La cara se le cayó de la vergüenza a Jonathan cuando Verónica entró a su casa y él vio los mensajes en pantalla con todo lo que estos contenían. Se preguntaba qué tenía Kira en la cabeza como para no entender que él no estaba interesado en su propuesta y menos en ir a una habitación con ella. Seguía lamentando el día en el que se acostó con aquella mujer, el día en el que se dejó seducir y permitió a su mente ceder ante el d***o. Estaba claro que aquello solo había sido un triste error que ahora estaba pagando y lamentaba hacer pasar a Verónica aquellos malos ratos en una sola noche.
Miró hacia la puerta, no se atrevía a tocar, era algo que no podía solucionar.
¿Qué estaría pensando Verónica sobre él? Era algo que lo angustiaba.
Tenía un poco de interés en Verónica, eso no lo podía negar, pero era obvio que poco a poco iba metiendo la pata cada vez mas y pronto no tendría remedio. Él sabía lo mucho que le gustaba a Verónica y se sentía mal por herirla luego de invitarla a salir. Ese no fue el mejor plan de aquella noche.
Se fue a su coche, aquella noche no podría hacer nada. Solo marcharse a casa.
No respondió a los mensajes de Kira, pero a la mañana siguiente él le llamó.
—Buenos días.—eran las ocho de la mañana. Jonathan llevaba ya un buen rato despierto, pero la voz de Kira al teléfono indicaba que apenas estaba abriendo los ojos. Incluso la escuchó bostezar.
—¡Al fin contestas! Esperé toda la noche. ¿Ya lo pensaste? ¿Quieres que nos veamos para acordar la cantidad?—nunca pasó por su mente la simple posibilidad de que Jonathan podría rechazar la propuesta, para Kira eso era inviable, pues veía a Jonathan necesitado de sexo y placer y a ella de dinero, ¿no los hacía eso a ellos perfectos para aquel trato? Sí en los pensamientos de la joven Kira.
—¿Para qué quieres el dinero?—preguntó directamente Jonathan , antes de irritarse.—¿No pagaste la universidad con el otro que te di?
—Pero eso no me da para pagar toda la carreta. Mi idea es pagarla completa, dejar de bailar y encontrar un trabajo que tenga que ver con lo mío, así voy ganando experiencia antes de graduarme.
—Mientras te acuestas conmigo dos veces al mes durante seis meses, a merced de lo que yo quiera.—dijo, con cierto tono de repulsión hacia las ideas de que tenía la joven y su descabellada forma de conseguir dinero rápido.
—Yo no lo veo mal. Ya lo hice una vez contigo, creo que no es un mal plan. Lo he pensado mucho. Tendré mi carrera paga, es lo que me importa.
—Has visto y pensado que fue dinero fácil, ¿no? Eso fue lo que pasó. No me interesa tu propuesta. Busca a otro cliente o sigue trabajando y ahorrando hasta que llegue la siguiente vez que toque pagar.
—Pero Jonathan, yo…—no la dejó continuar, colgó la llamada y buscó donde bloquear todas las llamadas entrantes de ese número. De igual modo con los mensajes, asunto solucionado.
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Aquella tarde, Darek recordaba la escena que había visto varías noches anteriores, en el último evento que realizaron en el Dirty Desire. En el que una de las empleadas se acercaba y abrazaba a Jonathan y luego iba aquella otra mujer que este había querido que localizaran el día anterior a eso. Fue un tanto confuso para Darek, pues su primo no le comentó nada a pesar de que pasaron días desde aquello. Sin embargo, le picó la curiosidad hasta cierto extremo, como para investigar.
Era un chismoso de cuidado.
Envió a Esus a Dirty Desire para que indagara la posible relación que tenía aquella chica con su primo. Le molestaba no saber lo que pasaba allí, también quería saber sobre esa otra mujer, pero no podía simplemente preguntarle a su primo, solo sería un desperdicio de palabras, pues Jonathan no diría ni una sola palabra sobre su vida personal. Era tan silencioso y frío como una piedra.
—¿Entonces?— enarcó sus cejas frente a Esus, esperando por la información. El guardaespaldas acababa de llegar al lugar, después de haber ido a investigar como Darek le ordenó.
—El día del baile, cuando Jonathan asistió a la habitación del baile, tuvo sexo con esa bailarina. A cambio de una buena cantidad de dinero. Me lo dijo la encargada de ellas. Su nombre es Kira. Es una joven que no lleva mucho tiempo, pero la describen como algo ambiciosa y decidida. La conocen poco y se mezcla al mínimo. Dicen que es la primera vez que accede a tener ese tipo de trato con un cliente, aunque no se le vio incómoda con el hecho a pesar de haberse negado en alguna otra ocasión.—concluyó Esus con la información que había recolectado.
—Ya veo. Tuvo sexo con Jonathan, vio su vulnerabilidad y le pidió mucho dinero, no solo eso, se lo cuenta a las demás. ¿Justo tuvo que tener sexo con esa arpía?—se quedó pensativo y no le costó mucho decidirlo . —Esta noche la veré en la habitación del baile.—anunció, cargado de muchas intenciones poco agradables. De alguna forma aquella mujer le había desagradado y eso no era bueno.
—¿Estás seguro?—A Esus le preocupaba la idea que tenía su jefe, ya que sabía perfectamente lo que este planeaba y consideraba que era mejor no meterse en los asuntos privados de Jonathan.
—Bastante. Veamos qué quiere esa tal Kira. Le haré una propuesta y ella sabrá si acepta.
—Darek, no lo hagas.
—Esus, ya lo he decidido. Es una…¿cómo llamarla? Da igual, si lo que quiere es sacarle dinero a Jonathan, lo sabré.
—Pero no te irás a acostar con la misma mujer que Jonathan.
—Espero que no, ya eso depende de ella. Sabe quién soy, sabe quién es él. Está en ella acostarse conmigo o no. Yo solo iré a que me haga un baile, lo demás ya es decisión de ella.
No había nada más que hablar o decirle a Darek, Esus sabía que la decisión estaba tomada y que solo quedaba esperar a que Darek hiciera su jugada.
A las diez de la noche, lo llevó a Dirty Desire, lo dejó allí y se marchó a su casa.
Darek, ansioso por ver bailar a Kira y ver de qué era capaz la interesada joven, esperó en una de las habitaciones, dando ordenes de que sea ella la que acudiera. Se acomodó en el sofá, retiró sus zapatos y subió sus pies sobre la mesita que tenía en frente. Ya que era un experto, eligió la lista de música y aguardó, con un trago de coñac en su mano derecha.
La discreta puerta se abrió y por ella entró Kira, los ojos de Darek la enfocaron desde el primer segundo y la joven no pudo ocultar su sorpresa al ver a Darek Fletcher allí.
Para empezar, la música que este había elegido era muy lenta, tan lenta y sensual que solo le quedaba moverse con delicadeza e ir quitando las prendas que llevaba puesta.
Se sentía inquieta, pero tenía que hacer su trabajo, impresionar al dueño y no decepcionarlo.
La minuciosa mirada de Darek intentaba descubrir aquella mujer, como si con mirarla pudiera saber lo que ella quería. Terminó su trago, era la tercera música de la lista. Dejó el vaso en la mesa y movió su mano para que ella se acercara, bajó sus pies, permitiendo que ella tuviera paso más próximo a él.
Kira, pendiente a Darek, cambió su ritmo con el cambio de la música; a pesar de la cercanía, Darek tenía sus manos alejadas del cuerpo de Kira. Miraba sus pechos, observaba con l*****a sus caderas y quería darle una mordida a su t*****o, mientras su pantalón se sentía apretado en la parte abultada de su pene. Mirándolo a los ojos, Kira tomó sus manos y las puso sobre sus senos, el hombre no tardó ni un segundo en comenzar a acariciarlo por encima de la tela adornada de lentejuelas que lo cubrían. Sus pulgares se deslizaron en el interior, dando con sus pezones y Kira no dudó en dejar escapar aquel suave sonido que alentó a Darek a seguir. Retirando con toda normalidad y rapidez el s****n de ella.
La joven era de complexión delgada, rostro fino, con una barbilla un tanto alargada, sus ojos eran marrones de un tono escurro y su cabello rubio le llagaba hasta los hombros. Sus delgados brazos eran rápido y su diminuta cintura era un fuerte llamativo, junto con sus muy redondos pechos.
Kira acercó sus pechos al rostro de Darek y este hundió su cabeza en las enormes tetas que la joven le ponía a la cara. Fue besándola sin dejar de mirar a los ojos de la joven. Definitivamente para él eran operadas y podía decirlo como si de un experto de tratara. Estaban bien hechas, con unas buenas medidas y muy llamativas. La joven entrecerró los ojos cuando este mordió unos de sus pezones.
La música se detuvo y Darek paró, aunque la joven no se alejó, permaneció allí, tocando el rostro de él, quizás pensativa o pensando en retirase. Observó los labios de su jefe y se inclinó para besarlos, sentándose en sus piernas y sintiendo el sabor al licor en sus labios.
—Soy Kira.—se presentó después del beso.
—Kira. Es un lindo nombre. Soy Darek.
—Eso ya lo sé.—respondió con voz seductora, tocando el cuello de su camisa blanca.
—Entonces, Kira… ¿quieres seguir con la fiesta o ya has terminado?—iba pasando sus dedos por el cuerpo semidesnudo de ella, pasó la mano por su delicado cuello y siguió por sus hombros, a espera de la respuesta de aquella bailarina.
—Quisiera seguir con algo más que un baile, ¿está bien para ti?—movió sus caderas, rozando la erección del hombre, este plantó sus manos en la cintura de ella, haciendo más unido el movimiento.—Tengo un servicio especial que ofrecerte, algo más provocativo.—si Jonathan no quería acceder a la proposición que ella le había hecho, como caído del cielo llegaba Darek Fletcher a sus manos, o al menos eso era lo que pensaba ella. Quizás no podría sacar la cantidad que tenía prevista con Jonathan, pero era probable que esta también fuera una buena suma. No intentaría engañarlo, solo diría el precio antes, para ver si este aceptaba.
—¿Ah, si? Estoy algo ansioso por saber de qué se trata.
Fue retirando los botones de la camisa blanca que el hombre llevaba puesta. Deslizó sus manos por su pecho y luego se agachó para repartir besos.
—Primero hablemos de precio, hagamos negocios bien.
—Me parece lo adecuado, una vez que me ciega el d***o no veo otra cosa que una mujer delante mío, dispuesta a ser cogida y gemir bajo mi cuerpo.—Kira mordió sus labios, no le parecía para nada un disgusto acostarse con el otro Fletcher. Sentía que lo iba a disfrutar mucho o más que la última vez.
Darek Fletcher era un hombre apuesto, de ojos muy negros, cabello y cejas de igual color, que acentuaban mucho su mirada penetrante, a sus casi cuarenta años se veía muy bien, estaba en forma y fácilmente aparentaba menos edad de la que tenía. Gozaba de buena salud, tanto física, mental como su salud s****l, como él solía llamar a aquella actividad.
Su voz tembló al querer decir la cifra, no podría pedirle demás como a Jonathan, tenía que ir con cautela.
—Cinco mil estaría bien.—dijo, un tanto tímida.—Esa sería mi cifra.
Darek pellizcó sus pezones y volvió a besarle.
—Es algo justo, una buena cantidad, Kira. Pero yo te daré siete mil si incluimos el sexo anal.—ante aquella proposición con un aumento y una variante, Kira se quedó pensando. Había practico el sexo anal pero no era especialmente de su gusto, tampoco es que fuera muy desagradable para ella. Cerró sus ojos un segundo y después ya tenía su respuesta.
—Acepto.
Como dos locos, comenzaron a desnudarse, aunque para Kira fue más rápida, debido a la poca tela que quedaba en su cuerpo, tomó un preservativo y ella misma lo colocó en el m*****o de Darek.
Allí no hubieron ni hicieron falta besos, ambos solo se estaban dando sexo, Darek era un poco brusco y ella aceptaba todo. El sofá les quedó pequeño y no dudaron en tirarse en el suelo cubierto por la alfombra. La sala estaba llena de los gemidos de Kira y de la respiración ruidosa de Darek.
—Déjame golpear tu trasero.—le pidió entre jadeos.
Kira se colocó a gatas mientras Darek impactaba su mano izquierda en las nalgas de ella, un grito salía de sus labios cada vez que este le pegaba, allí estaba la mano marcada y Darek cambió a la otra, pero era excitante para Kira, mirada hacia atrás, viendo al hombre posicionado, con la mano levantada y aquella mirada que casi la estremecía, mordía su labio inferior pero de igual modo el grito salía de ellos. Sintió algo húmedo en su masa izquierda y luego unos dientes morderla con cuidado. Se dio la vuelta para colocarle el siguiente preservativo, ¿cuántos iban? Daba igual, no había quien los contara y ellos dos solo estaban allí disfrutando.
—Anal.—rugió Darek, con sus ojos muy oscuros, deslizando sus manos sobre el cuerpo sudado de Kira.—Ponte a gatas otra vez.—obedeció, posicionándose como anteriormente.
Ante la primera p*********n, nada cuidadosa, Kira mordió con fuerza su antebrazo izquierdo, sintiendo algo de dolor, pero una de las manos de Darek se deslizó por su v****a y allí la consolaba. Pero no por eso iba con más calma. Todo el cuerpo de Kira se sacudía y aunque había algo cómodo debajo de sus piernas, ya estas le dolían. Poco a poco comenzó a sentir placer conforme se relajaba y aquellas fuertes penetraciones la hicieron c******e un par de veces mientras Darek no parecía terminar, fuerte e implacable.
Al cabo de un rato, este se retiró, tomándola por sorpresa.
¿Había terminado?
Se retiró aquel preservativo y fue a sentarse en el sofá, no se había corrido, su pene estaba demasiado erecto como para estar satisfecho. Separó sus piernas y miró el cuerpo d*****o de Kira sentado en la alfombra. Sus pechos se movían por la respiración y un poco de cabello se pegaba a su frente húmeda.
—Supongo que no puedes quedarte así.—dijo ella, sabiendo lo siguiente que le tocaba. Gateó hasta quedar frente a Darek, entrando entre en medio de sus piernas. Se acercó al pene del Fletcher y tomándolo en sus manos pasó la lengua por la punta, cerrando los ojos y abriéndolos para mirarlo. Comenzó a chuparlo con el fin de hacerlo c******e rápido, pero más rápido se cansó su garganta y aquel hombre no se corría. Como si lo hiciera a propósito, pero ella ponía todo su esfuerzo y él parecía estar disfrutando. Quizás lo que le hacía falta era un poco de brusquedad y no ir con cuidado. Su mano izquierda tomaba sus testículos, su mano derecha estimulaba su pene mientras este se introducía en su boca hasta el punto de casi hacerla sentir arqueadas por aquella profundidad , estuvo así un rato más, pero tampoco funcionó.
Y es que Darek hubiera preferido un poco mas de sexo anal, pero notó que la chica no estaba muy acostumbrado a ello y no quiso saturarla, pero ahora ella no encontraba como terminar con aquella erección.
Darek se inclinó hacia adelante, colocando sus dos manos en ambos lados del rostro de Kira.
—Di “Aaaaaa”.—le digirió y cuando ella abrió la boca, soltando la vocal, Darek dejó entrar su pene, siendo él quien movía sus caderas y también el rostro de Kira.
Minutos mas tardes, lo dejó salir, cayendo su semen a un lado del sofá mientras Kira tosía.
Tomó un poco de papel y se limpió, alcanzando su calzoncillo y el resto de su ropa.
—Tengo los datos de tu cuenta bancaria, ya daré la orden de que sea ingresado esta misma noche.—ella solo asintió.—Kira.—su voz fría la hizo levantar la mirada, dando con un rostro serio y de alguna manera algo sombrío.—No te acerques a Jonathan, ya te has acostado con su primo, no lo busques, no eres la mujer que lo hará enamorarse de alguien más, por lo que no quiero que Jonathan pierda su tempo mientras tu solo obtienes beneficios. No es a ti a quien él necesita.—ella bajó la mirada, sin atreverse a replicar nada. Tomó su ropa y se vistió con calma.—Lo he disfrutado, gracias
Y allí dejó a Kira, vistiéndose en silencio.
Se tiró en la alfombra, ya vestida, decidiendo en aquel momento no ver, llamar o enviar mensaje a Jonathan.
Darek le daba un poco de miedo.
Tendría que buscar otra manera de pagarse la carrera completa, pero con aquello siete mil le bastaba por un buen tiempo, como para quedarse tranquila. Ya no estaba atrasada, actualmente no debía mas que los meses venideros.
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Habían pasado unas tres semanas desde que no veía a Jonathan y agradecía que este no le insistiera en llamarla o enviarle algún mensaje con su excusa de disculpa.
Estaba concentrada en otras cosas, se alegraba de sentir un poco de alivio y estaba viendo la posibilidad de aceptar una cita de un apuesto hombre que la había invitado a salir hace unos días.
Caminó despacio entre las pocas personas que habían en aquella tienda. Solo necesitaba un labial y aunque esos eran costosos, no le gustaba usar de otra marca. Hacía meses que no se compraba uno y los que tenía ya estaban casi acabados. Era un gasto casi necesario.
Se acercó al mostrador, frente a un espejo iluminado y allí comenzó a probarse aquel color. Miró de reojo una figura a su lado, Verónica no pudo evitar rodar los ojos al ver a Caroline Matthew en el espejo contiguo, probándose un labial.
¿Tenía que estar ella justo allí en la misma tienda y lugar que ella?
—Rojo arriesgado. —murmuró Caroline. Haciendo un comentario del color que se estaba colocando Verónica. Ella también había notado la presencia de ella allí, no pudiendo quedarse callada ante el tono tan chillón de labial que tenía en las manos.
—Rosa aburrido.—Respondió esta, deteniéndose a observar el nefasto color que estaba siendo esparcido por los labios de Caroline.—Horrible.
—Básico.—Murmuró enojada, observando lo verdaderamente mal que le quedaba aquel color. De igual forma, tomó un pañuelo húmedo y se retiró el labial, Verónica no hizo lo mismo, en cambio, aunque se sentía irritada de verla, se acercó para darle otro color más adecuado a ella.
—Prueba este. —Le sugirió con desgana.—Tu rostro insípido necesita algo de vida, luces muy aburrida y te vas por lo seguro.—le dijo, miró una base que le hacía falta, pero al ver la marca y saber que era muy buena, la dejó, pues no se podía permitir un labial y una base a la vez.—Mucho mejor.—le dijo al volver a observarla. Aquel tono le daba un poco mas de vida a su rostro y quizás la hacía un poco más llamativa.
Caroline se miró al espejo, viendo que su rostro solo con el cambio de labial tomaba otro color.
—Es lindo.—se dijo, sin dejar de mirar sus labios.—Pero creo que no es para mí, no es discreto. Soy madre, esposa y voy a la oficina todos los días, no puedo llevar este color tan llamativo.
—Creo que también sigues siendo mujer. Ese color te queda bien, ¿tienes prisa?
Caroline sacó su móvil y vio la hora.
—No mucha, ando con tiempo.
Verónica se alejó para solicitar a una de las chicas que maquillaba para que lo hiciera con Caroline.
—Vamos, te van a maquillar con lo que yo le diga, será discreto, pero mucho mejor de lo que llevas en la cara.—Caminó hacia el área de maquillaje donde esperaban a Caroline.
Verónica fue llevando cosas mientras le limpiaban la cara a la otra.
Caroline Matthew llevaba una vida de casada un tanto atareada, tenía dos hijos, un trabajo y un esposo. Intentaba no dejar de lado el ser mujer pero todo lo anterior consumía mucho de su tiempo. Se mezclaba con los amigos de sus hijos y ellos tenían madres un poco mas mayores que ella, por lo que trataba de estar a la par, no ser llamativa, vestir acorde a como ella creía que se vestían las madres y había dejado el maquillaje de lado, entre muchas otras cosas.
No estaba siendo muy fácil, pero estaba saliendo a flote.
No venían con un manual y la sociedad tenia sus exigencias.
Sintió como la maquillaban bajo las instrucciones de Verónica y allí mismo iban apartando los productos que usaban en ella para que lo comprase.
Cuando terminaron, Verónica le dio un espejo.
Observó su rostro, todo lo que le pusieron le quedaba mejor de lo que ella había llegado, levantó su rostro hacia Verónica y le sonrió.
—Muchas gracias. —Ambas pasaron por caja, Verónica pagó su labial y Caroline tenía una pequeña bolsa con todo lo que compró.—Te debo una disculpa.—le dijo a la salida.—La primera vez que te vi, me porté un poco grosera, pude haber sido un poco más educada con la persona que siempre tenía una flor para mi amigo.
—No te preocupes, creo que aunque hubieras sido educada, no me hubieras agradado.
—Lo mismo digo. ¿Cómo te fue con aquello?—ambas estaban de pie frente a la puerta de la tienda. Cuando vio que Verónica no respondía, intentó cambiar de tema.—¿Quieres ir a por un café? Me sobran unos veinte minutos. Aquí al frente hay uno.
—Está bien.—cruzaron la acera y entraron al café, Verónica solo pidió un agua con gas.—¿Cómo lo supiste?—preguntó y ambas sabían a qué se referían.
—Él…me lo confesó, pero creo que alguna vez pasó por mi cabeza y solo dejé ir la idea. Entré en pánico, le pegué y definitivamente manejé mal la situación. Desde aquel preciso instante dejamos de ser amigos.—dijo con melancolía. Mirando fijamente su café.—Lo culpé de egoísta por confesárseme y destruir la relación de amistad que teníamos. Una parte de mi quería que él lo siguiera ocultando para siempre, que nunca me lo dijera, porque yo no iba a poder corresponderle de la manera que él merecía, la egoísta fui yo, que quise culparlo y hacerlo sentir mal por expresar sus sentimientos solo para sentirme mejor. Todavía digo “lo siento” a la nada, porque fue algo que no hice y luego pensé que moría, me dio mucho miedo creer que mis ultimas palabras hacia él fueron tan crueles.—deslizó su mano con rapidez para no dañar el reciente maquillaje con las lágrimas que salían.—Imaginé muchas veces que sonaba mi celular y me decían que él había muerto y cada día me torturaba con lo mismo, aunque ya no fuéramos cercanos, no era capaz de imaginar un mundo sin Jonathan Fletcher. Deseaba que despertara para poderle pedir perdón por mi inmadurez ante sus sentimientos y para suerte él despertó. Pero mi disculpa no resultó como creía y en cambio me encontré con un Jonathan enojado que se desahogaba en mi cara, como si me odiara. Me lo merecía.
Verónica soltó un suspiro, muchas de esas cosas no las sabía. No pensó que hubiera sufrimiento de parte de los dos solo por unos sentimientos, jamás pensó en que Jonathan la pasó tan mal respecto a aquel tema o junto a la mujer que amaba. ¿Quién podría llamar egoísta a alguien que dice lo que siente sin estar pidiendo nada a cambio?
—¿Alguna vez sentiste algo por él? Te veías muy segura de que él reaccionaría de esa manera, estoy muy convencida de que te molestó mi presencia, saber que era yo y que intentaba contactar con él. ¿Sentías, sentiste alguna vez algo por Jonathan?
El silencio se volvió incómodo y Verónica creía que Caroline no iba a responder. Pero esta solo estaba buscando la manera de decir las cosas, de expresarlo de forma que Verónica entendiera lo que ella de alguna manera no entendía del todo.
—Creo que… en el tiempo correcto Jonathan y yo pudimos tener algo.—dijo al fin, rompiendo aquel silencio. Verónica no abundó nada más sobre eso y se quedó con las palabras de Caroline.
—Todavía está enamorado de ti.
—¿Qué pasó con toda la seguridad que tenías la última vez?
—Se esfumó en el primer intento. Siento que voy a sufrir si sigo y no soy capaz de avanzar siendo consciente de lo que puede pasar.
—Supongo que no es fácil tratar con alguien que sabes que ama a alguien mas. Al menos lo intentaste.
—Al menos lo intenté.—terminó diciendo. Agradeció por la invitación al café y Verónica se marchó primero.
“¿Cuál es el tiempo correcto para estar con alguien? ¿Cómo saberlo? ¿Y si ese tiempo no ha llegado pero creemos que ya ha pasado?”
Verónica tenía su cabeza llena de dudas, cargadas de muchas preguntas sobre los sentimientos de Jonathan y si este alguna vez podría olvidar a aquella mujer.