No sé qué clase de habitación del baile se pospone que era esta, la chica se estaba desnudando poco a poco, tenía sus pechos fuera y sus manos insistían para que yo los tocara, ¿todo esto era normal? ¿No había dicho Darek que solo era una habitación de baile? Quizás me engañó y no me di cuenta.
—Jo…na…than. Solo tócalas.—sus pezones rozaron la palma de mis manos, haciendo un poco de costillas, creo que en la habitación empezaba hacer calor, mi corazón retumbaba, quité mi mirada de su rostro y la bajé a sus pechos, eran muy redondos, muy perfectos, demasiados firmes, casi parecían operados. Ella avanzó hacia adelante y mis manos los tocaron sin querer, pero sin querer queriendo yo los apreté entre mis dedos, sintiendo su firmeza, su redondez y sus pezones presionarme. Comencé a acariciarlos y ella echaba su cabeza hacia atrás, con sus ojos cerrados, jamás había dejado de mover sus caderas, el baile nunca paró.
Acercó su pecho a mi rostro, queriendo ponerlo entre mi cara, la empujé con delicadeza, sujetándola por la espalda, no dejaba de invadir mi cuerpo.
—Oye, oye, ¿esto es parte del baile? ¿Qué incluye esta habitación? ¿Qué tiempo tengo que durar aquí? Esto no me parece muy normal.
—Vamos a ver, santurrón. En el baile haré lo que yo quiera o… lo que tú quieras. Estoy disponible para ofrecerte una especial escena VIP, con muchas cosas incluidas, pero…—se alejó de mi y ¿se terminó de desnudar? ¡Si, así fue! Ahora estaba desnuda del todo. Aparté mi vista y me puse de pie para ir a la puerta.—¡Vamos, Jonathan! Solo será una pequeña cifra a cambio de un poco de sexo, te haré disfrutar y yo también disfrutaré.—vino detrás de mi y me abrazó por la espalda, sus manos bajaron hasta mi pantalón, tomándome desprevenido.—Creo que aunque tu rostro no lo exprese, su amiguito está despierto hace rato, me tenías engañada, cariño.—se dio la vuelta, viniendo frente a mi.—Lo deseas, aunque te haces el difícil, quieres…tener sexo conmigo, pero creo que te apenas. No soy una prostituta, tranquilo, necesito el dinero y tú necesitas el servicio, ¿qué impide que lo hagamos? Si quieres podemos ir a otro lado, fuera de aquí. Solo no digas que no.—aquella chica, insistente, se apoyó en mis hombros y con un salto se subió sobre mi, tuve que sostener sus muslos y ella aprovechó para besarme.—¡solo un beso!—se quejó al ver que yo no lo correspondía.—Un beso.
Volvió a besarme pero esta vez en la mejilla, bajó a mi cuello, mis oídos, me…me excitaba.
Fui retrocediendo hasta dar otra vez sobre el sofá, intenté dejarla allí pero con su peso me obligó a tirarme con ella, sobre ella, sus piernas no me soltaban y menos sus brazos, ahora volvió a besarme, la vi con los ojos cerrados y yo también cerré los míos. Correspondiendo al fin al beso.
Era un poco raro besar a una desconocida, estar sobre una desconocida desnuda mientras su cuerpo se pegaba al mío y su lengua hurgaba en mi boca. Mi cuerpo lo deseaba, ella quitaba mi chaqueta y yo cooperaba, se deshizo de mi camiseta y ahora desabrochaba mi pantalón. Nos besábamos como locos, mis manos tocaban su cuerpo y ella se movía debajo de mi, sus manos buscaban no sé qué cosa y al final me pasó un preservativo. Yo estaba d*****o, lo abrí con cuidado y me lo coloqué.
¿De verdad esto iba a pasar?
No podía detenerme a pensarlo o solo se alargarían mis días sin sexo en esta eterna soledad.
—¿Cuál es tu nombre?
—Kira.—respondió ella.—Mi nombre es Kira.
—Kira…—tocaba sus pechos y bajaba por su vientre. Ella estaba lista y yo me sentía ansioso, ansioso por poseerla una vez que ya le había dado paso a mis deseos, dandole la bienvenida la placer. ¿Qué tiempo tenía sin tener sexo? Ni llevaba la cuenta y ahora moría por hacerlo.—¿Para qué necesitas el dinero?—quise saber.
—Perdí mi beca, debo la universidad. Estoy atrasada. Oye… menos palabras, no es por presionarte, pero me urge que me penetres, Jonathan.—tiró de mi cuello para acercarme a ella.—Hazlo.—dijo sobre mis labios. Y mientras nos besábamos, yo me iba introduciendo dentro de ella, hasta estar en su interior, ella toda impaciente, comenzó a mover sus caderas y yo seguía sus movimientos, mordía mis labios y gemía sobre ellos, aferrándose demasiado a mi cuello, estaba seguro que me lo tenía todo rojo y que alguna marca me había dejado con sus uñas que me raspaban.
Era indescriptible el placer que me provocaba estar dentro de ella después de tanto tiempo sin ningún contacto físico con alguien mas.
Eché mi cuerpo hacia atrás y sostuve sus piernas.
Sus gemidos se elevaban conforme yo me hundía en ella y sentir cómo se movía era un poco enloquecedor, maravilloso, alucinante. La sentí contraerse y cerré mis ojos, acompañándola en aquel orgasmo.
Cuando salí de dentro de ella, Kira se acercó y retiró el preservativo, envolviéndolo en una servilleta, volvió al sofá con dos preservativos en las manos.
Comenzó a besarme nuevamente, me hizo recostarme y besaba otra vez mi cuello, me excitaba de nuevo su lengua en mi oreja. Bajó besando mi pecho y se detuvo en mi abdomen, sus manos recorrieron mis cicatrices y allí me besaron por un buen rato, su dedo tocaba la herida de bala y su lengua recorría mi operación, en pocos minutos ya estaba listo para ponerme nuevamente el otro preservativo.
—Tengo que ganarme bien el dinero que me darás, Jonathan.—dijo, colocándome el preservativo y subiéndose sobre mi, tomó mi pene en sus manos y comenzó a ponerlo dentro de ella, sus caderas fueron bajando hasta tenerlo todo, llevé mis manos a su cintura, pero Kira las retiró, esperó unos segundos y apoyándose en mi pecho comenzó a moverse. Sus pechos se movían y yo sentía el peso de su cuerpo, sus manos apoyadas sobre mí y aquel mover enloquecedor. Cubrí mi boca y ella sonrió, moviéndose más, su piel chocaba con la mía, haciendo un suave ruido, Kira comenzó a tocar sus pechos, morder sus labios y a gemir, gemir, gemir. Mirar su rostro me gustaba, toda sonrojada, mordiendo sus labios y tocándose.—¡Aaaah! Uuuhm, Jonathan…—ella se había corrido pero esta vez no sería tan fácil para mi, no en la segunda. Se fue a sujetarse al espaldar del sofá y yo me coloqué detrás de ella. Me agarré fuerte a sus caderas, dando repetidas embestidas a Kira. Tomé sus hombros por un rato, luego me acerqué y mi mano bajó hasta su v****a, la estaba estimulando mientras la penetraba, besaba su cuello y mordía sus hombros, enredé su cabello en mi mano, llevando su cabeza hacia atrás para tener mejor acceso a su cuello. Sus ojos apretados y sus piernas temblando un poco, yo quería mas pero creo que ella estaba algo cansada. Apresuré mi corrida y salí de su interior, quedándome sentado en el sofá.
Viendo el panorama, nuestras ropas estaban esparcidas, las luces de colores no dejaban de cambiar y Kira se había acostado con sus piernas sobre mí.
Había tenido sexo con esta chica, pagándole.
Fue placentero, me dejé llevar por mi cuerpo débil ante el placer y el d***o, pero ya estaba hecho, no podía arrepentirme y en todo caso, ambos lo habíamos disfrutado.
—¿Jonathan qué?—me preguntó aún con los ojos cerrados.
—Fletcher.
—Oh, como uno de los dueños, Darek Fletcher, aunque hay otro, Arnau Martin.
—Realmente son tres dueños, solo que uno llegó de último. Darek Fletcher, Arnau Martin y Jonathan Fletcher.—cerré mis ojos, recostando mi cabeza. Era tarde, muy tarde y yo tenía sueño, no sabía si ellos seguían aquí, si el show todavía continuaba fuera o qué, al menos yo había venido en mi coche.
—¿Qué fue eso que dijiste? Creo que oí mal.
—No es nada.
—¿Eres uno de los dueños?—se incorporó y empezó a vestirse con rapidez.—¿No pudiste decirlo antes?
—¿Eso cambia algo?
—¡Yo que sé! Supongo que sí, te he seducido y ahora quedo mal, ¿no lo ves?
—Bueno, creo que lo que sigue ahora es que te pague, supongo que será un depósito a una cuenta bancaria. Dame los datos.—también empecé a vestirme.
—Necesito tu número de teléfono y te envío los datos desde allí. Oye… no está tan mal, supongo que eso asegura que me pagues.—sonrió con un poco de malicia y para nada de vergüenza.
—La próxima vez, solicita el p**o primero, pueden engañarte.
—Lo sé, me diste buena espina.—cuando estuvo vestida, salió por una puerta y regresó al momento con su móvil en las manos.—Número.—dijo. —Listo, te envié los datos.
Mi bolsillo vibró y yo saqué el móvil.
—¿Cuál es la cantidad?—me senté.
—Verás, ahora que se que tienes pasta, porque eres uno de los dueños, no quiero ser aprovechada y viendo que pareces buena persona, mi precio sube, ¿está bien?—observó mis manos y después desvió la mirada.
—¿Cuál es la cantidad, Kira?
—Trece mil dólar.—dijo rascándose la cabeza, mordió su labio y luego me miró a la espera de una respuesta.—¡No es tanto para ti! Una habitación aquí cuesta mucho mas que eso, las entradas a los eventos son caras y las bebidas también, no es pasta para ti. ¡Te he dado un buen polvo!
—Pero no me quiero quedar con la sensación de que me has robado.—ciertamente, no pregunté la cantidad antes de, por lo que tenía que quedarme con la cifra que ella me ponía solo por ser uno de los dueños. La chica era un poco descarada, pero yo la había pasado muy bien.
—¿Robado?—se puso de pie y se acercó.—¿Quieres que te de una mamada para compensar por la poca cantidad que le subí?—se arrodilló ante mi, tocando mis piernas.
Para decir que no hacía estas cosas, se veía muy confiada y demasiado natural, cómoda.
—No hace falta, ya te lo envío. Asegúrate de ponerlo todo en tu carrera, así no tienes que seguir haciendo estás cosas.
—Como digas.—se puso de pie, mi guiñó un ojo y dio un salto al mirar su cuenta de banco.—¡Fue de inmediato! Bueno, Jonathan Fletcher, supongo que esto no es ni de cerca un adiós, cuando quieras estaré por aquí, guapo.—se marchó por aquella puerta y me dejó solo en aquella habitación.
¡Qué locura!