Dos fieras

1171 Words
—Entonces niñita, ¿acaso me tienes miedo?—comienza a reír cínicamente. —¿Es que acaso no aprecias tu segunda oportunidad de vida?—mi pregunta al parecer la hizo enojar. —Mejor porque no dejas de hablar y actúas—estaba a punto de atacar cuando un aura conocida se acerca. —Kagome—el susurro de Inuyasha fue tan suave y dulce que casi llega a mi corazón, lastima que mis sentimientos estén tan escondidos. Me mira tan intensamente que sentí flaquear, pero me mantuve normal. —Inuyasha—mi voz sonó fuerte y clara. —Vaya, vaya, hasta que apareces Inuyasha, pensé que ya no querías a la muerta de barro—Kikyo lo miro mal. —¿Qué hacen?—Inuyasha ignora el comentario de Naraku, pero puedo percibir su enojo por su sola presencia, sus manos formaron puños. —Verás mi querido Inuyasha—habla Naraku—estas señoritas van a tener un combate y ni tú, ni yo, ni nadie lo impedirá—termina de decir Naraku. —Inuyasha no puedes dejar que eso pase—mi vista se enfocó en Sango que venia junto al monje, pero no se le veía muy bien. —Acepto—basto esa simple palabra para que todo cambie drásticamente. Todos nos encontrábamos en un palacio, mi mirada viajo hacia Inuyasha, Sango y el monje, los cuales se encontraban atrapados e Inuyasha tratando de romper un campo de energía que Naraku había creado. Estaba tan enterrada en mis pensamientos que no me dí cuenta en el momento que Kikyo me ataco dándome en mi brazo izquierdo. —Tienes que estar atenta...Kagome—mi mirada fue a ella, tenia en su mano un arco con una flecha apuntando en mi dirección. —Eres tan cobarde que para poder hacerme un poco de daño necesitas que este desprevenida—le sonrío de manera arrogante y ella me mira con enojo. Narra Inuyasha Tengo que detenerlas, Kagome ya no es esa chiquita inofensiva, tiene tanto poder a su alcance que es de temer. Kikyo no sabe en lo que se esta involucrando al desafiarla, estoy tratando de romper la estúpida barrera que Naraku colocó. —Inuyasha tienes que apresúrate, esas dos son, dos fieras y están a punto de matarse una con la otra—habla Miroku y noto su preocupación. —Es verdad Inuyasha, estoy muy nerviosa, Kikyo podrá haber sido en su tiempo la mejor sacerdotisa, pero Kagome cuenta con un poder demasiado poderoso—Miroku y yo la miramos en silencio, sigo tratando de romper la barrera pero me es imposible. Narra Kikyo Ella me da una mirada y una sonrisa escalofriante, trato de mantenerme serena pero es casi imposible si me mira con esa cara, ella en cambio está de forma neutra, no se cual será su próximo movimiento. Cuando mi vista vuelve a ella ya no esta en el lugar que estaba, solo siento un dolor en mi espalda que me hace caer de rodillas. —Muy lenta—susurra con voz de hielo. —Cállate—uso mi energía en hacer un campo de fuerza y ella se aparta. —¿Crees que eso me detendrá?—empieza a reír como maníaca que por momento da miedo. —Eres mi reencarnación, vamos, no me digas que temes que te mate—mi comentario al parecer surgió efecto y de momento el campo se rompe—¿pero qué...? —mi pregunta queda en el aire cuando la veo crear una espalda. —Kikyo—la voz de Naraku me hace mirarlo, me lanza una espada. —¿Acaso me estás ayudando?—pregunto sorprendida por lo que hace. —Ni te creas—habla sonriendo—necesitaras toda la ayuda del mundo si piensas que puedes ganarle—mi enojo creció y mire mal a la estúpida de Kagome. —Necesitando ayuda para ganarme—niega con la cabeza—me das pena Kikyo. Narra Kagome Sé muy bien que mis comentarios le están haciendo mal, ella está enojada y eso me da mucha mas risa, es tan estúpida. —Vamos ataca—aliento como alguna vez lo hizo Hakudoshi conmigo. Kikyo se lanza hacia mi y yo ataco con mi espada. —Te detesto—masculla entre dientes y lanzándome su espada la cual retengo con la mía haciendo que choquen y el sonido metálico de ambas suene fuerte. —Para lo que me importa lo que pienses o sientas de mi—suelto la espada y la desaparezco lanzándole un puñetazo que impacta en su ojo. —Perra—ladra Kikyo. —No ladres tanto que haces mis oídos duelan—me río de ella. Kikyo no se de donde demonios saca un arco y dispara una flecha que dá en mi pierna derecha, la sangre baja rápidamente y todo queda en silencio. —No eres tan impactate Kagome—me dice y yo río como loca. —Lo que te espera maldita muerta—saco la flecha de mi pierna y me levanto, un leve dolor me azota pero lo ignoro. De momento mis pensamientos desaparecen y una sed de atacar a Kikyo crece, es como si no pudiera manejar mi desprecio hacia ella. Dejo que mi aura empiece a aumentar y todos me ven con miedo, saqué una alabarda como la de Hakudoshi y use mi poder espiritual en ella, me concentre en poner mucha energía en la alabarda y pronto comencé a flotar y mi cuerpo brillaba con un color violeta rosáceo, cerré mis ojos y empecé a darle vueltas a la alabarda como si de un abanico se tratará, abrí mis ojos y apunte a Kikyo. Miles de dagas se lanzaron a ella atravesándola, un grito de dolor salio de sus labios y todo el mundo estaba en shock hasta el mismo Naraku. Kikyo comenzó a sangrar y sus almas empezaron a salir de su cuerpo. —¿Cómo diablos...? —la voz de Kikyo se escucho como una suplica. —Te dije que no te metas conmigo, no me hiciste caso ahora pagas las consecuencias de tus actos—mi voz sonó fuerte y de hielo. —Kikyo—la voz de Inuyasha me hizo reaccionar, ¿le preocupaba más Kikyo?, un apretón se sintió en mi pecho. —Kagome—Sango me mira con lágrimas en los ojos. —¿Qué hizo señorita Kagome?—el monje me mira con desaprobación. —Sango—ella me mira con un poco de miedo y no quiero eso. —¿Por qué llegar a estos extremos Kagome?—me pregunta con lágrimas —Sango—mi aura baja, no quiero eso de ella, Sango es la única que no quiero que sienta miedo. —Vamos Kagome—Naraku aparece con su sonrisa. —Kagome—Inuyasha me mira molesto. —¿Qué?—espeto en el mismo tono. —Esto no se puede quedar así—habla muy molesto. De que habla Inuyasha, acaso, ¿él cobrará venganza?
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