Adam. La sonrisa que trae en sus labios no le llega a los ojos y puedo ver que ni siquiera está siendo amable o considerada, solo está ahí, echando una furia por los ojos que incomoda a la mujer que tengo al lado, quien jamás la conoció en persona y parece, que no va a conocerla en realidad, porque sea lo que sea que haya pasado para que cambie tanto, no es la persona con la que me casé. —¿Qué estás haciendo aquí? —intento que no se nota demasiada la sorpresa que siento, caminando junto a ella para tomarla de la cintura, pero se aleja de mí casi de inmediato. —Ava, permíteme presentarte a mi secretaria, Kimberly... —Oh, encantada—tiende la mano, esperando que Kim la estreche y cuando lo hace, enfoca la vista en el anillo de diamantes que tiene en su dedo, lo que hace sonreír y no sé p