La verdad es que me quedé muy sorprendido cuando vi a Verónica huir en mi coche, pero también me dio mucha risa verla hacer eso. Observé como se marchaba y luego caminé de regreso al evento, solo para buscar a Arnau que estaba aquí, pues ya Darek se había marchado, eso lo sabía.
Sería un poco difícil encontrarlo entre toda esta gente, mi móvil y mi billetera estaban en el coche, no era como que pudiera hacer mucho.
Solo reírme con la intrépida Verónica que nunca me dijo qué quería de mí, pensé que respondería sexo, pues ¿qué puedes querer de un hombre que está enamorado de otra persona? Una relación no, eso sería imposible y muy caótico.
Cuando llegué a la entrada del evento, allí me esperaba Kira.
Esta era otra, ¿sexo otra vez? ¿Acaso necesitaba más dinero?
—Jonathan, hablemos un momento. ¿Era tu novia? Parecía enojada. ¿La encontraste?—debía de admitir que esta mujer era un poco fastidiosa y actuaba como si me conociera o nos tuviéramos algún tipo de confianza o cercanía, cuando definitivamente no era así ni tenía la intención de eso.
—Kira, para. Detente ahí. ¿Por qué me hablas con tanta familiaridad? ¿Qué te hace pensar que tendremos sexo otra vez? Aquello solo pasó y está. Yo obtuve placer y tú dinero. ¿No era ese el motivo por el que lo hiciste? ¿Qué quieres? Se directa.—dinero, seguro era eso lo que quería, quizás la otra vez no debí aceptar darle tanto, puede que ahora sintiera que podía obtener más.
—Me gustó el sexo contigo.—dijo mirando hacia los lados, la gente de dejaba de pararse a buscar bebidas.
—¿Y? ¿Qué se supone que significa eso?
—Que quiero que lo volvamos hacer.
—Pagándote, obviamente, ¿no?
—Si, pero quiero complacerte más, porque necesito una suma mas grande de dinero.—la miré, ¿qué me creía? ¿Su banco o cajero automático?—También querrás, solo debes de escuchar mi propuesta.—parecía muy convencida de que si la escuchaba yo terminaría aceptando, ¿no entendía que aquello solo fue algo que ocurrió por mi carne débil y no porque realmente yo lo deseara?
—No tengo tiempo para eso, ¿qué te hace pensar que te voy a dar una gran cantidad de dinero solo por tener sexo? Busca a otro tonto, Kira. No estoy disponible. —seguí caminando.
—¡Espera!—gritó entre el ruido, lo suficientemente alto como para que más personas la escucharan con toda claridad. —¿Solo tienes sexo conmigo y te marchas así de fácil? ¡Poco hombre!
Retrocedí nuevamente hacia ella.
—¿De qué diablos hablas?—ya me irritaba. Quería salir de aquí para ir hablar con Verónica y todavía tenía que buscar a Arnau.—Aquella noche hicimos un intercambio. Tuvimos sexo y tu obtuviste dinero, ¿cómo que me marcho así de fácil? Hablas como si me hubiera aprovechado de ti.
—¿No fue eso lo que hiciste? Te presentas en la sala del baile sin decir que eres uno de los dueños y luego tenemos sexo.
—¡Estás loca! No tenemos nada, no nos conocemos y debes de dejar de enviarme mensajes. No te confundas ni intentes mezclar las cosas. Si quieres dinero, consíguelo de una mejor manera, más honrada. Algunas cosas es necesario que nos cuesten algo esfuerzos para poder valorarlas. ¿Cómo crees que te sentirás si al finalizar tu carrera te pones a mirar atrás y te das cuenta de que la terminaste a costa de brindar sexo a un hombre a cambio de dinero? Créeme, no te vas a sentir bien contigo misma y desearás haberte esforzado más con otras cosas y no hacerlo de ese modo, así te hubiera costado llegar más tarde, pero por otros medios, no por estos en los que lo estás intentando. Solo es un consejo que te doy, deja de mirar la vida a través de billetes verdes o grandes cifras que piensas que llegarán de manera fácil a tu cuenta de banco, no es sano y sobre todo ¡Aléjate! No me busques.
Me retiré de ella para buscar a Arnau.
—¡Sólo escucha mi propuesta!—volvió a gritarme, haciendo caso omiso de todo lo que le dije anteriormente. ¿Estaba loca o qué?
Seguí caminando sin hacerle caso, buscando entre la m******d el rostro de Arnau, al cabo de unos minutos solo me detuve para pensar, ya que no daba con él.
¿En qué parte se podría sentar él? ¿Cuál asiento elegiría Arnau y Darek?
Ciertamente uno donde la vista fuera muy buena, pero que no los molestaran. Miré a los alrededores y habían unos asientos arriba que parecían de lo más exclusivos. Allí tenía que estar.
Fui buscando la forma de llegar hasta que di con la entrada.
Arnau había cambiado mucho desde la muerte de su hermano, por un tiempo pensé que se debía a Darek, pero ellos tenían muchos años de ser amigos, estudiar juntos y trabajar juntos, mas nunca Arnau se vio ligado en nada de Darek, era alguien que no sobresalía, le gustaba mucho su intimidad sin mezclarse tanto con las personas y definitivamente no era un hombre mujeriego, como Darek. Pero es cierto, cuando su hermano murió, él se aisló, pero una vez que se reintegró otra vez, estaba muy diferente, cada vez se parecía más a Arlen, actitud, acciones y comportamiento.
Quizás solo quería disfrutar de la vida. Aprovechar más su tiempo y divertirse un poco.
—Arnau.—toqué su hombro, de pie detrás de su asiento.
—¡Hey! Jonathan, sigues por aquí.
—Necesito un favor.—él se puso de pie y me acompañó a la puerta.
—¿Qué pasa?
—Mi compañía se ha llevado mi coche, pero allí tenía mi móvil y mi billetera. Necesito irme para buscarlo, ¿podrías llevarme?
—¿Tu compañía?—enarcó una ceja con curiosidad.
—Sí, la mujer con la que vine, Verónica.
—¿Y cómo es que se ha llevado tu coche?—preguntó, con una risa disimulada.—Lo siento, lo siento. Te llevaré. Déjame despedirme.—regresó con la mujer que estaba hace unos segundos sentado y se despidió.—Listo. ¿Sabes dónde podría estar?
—Creo que se ha ido a su casa. Podemos ir allí. Más que nada porque necesito mi móvil, no tanto por el coche.
Íbamos saliendo a la entrada, en unos minutos le trajeron el coche del aparcamiento.
Solo había una ligera diferencia entre Arnau y su hermano gemelo, pero era tan ligera que muchas veces yo ni la notaba, pero solo físicamente. Luego hablabas con cualquiera de los dos y sería muy obvia la diferencia, no por la voz, ya que en eso también se parecían, mas era por la forma de hablar, de los temas de conversación y los gustos. Pero insistía, para mí se parecía cada vez más a Arlen. Pero era Arnau, quizás refugiándose en la forma de ser de su hermano, una manera de tenerlo cerca.
—¿Y quién es esa mujer tan bella?—preguntó en el camino.
—Creo que es una amiga.—si es que se podía decir, porque tenía la sensación de que Verónica solo iba a despreciarme, incluso una amistad.
—¿Traes a una amiga a las habitaciones?
—No la traje a las habitaciones, la traje a ver el evento. Pero eso fue un error, debí llevarla a otro lado y nunca haberla traído aquí.—no debí hacerlo, primero porque nada más llegar Kira no dejaba de enviarme mensajes, incluso viendo que estaba con alguien más. Fue un error darle mi número, no dejaba de molestar y ahora estaba con la dichosa propuesta. Si, tuvimos sexo, pero no fue más que eso. Cada día que pasaba y veía sus mensajes, quedaba más convencido de que aquello no debió pasar. Si me ve con alguien más, ¿por qué acercarse? ¿Para qué insistir? ¿Estaba loca o solo quería desquiciarme a mi? Verónica y yo no éramos nada, pero eso Kira no lo sabía, ¿y si fuéramos algo? Aquello hubiera estado arruinado por las indiscreciones de Kira. Cosa que hizo con toda la intención.
Seguía siendo culpa mía por llevar a Verónica allí, antes de eso ella parecía un poco incómoda con la idea.
Intenté recordar la dirección y fui guiando a Arnau. Como era tarde, sin nada de tráfico, carreteras vacías, llegamos algo rápido a pesar de la distancia.
—¿Quieres que te espere o algo?—estábamos aparcados frente a su casa, mi coche estaba más adelante, podía verlo. Miré hacia su puerta y allí estaba Verónica, sentada en la pequeña rampa frente a la puerta de su casa.
—No hace falta, muchas gracias. Lamento haberte molestado.
—No es molestia. Suerte.—me bajé del coche y él siguió más adelante, hasta encontrar una pequeña rotonda; ya allí dio la vuelta, cruzando nuevamente por mi lado.
Se marchó.
——
Cuando llegué a casa, después de haber robado el coche de Jonathan y dejarlo a él tirado, aparqué y tomé del coche lo que pensé que era mi celular junto con mi bolso, pero supe que no era el mío cuando la pantalla se encendió y había un mensaje de un contacto llamado Kira, recién llegado. Aparté la vista de la pantalla pues se veía el contenido del mensaje, creo que el celular no tenía ningún tipo de bloqueo y no quería ver su contenido, pues no era un mensaje para mí, menos era mi móvil, aquello sería inapropiado. Saqué las llaves de mi bolso y me disponía a abrir la puerta de casa cuando aquel dispositivo vibró con insistencia en mi mano, de un segundo a otro ya tenía diez mensajes de la misma persona.
Kira.
Me sentí avergonzada, muy avergonzada porque la curiosidad me pudo más y estaba a punto de hacer algo que iba contra mi buen juicio.
Guardé la llave y me senté en la fría rampa a leer los mensajes sin abrirlos, solo tocando la pantalla cada vez que se apagaba.
Era la una de la madrugada, el silencio del exterior era abrumador, las farolas alumbraban las calles y las estrellas en el cielo eran muy escasas.
Sé que no debía de hacer esto y solo me torturaba.
Debía alejarme de Jonathan, que era una causa perdida, antes de perderme también.
“Se que tenías mucho tiempo sin sexo, lo pude notar mientras lo hacíamos, solo quiero ayudarte otra vez. Jonathan, ambos lo disfrutamos y obtuvimos lo que queríamos. Tú quedaste complacido y yo obtuve una parte del dinero que necesitaba”—decía el primer mensaje. Jonathan había pagado a esa chica para que tuviera sexo con él. Definitivamente no sabía nada de él y conforme lo conocía, solo quedaba más decepcionada.
“No será mas sexo simple como la otra vez, te dejaré mi propuesta aquí.”—era el segundo mensaje, de los diez que habían.
“Quiero que tengas una habitación, solo para ti y para mi, allí te complaceré dos veces al mes con cualquier cosa que quieras. ¡Cualquier cosa! Se que sonará atractivo para ti.”—escribió ella, expresando los planes que tenía con él.
“Haremos cuanto quieras, solo tienes que darme toda la suma por adelantado, si te interesa te la diré en persona. Eso sí, aquello solo será por seis meses, no será algo sin tiempo o sin fecha de caducidad.”
“Pero te daré incluso los placeres que ambos desconocemos, no sabes las maravillas que hablan de las habitaciones, se que puede parecer que solo es por dinero, la verdad es que lo necesito, pero también eres buen amante, Jonathan.”
“¿Por qué no respondes? ¿Sigues aquí? Hablemos si estás aquí.”
“Oye, es una oferta atractiva. ¡Dime algo!”
“Accederé a lo que me propongas, incluso tus más oscuros deseos, se que te los tienes muy bien guardados, así como querías esconder que te excitaba verme desnudarme mientras te bailaba y pegaba mis cuerpo al tuyo o como cuando te resistías a tocar mis pechos y luego no querías ni soltarlos, ese rostro tan serio también es capaz de sentir placer, vi como tus ojos se agrandaban conforme me penetraban. Sabroso. Sentí como si yo hubiera sido tu primera vez, aunque se que no fue así. Me gusta pensarlo.”
“Mientras escribo lo recuerdo, tuve que meterme al baño, esto me está poniendo caliente, solo piénsalo. Hacerlo otra vez, en una habitación llena de cosas que podremos usar uno en el otro.”
“Mientes si me dices que no te causa curiosidad, eres dueño también, sé que anhelas entrar y usar una de las habitaciones. No tienes con quién, aquí estoy yo. Solo cuando veas su interior sabrás de las cosas que te pierdes. Tu cuerpo es inocente, pero es candela. ¡Quiero probarlo otra vez!
Y después de un rato más, llegó otro mensaje.
“Hablémoslo en persona y cerremos los detalles. Se que aceptarás.”—eso fue todo.
Apoyé mi cabeza entre mis piernas.
¿Qué clase de persona era Jonathan y por qué me gustaba tanto hasta el punto de sentir lo mismo durante todo este tiempo? Me sentía un poco desconsolada a pesar de que sabía que no tenía motivos, es decir, no éramos nada ni lo seríamos, no dejaba de echarme en cara que amaba a otra persona y eso yo lo sabía, pero luego iba y se acostaba con esa tal Kira, pagándole por sexo.
En fin, ¿qué sentido tenía sentirme mal? Podía hacer con su vida lo que mejor lo hiciera feliz, era libre de eso. Pero, no dejaba de sentirme mal y de alguna manera herida.
Necesitaba un novio, eso era lo que me hacía falta, pero uno que le diera una sola patada a los pensamientos y sentimientos que tenía hacia Jonathan. Puede que eso solucionara las cosas mientras me alejaba.
Aquel día nunca debí besarlo, debí de hacerle caso a mi mente que me alertaba y no a mi corazón que me empujaba, siempre se me había dado fatal ser racional. Y optaba por moverme con lo emocional, pero esta vez tenía que poner más de mi esfuerzo y usar la razón.
Vi un coche que se aparcó frente a mi casa, duró unos segundos y luego Jonathan salió de él.
Estaba allí de pie, mirándome.
Moví las llaves de su coche para que él viera que estaban aquí, también levanté su móvil, con sus cochinos mensajes.
Él venía hacia mi, sus manos en los bolsillos y mirando hacia el suelo. Se sentó junto a mi sin decir palabras. Le di su móvil, sus llaves y ya está.
¡Qué tonta fui! Su celular no tenía clave, debí borrar mi número y toda existencia de él. ¡Carajo!
—Lo siento, Verónica. Te hice pasar un mal rato esta noche.
—Jonathan, quiero que quede claro, acepto todas y cada una de tus disculpas, las flores y lo que sea. Me da igual esta noche o lo que pasó. Para mí ya quedó olvidado, no me importa, no me interesa. Solo quiero que te alejes de mi, que no se te ocurra venir a mi casa, que no uses mi m*****o número y que no aparezcas por mi trabajo. Aléjate de mi.—tomé mis llaves y luego me puse de pie, él hizo lo mismo.
—Lo siento, Verónica.—lo miré, con muchas ganas de estrangularlo.
—Ya vete, ¿o es que quieres pasar para que tengamos sexo y luego darme una buena suma de dinero por eso? Atiende a tus mensajes, creo que a ambos les urge.—abrí la puerta y entré, esperando que verdaderamente no nos volviéramos a encontrar. Porque había pasado de querer verlo a toda costa y saber de él, a querer estar lo más alejada posible, no saber nada de su vida y olvidarme de la existencia de Jonathan Fletcher.
Me fui a mi habitación, sintiéndome muy desganada. Por suerte Nanna ya estaba dormida y yo no la había despertado con mi llegada.
Abrí mi armario y saqué aquella caja metálica con dibujos de Mickey Mouse que guardaba en una cajón, debajo de algunos pantalones jeans viejos. Me senté en el suelo, recostada a la cama, retiré mis zapatos y me puse de pie para buscar una crema y darme un rápido masaje, me dolían los dedos, podía sentirlos con algunos bultitos sobre ellos y algo enrojecidos de tanto caminar sin los zapatos adecuados. Le apliqué crema y los masajeé a todos con cuidado, viendo de no haberme hecho mucho daño, porque mañana tenía muchas horas de trabajo, sino la pasaría fatal. Terminado, extendí mis piernas, saqué el dinero de la pequeña caja y comencé a contarlos, lo hacía cada día para ver cuanto hacía falta, cuanto había aumentado y qué tiempo podía faltar para llegar a la meta. Tenía un poco más en mi cuenta bancaria, pero no era suficiente.
¿Cuanto más tendría que esperar Nanna para su operación?
¿Cuanto más me iba a sonreír con ese bello rostro mientras esperaba a que su hermana mayor reuniera el dinero de la operación? Era frustrante no poder hacerlo con más rapidez, pero cada mes tenía un poco más, se que pronto llegaríamos a la cantidad y la podría ver caminando otra vez y no recluida en esta casa. Correr de un lado a otro, sin esa sonrisa fingida, iríamos a muchos lugares y ambas seríamos muy felices otra vez.
Era lo que más anhelaba. Mas que nada.
Eché nuevamente el dinero, bien ordenado, dentro de la caja y abrí el cajón para guardarlo debajo de los pantalones, me quité estaba ropa y me metí a la cama, activando mi alarma para levantarme temprano, tenía que lavarle el pelo a Nanna y ella solía madrugar.
Esperaba que fuera un buen fin de semana y que ambas disfrutáramos del día.
Cerré mis ojos, ahuyentando la imagen de Jonathan Fletcher fuera de mi mente y me dormí.
No valía la pena desvelarme por él.