir, pero ella me entregó a la policía cuando el hombre que golpeé apareció muerto. Fui juzgada, condenada a muchos años de prisión, y mi vida ahí dentro se convirtió en un calvario. Recibí constantes palizas, sabía que no era porque me portaba mal, ni porque me tuvieran odio. Eso se debía que alguien estaba pagando para que me atacaran. Aprendí a defenderme, a pelear por mi vida. Quería vivir, porque ahí afuera estaban todos los que me hicieron daño, porque algún día saldría, y cuando ese día llegara, iba a destruirlos a todos. Ese día llegó, cuando un impresionante hombre se sentó frente a mí y me hizo una propuesta —Acepta ser mi esposa, y te aseguro que podrás vengarte de quienes te encerraron en este lugar. ¿Su esposa? -Musito para mí misma- ¿Quién es este hombre? ¿Por qué me propone esto? Estoy por preguntar cuando se presenta—. Soy Michael Turner, primo de segundo grado de Charles Turner y, tengo el mismo sentimiento hacia esa familia, creo que juntos formaríamos un gran equipo para destruir a los Turner. ¡Primo de Charles! escuchar ese nombre provoca que mis venas se ardan y mi cuerpo se caliente como el fogón. Tenía años, seis años sin escuchar su nombre y, nunca pensé que el día que lo volvería a escuchar, sería hoy, sobre todo, de un Turner mismo. —¿Y es necesario casarnos? —cuestiono porque casarme es lo último que pienso hacer, menos con un Turner. —Solo siendo mi esposa podrás ingresar a casa de los Turner, estar a su mismo nivel, sobre todo, tener los mismos derechos que ellos, o más, porque soy el único heredero de los bienes de mi abuelo, con los cuales se quedó mi tío abuelo y, ahora que me encontraron, que los abogados dieron conmigo, tendrán que devolvérmela. Estamos hablando de un 50% de todo lo que tienen los otros Turner, más sumado lo que conseguí por mi propio esfuerzo, y te digo que no es poco, estaría sobre todos los Turner y, todo aquello estará a tu disposición. —Se escucha muy hermoso para ser real —me inclino hacia él y mirándole directo a los ojos pregunto—. Supongo que hay algo más detrás de esto ¿Verdad? Porque no creo que seas un alma compasiva que se haya apiadado de mí —me sonríe y, debo reconocer que tiene una hermosa sonrisa, igual que él. —Me enteré de que fuiste la amante de Charles, estuvo a punto de abandonar todo por ti —me rio de lo que dice— ¿No me crees? Pues te digo que Charles Turner había decidido abandonar el liderato de la familia para vivir en la pobreza contigo, pero decidiste traicionarlo. —No lo traicioné, ¡a mí me drogaron! —digo apretando los dientes. —Como sea, el caso es que Charles no creyó en ti y, te abandonó, se marchó sin importarle lo que pasara contigo, se casó con su novia, tuvo un hijo con ella. Creo que no habría más venganza que, regresar casada con su primo, eso lo desestabilizaría por completo y, desestabilizado Charles, será más fácil atacar. Solo imagina como se podrá toda esa familia cuando vean ingresar a Rafaela Adams ingresando en esa casa —este hombre parecía el mismo diablo, me tentaba, me tentaba demasiado, podría decir que mis pies, manos y lengua picaban por dar ese paso, por decir sí, pero debía leer ese documento, porque seguramente que me haría firmar un documento, porque estúpido no se veía. —El contrato —vuelve a sonreír, se gira apenas para abrir su maletín y, sacar de esta el documento. Lo agarro y le paso una rápida revisada, levanto los ojos y, con seguridad digo—. Me lo quedaré, tengo que revisarlo. —No tengo problema, pero lo que, si te digo que, tienes hasta mañana en la tarde para darme una respuesta, soy demasiado impaciente como para esperar —asiento. Me levanto y digo. —Mañana tendrá mi respuesta, gracias por la visita —le extiendo la mano, me la estrecha y mirándome fijamente dice. —Espero que sea la correcta —le muestro una media sonrisa y, me giro para irme. Paso la tarde y la noche leyendo el documento, hasta ahora no encuentro nada malo, nada que me afecte. Aunque si lo pienso, a mi nada puede afectarme, ya estoy destruida, ya me rompieron y me destruyeron, no creo que casarme con Michael Turner pueda destruirme más. Mi compañera de celda ingresa, le entrego el documento para que lo revise. Es bueno que otros ojos los vean, sobre todo que me den su punto de vista—. Pero Ela, esta es la oportunidad que estabas esperando, podrás ser libre. ¿Qué esperas para llamarle a ese hombre? —Creerá que estoy muy necesitada y, de eso se aprovechará. Esperemos que me visite nuevamente mañana. Si algo he aprendido es que, no se debe dar a notar lo ansiosa que estás. —¿Y si no viene?
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