POV KIARA SUÁREZ.
― Mucho gusto, Kiara Suarez. ―me presento, estrechándole la mano, me da una mirada bastante coqueta.
―¿Suarez? ¿Eres latina? ―inquiere con atención y curiosidad.
―No, mi padre lo es, yo nací aquí. ―respondo un poco tajante, no me gusta lo xenofóbicos que son los americanos.
―Calma, solo preguntaba. ―responde al ver mi actitud, le sonrío y busco seguir mi camino, alejándome del edificio que acababa de robar. Me detiene por sorpresa y lo miro inquiriendo qué quiere. ―, ¿Cómo puedo ubicarte? Me llamaste la atención de una manera que no pudiera describir, claro, no quiero que pienses que soy un psicópata o algo así. ―divierte, me muerdo el labio de lado y pienso. ¿Acaso debería darle mi número?
― Búscame en r************* , esfuérzate un poquito, ¿no te parece? ―divierto y salgo corriendo, había pasado mucho tiempo desde que Mia me estaba esperando a la vuelta del edificio.
Gire a mirarlo una última vez, se había quedado ahí perplejo, viendo como yo me alejaba, le mandé un beso volado y seguí corriendo, llegue a donde Mia me estaba esperando y subí a su auto con prisa. Todo estaba bien, hasta que la vi con el maquillaje todo corrido y llorando sin consuelo.
―¿Qué ocurrió? ¿Estás bien? ―le pregunté, examinándola, tenía un par de moretones en sus muñecas y cuello.
―¡Me descubrió, Kia! ¡Casi me mata! ―exclama entre llanto, sorbe su nariz y me deja fría, sorprendida y preocupada por ella. ―, ¡Abusó de mí! Y sus guardas…
―¿Qué? ¿Cómo carajos paso eso? ―inquiero desconcertada, la abrazó inmediatamente. ―, Lo matare, esto no puede quedarse así.
―Kiara no tiene caso, me dijo que, si lo denunciaba o hacía algo, difundiría los videos que grabó… cuando estaba haciéndome eso…―alarga con tristeza, tragó saliva con fuerza. Siempre supe el peligro que esto atraía, pero nunca imaginé que uno de esos riquillos sería capaz de semejante atrocidad. Igual no pensaba quedarme quieta, lo que le habían hecho era una bajeza, tenía que buscar la forma de salvarla.
―No pienso dejarlo así, solo dame tiempo, juro por Dios que los haré pagar por esto que te hicieron. ―respondo con tristeza, ella me abraza con fuerza y le acaricio su cabello. ―, Mia, prométeme que no volverás a hacer esto nunca más.
―¿Volverás? Volveremos, Kia. No dejaré que sigas haciéndolo tampoco, mira lo que me pasó. También te podría pasar y no quiero eso―responde con fuerza, asiento quedamente.
―Tienes razón, es mucho el peligro que corremos… pero yo no puedo dejarlo, con esto logró pagar muchas cosas y ayudar a mi mamá, tu lo sabes. ―respondo y ella niega muchas veces.
―¡De ninguna manera dejaré que sigas haciéndolo!―exclama molesta, boto todo el aire que tengo retenido y le doy una mirada, se ve tan mal.
―Está bien, Mia. No volveré a hacerlo, vámonos de aquí. ― respondo y ella asiente, cambiamos de puesto y conduzco hasta su casa.
Al subir en el ascensor, la veo destruida y me preocupo mucho por ella. Se que esto la afectará emocionalmente por mucho tiempo, llegamos a su departamento, le pongo la tina con agua caliente y todas esas sales que a ella le gustan, luego de que entrara, la veo llorar desconsoladamente, me siento en el escalón y le doy apoyo moral. Esa noche les avise a mis padres que me quedaría con ella, por suerte la apreciaban mucho y sabían que es de buena familia y no me pasaría nada. Dormimos juntas, la abracé toda la noche, mientras ella permaneció despierta casi siempre, estaba segura que no podría dormir después de todo lo que le pasó. Me sentí culpable, yo la había metido en esto, siempre lo hacíamos, fue mi idea, además, todo lo que robábamos ella siempre me lo daba para que lo vendiera y usará el dinero, esta vez había sido demasiado, hasta para mí. No podía creer lo que ella había pasado por una tonta idea mía, la habían ultrajado y abusado como si fuera un objeto, debió sucederme a mí, no a ella.
Al siguiente día, Mia no decía más que monosílabas, me sentía peor, nada de lo que decía podía hacerme sentir mejor. Me despedí de ella y me retiré, verla así por mi culpa me estaba matando y absorbiendo. Pase por el puesto de empeño de Manuel, quien siempre me compraba todo lo que robaba. Le vendí las joyas y relojes que le había robado a ese empresario, como siempre me dio una buena cantidad de dinero. Además, que el idiota ese había ganado bastante en el casino, de todas las veces que habíamos hecho esto, ayer sin duda había sido el mejor de todos, claro para mí. Mía no había tenido la misma suerte, durante todo el día no pude sacármela de la cabeza. Estaba lastimada y era mi culpa, carcomiéndome. Llegué a mi casa y no encontré a mi madre por ninguna parte, sentí miedo, comencé a buscarla por todas partes y la encontré desmayada en el baño. Asustada comencé a llamar a mi papá, pero no atendía, desesperada llame a emergencias y finalmente llegaron a los minutos, nos llevamos a mi madre a la clínica y a llegar no nos querían atender porque mi madre no tenía seguro, dije que podía pagar la factura y solo así la recibieron. Se la llevaron a emergencias y me dejaron en una sala de espera, me era imposible quedarme quieta, me movía de lado a lado y mi mente divagaba entre lo que le había sucedido a Mia y lo que le estaba pasando a mi madre, estaba nerviosa y la impotencia que sentía me hacía llorar. Odiaba llorar, me hacía sentir débil y frágil. Por más que le marcaba a mi papá, no lograba contactarlo, seguramente estaba muy ocupado. Después de un par de minutos que se hicieron eternos, apareció una doctora.
―Familiares de la señora Carmen de Suarez. ―anunció la doctora, me dirigí hacia ella apresurada.
―Soy la hija, ¿Qué tiene mi madre? ¿Qué le pasó? ―pregunte desesperada.
―Como sabe, su madre tiene cáncer, hemos visto que la operaron y extrajeron el seno derecho donde se situaba. Pero desafortunadamente el cáncer migró e invadió todos los órganos vitales, su madre no mejorará, por el contrario, empeorará y de manera rápida… ―alargó con gentileza la doctora, mi mente se había puesto en blanco y solo repetía una y otra vez las palabras de la doctora, “su madre no mejorará”.
―Dígame la verdad doctora por favor…―supliqué sabiendo que había algo más, que ella me estaba ocultando.
―A su madre no le queda más de un mes de vida, joven. ―dijo finalmente, lágrimas saladas bajaban por mis mejillas, siempre lo supimos, pero papá y yo siempre quisimos mantener una esperanza que no servía para nada, estaba perdiendo a mi madre, la estaba perdiendo y eso me mataba por dentro.
―¿Puedo verla? ―pedí, ella asintió y me guió a la habitación en la que la tenían.
Estaba dormida, imaginaba que por los sedantes y medicamentos. Me acerque a ella y bese su cabeza, la habíamos rapado hace unos días, lloré desconsoladamente a su lado, mientras la tomaba de la mano. No podía creer que mi madre, la que durante años me cuido, me guio, me enseñó tanto, estuviera al borde de la muerte. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que existir esa maldita enfermedad? ¡La odiaba! Detestaba su existencia, me estaba quitando lo que más amaba, a mi mamá. Todo era culpa de mi padre, si tan solo él hubiese dejado su obsesión con mi educación y hubiera invertido todo ese dinero en la salud de mi madre, ella estaría sana. Lloré por horas, sintiéndome deshidratada fui a la cafetería por un agua, entonces como si el destino existiera, lo vi. De espaldas ordenando en la barra, el mismo hombre con el que había chocado saliendo de ese edificio ayer. Ignorándolo y fingiendo que no lo reconocí arregle mi cabello y limpie mi cara, camine hasta la barra y ordene un agua y algo de comer, estaba muriendo de hambre.
―¿Kiara? ―escuché que llamó a mi lado, fingí no escucharlo y ordene. ―, ¿En serio vas a ignorarme?
―¿Perdón? ¿Te conozco? ―fingí nuevamente, no le daría el gusto. Además, me sentía horrible por el estado de mi madre y no tenía cabeza para nada más.
―Soy Sebastián, chocaste conmigo ayer. ―intento divertir, voltee mirándolo.
―Ah sí, hola. ―dije con el más mínimo ánimo.
―¿Solo Hola? ¡Te he buscado por todas las r************* posibles! ¿Y adivina qué? No existes, bueno al menos en el internet. ―dice divertido, logra sacarme una media sonrisa.
―Bah, no me interesa. ―respondo encogiendo mis hombros. ―, Un gusto haberte saludado o lo que sea. ―digo recibiendo mi agua y Sanduche, perdiéndolo de vista, por suerte.
En otras circunstancias hubiese aceptado una salida de ese sensual hombre, pero en estos momentos me sentía muerta en vida, habían abusado y golpeado a mi mejor amiga por mi culpa, mi madre estaba muriendo y a mi padre no parecía importarle ni un poquito. Tenía mayores preocupaciones en estos momentos, al llegar nuevamente a la habitación, lo vi junto a mi madre.
―¿Hasta que te dignaste en aparecer? ―inquiero tajante, se gira hacia mí y corre a mi encuentro, queriéndome abrazar. Lo apartó con fuerza. ―No me toques, te llevo llamando horas desde que la encontré desmayada en el baño. ¿Y recién apareces?
―Hija, no me trates así. ―responde, evita mirarme. ―Yo… estaba ocupado, no tenía a la mano mi teléfono. Sabes que mi trabajo es pesado. ―argumenta, pero me estaba mintiendo, podía sentirlo. Me acerque a él, cuando note algo peculiar en su camisa blanca. Abrí mucho mis ojos y lágrimas de rabia e impotencia vinieron a mí, tenía rastro de labial en su camisa. Estaba con otra mientras mi madre moría lentamente.
―Si sientes algo de vergüenza, lárgate de aquí. ―le advertí, me miró desconcertado. ―, ¿Trabajando? ¡Hueles a perfume de mujer! Y adivina, traes una mancha de labial en tu puta camisa.
― Hija no es lo que estás pensando, en serio…―intentó defenderse. ―Yo estaba trabajando, de verdad.
―¡Lárgate! Lo que menos necesita mi madre en estos momentos, es saber que la estas engañando con quien sabe que mujerzuela. ―respondo echa una furia. ―, Eres increíble de verdad, no quiero que vuelvas a hablarme nunca, ni tampoco a mi madre, si te acercas a ella, se lo diré todo.