Narra Inuyasha
Me siento un poco agotado, pero eso no me hace efecto, quiero salvar a todas las personas que me pueda permitir salvar. Esto lo hago por mi y por Kagome, sé muy bien que asi ella lo querría.
Camino por la aldea ardiendo en fuego y escucho un grito el cual se parece al de Sango. Corro y veo una cabaña que está en fuego, pero no me importa por lo que entro, todo el humo dá directo a mi olfato haciendome marear, camino a paso rápido pero no veo nada, miro bien hasta que veo un cuerpo cubriendo otro.
—¡Sango!—grito horrorizado, corro hasta ella y la cargo, veo que aún inconsciente abraza a Kohaku. Lo tomo a ambos y salgo de la cabaña al mismo tiempo que está se despoma, llevo a Sango a un lugar seguro y acuesto a Kohaku junto a ella. Me dispongo a buscar a Miroku para que la cuide ya que tengo que encontrar a Kikyo.
Narra Miroku.
Kagura ataca y yo esquivo su ataque usando mi agujero n***o.
—Monje, monje, hagamos las cosas por las buenas, tú dejas que te mate y yo soy feliz—sonríe de forma maníaca.
—Gracias por la oferta, peo no me gusta tu promisión—ataca y uso pegarminos.
—Mala agradecido, te estoy dando una oportunidad de morir sin dolor y tu te quejas—levanto las cejas incrédulo.
—Nuevamente, gracias, pero no quiero morir—la ataco, aunque en mis cualidades no estar golpear a una mujer Kagura es un demonio.
—Danza de las cuchillas—corro tratando de que no me toquen sus cuchillas.
—Agujero n***o—ella sale volando hacia otro lugar.
—Insolente, acaso piensas absorverme con ese agujero—dice histérica.
—Es lo que planeo—me encojo de hombros.
—Danza de las cuchillas—ataca, pero en este momento quedo atrapado y no tengo donde correr.
—Viento cortante—la voz de Inuyasha me saca un suspiro abrigador.
—Gracias a kami—digo a la nada.
—Miroku, pero, ¿en que pensabas?, ¿quieres morir?—está realmente enfadado.
—Nos volveremos a ver monje—dice Kagura desapareciendo.
—Gracias Inuyasha—él me mira.
—Tienes que ir a cuidar de Sango—toda mi respiración se corta.
—¿Que pasó con Sango?—solo ruego que no sea nada malo.
—No lo sé, la encontre en una cabaña que estaba en llamas con Kohaku en brazos los dos inconscientes—mi cabeza trabaja en segundos poniendo una escena que no quiero en mi mente.
—¿Donde está?—mi voz sonó desesperada y frustrada con un toque de preocupada, pero poco me importa en este momento, mi preoridad es Sango en este momento.
—Está en un lugar seguro no te preocupes—sus palabras no hacen el efecto con el cual fue su proposito, me dice donde la encuentro y corro a buscarla.
Llego donde Inuyasha me dijo y veo a Sango al lado de su hermano, camino y me siento a su lado, la enrosco en mi cuerpo y siento como se queja, poco a poco va abriendo sus hermosos ojos.
—Su exelencia—me dice y tose, le doy palmaditas en su espalda.
—¿Cómo estas Sango?—pregunto preocupado.
—Estoy bien pero, ¿acaso usted está preocupado por mi, su exelencia?—su pregunta me pilla por sorpresa.
—No sabes cuan preocupado estoy—sus mejillas se tornan rojas y yo sonrío para mis adentros. Los dos nos miramos, nuestras miradas parecen estar conectadas haciendo que nos estremezcamos por la intensidad de está, nuestros labios estan cercas, solo un poco para probar esos labios que me tiene en una tentación constante...los quejidos de alguien nos hace sobresaltar, miramos hacia donde estan los quejidos y veo que es Kohaku.
Narra Sango.
Al despertar y estar en los brazos de Miroku sentí que todas mis fuerzas se reinstalaron, estabamos a punto de besarnos, él iba a ser mi primer beso y eso me enloquece, pero al escuchar a mi pequeño Kohaku quejarse todos mis pensamientos se instalaron en él. Me acerque a Kohaku y el solo sudaba.
—Excelencia necesitamos agua—hablo preocupada.
—Ya la traigo Sango—le levanta y yo solo acaricio la cara de mi hermano.
—Te amo Kohaku—le beso su mejilla en el mismo instante que aparece Miroku.
—Aquí está el agua—la tomo y Miroku me pasa un pequeño trozo de su ropa el cual uso para mojarlo y ponerlo en la frente de kohaku.
—Gracias—sonrío y espero que Inuyasha se encuentre bien.
Narra Kagome.
—Entonces tu fuiste la culpable del incendio, ¡estupida!—sin que se lo espere me moví mas rápido quel viento con una pequeña daga y la coloque en su cuello.
—Ni se te ocurra ofenderme y mucho menos caluniarme sin saber lo que pasa—ella se sorprendió ya que mi voz no era nada comparado a lo frio, este era hielo puro.
—¿Entonces que haces aquí?—quite la daga de su cuello y la hice desaparecer.
—Eso a ti no te debe de importar—le respondí de mala manera.
—Claro que me importa—habló molesta.
—¿Y por qué te importa?—pregunte en el mismo tono.
—Porque Mi inuyasha está por todo ese fuego tratando de salvar a todos y arriesgando su vida por los aldeanos—mi pecho se sintió extraño al nombrar a inuyasha, me molesto que diga que Inuyasha es suyo, pero no se lo hago saber ya que mi expresión es neutra.
—Es su problema si los quiere salvar—contesto con voz de hielo.
—Me estás cansando estúpida—la miro enojada y descubro que me está apuntando con una flecha.
—¿Enserio?, ¿una flecha?—me río como una loca retrasada en su cara provocando confusión en ella.
—¿Qué tiene la flecha?—pregunta molesta.
—Nada, pero la persona que la maneja muchas cosas—mi comentario al parecer la enfurece más de lo que se encontraba.
—¡Idiota!—lanza la primera flecha y la esquivo con facilidad.
—¿Eso es todo?, pero que vergüenza me está dando mi encarnación—finjo indignación.
—Cuando te mate espero y Naraku no sufra—habla en tono burlón.
—Por lo menos Naraku sufra por mi, pero si yo te mato, ¿quién sufrirá por ti?—sé que dí justo en el clavo al ver su cara.
—Acepto pelear contigo—dice y Naraku aparece.
—Creo que ustedes tendrán un combate—dice Naraku sonriente.
—¿De qué demonios hablas Maraku?—mi voz lo atrajo a la realidad.
—Le propuse a Kikyo pelear contigo y acepto—me mira—pero, ¿tú, aceptas?
Que pasará si acepto, ¿haré lo correcto?, pero, ¿y si no es lo correcto?, creo que mi decisión puede cambiar muchas cosas.