Llegamos a un pequeño río donde una bella cascada embellecía el lugar. —Esto es hermoso—pronuncie bajándome de Dulce. —¿Quieres darte un chapuzón?—preguntó atando a los caballos a unos árboles. —Claro que si señor— afirme entusiasmada por ingresar al agua cristalina y fresca. —No me digas así, dime Alexander—me pidió con una sonrisa.Lo observe por un momento, era extraño verlo sonreír tanto. Quizás se sentía relajado, y como no, si el día era muy hermoso para disfrutarlo. Alexander se quitó la ropa hasta quedarse en bóxer, no pude evitar ver sus perfectos pectorales y sus increíbles brazos, era un hombre muy atractivo o quizás era porque ahora lo comenzaba a ver de otra manera, ya que algo dentro de mí hacía sentir mariposas en el estómago. Él, volteó a verme cuándo sintió que lo obse