El sonido del tocar de la puerta despertó a Briana, y ella se sentía como si había despertado en una dimensión desconocida ya que estaba acostumbrada a siempre despertarse con la luz de la pequeña ventana que daba hacia su litera en la celda de la cárcel. El olor del lugar era a lavanda por lo que también se quedó sorprendida. Vio que estaba en una cama de hotel y enseguida se tocó sus partes intimas para ver si había tenido acción sexu.al.
«No pasó nada» pensó.
Luego, en voz alta se preguntó:
—¿Dónde estoy?
—Buenas, señorita, soy el botones ¿servicio a la habitación?
—¿Servicio a la habitación?
Enseguida, la rubia se levantó de la cama, encendió la luz porque todo estaba oscuro y al ver todo con claridad puso sus manos sobre su boca de la impresión por el lujo que vio.
—¡Oh, Dios mío! ¡Estoy en un hotel de lujo!
«Toc…toc…»
—¿Señorita?
—¡Ay, necesito saber que pasó, ¿Por qué rayos estoy aquí en este hotel de lujo!
Asi que, Briana de inmediato abrió la puerta, y entrecerrando los ojos por la claridad, vio a aquel jovencito muy nervioso sonriéndole.
—¡Hola, señorita ¿Cómo está? Me llamo Austin y trabajo aquí.
—¿Quién me trajo aquí?
—Eh… la trajo un señor llamado Javier, no sé su apellido. Nos dijo que la encontró en la calle borracha y para su seguridad la trajo aquí, pero no se preocupe su estadía esta paga.
—¿Javier? Mmmm ¿De casualidad ese tal Javier no traía una especie de pasamontaña que nada más tenía al descubierto sus ojos y su boca? ¿Y estaba vestido de motorizado? —entrecerró su ceño.
—Eh… no señorita, para nada. El señor Javier estaba vestido normal.
—Ok, claro… ¿Y por cuanto tiempo es mi estadía en este lugar?
—El señor Javier nos dijo que hasta cuando usted se quiera ir.
—¿Y ese Javier quien es? ¿Una especie de santo o qué? Porque este hotel si mal no recuerdo la noche es de mínimo 1000 dólares.
—1500 dólares señorita, ya aumentó la suite presidencial. Creo que 1000 dólares fue hace años.
«¡Claro pasaron cinco años y es obvio que todo aumentó!» pensó Briana.
—Oh, ya veo. Pero bueno eso es mucho dinero, ese señor parece raro.
—No, de hecho no lo es, es muy buena onda, da excelentes propinas. Y también se preocupó mucho por usted para que no le hicieran daño. Me dijo que viera como estaba para ver si se levantaba ya que se quedó dormida desde ayer en la tarde. ¿Tiene hambre?
—Si.
«¡Aprovecharé solo un rato y luego me iré. Quien sabe que loco será ese tal Javier y después me quiera cobrar todo! Creo que es el loco del casco, se veía que tenía dinero por su traje y esa moto tan costosa!»
—Bueno, ¿y ese señor Javier viene por aquí a menudo?
—Mmmm, no siempre señorita, solo cuando es necesario.
—Ok. Entonces… ¿puedo comer lo que se me antoje o solo lo que ustedes me den?
—Pues… él me dijo que usted puede pedir lo que quiera.
«¡Bueno, entonces… a aprovechar mientras! ¡comeré él desayuno que tanto anhelé por cinco años!»
Briana aclaró su garganta y pretendiendo no mostrar el hambre, para mostrarse a la altura como la chica de alta sociedad que era, le preguntó:
—Ok…tienen ¿té de lavanda?
—¡Si señorita. Tenemos todo lo que usted pida y si no, pues nosotros se lo conseguimos no hay problema!
—¿Enserio? ¿Lo… que yo les pida?
—Si.
—Bueno, entonces, quisiera unos huevos escalfados, mermelada de fresa, tocino que esté muy crujiente, si es posible cinco tiras, tres croissant, queso crema, jugo de naranja endulzado solo con miel y el té de lavanda por favor.
Aquel botones con una sonrisa muy amable le contestó a Briana la hambrienta:
—Creo que todo eso lo tenemos aquí. ¿Le añado alguna fruta señorita? ¡Tenemos unas fresas bien gigantes!
Briana en extremo muy emocionada por dentro le contestó:
—Si por favor, trae las fresas gigantes. Y… un analgésico para el dolor de cabeza.
—Con gusto señorita ya se las traigo.
El chico se fue, Briana cerró la puerta, y por primera vez en cinco años esbozó una leve sonrisa al ver todo el lugar. Ella sabía que su comodidad cinco estrellas no seria por mucho tiempo porque no conocía a aquel hombre, y luego de cinco años de prisión, y gracias a Zaid, ahora desconfiaba de todo el mundo y no era aquella chica ingenua que fue encerrada. Asi que, se quitó los zapatos, ya que, Javier no quiso hacerlo porque eso era invadir su espacio personal y estando descalza, se lanzó en esa cama tan cómoda. Entonces, estando bocabajo con sus ojos cerrados dijo en voz baja:
—Ah… se parece a la mía. Y tiene este olor a lavanda que tanto me gusta. Es mi favorito. ¿Será que… este es mi premio por tanto sufrimiento? ¿Dios se acordó de mí?
Luego, La mujer se levantó y dio una pequeña paseada por aquella suite tan lujosa, llena de mármol y de luz tenue y caminando descalza obvio que fue hasta el baño. Encendió la luz y vio un gran jacuzzi, el cual en muchas ocasiones soñó estar y no en aquel baño de agua sucia de esa cárcel tan descuidada.
—¡Guao, parece que hoy daré una probada de lo que era mi antigua vida gracias al tal Javier! ¿Por cierto? ¿Qué seria de la vida de ese hombre? ¿Habrá ido al hospital?
Enseguida, imágenes un tanto borrosas se le vinieron a la cabeza, en donde le estaba rogando a ese hombre por tener sexo. Así que, poniendo sus manos en su rostro cerrando sus ojos con fuerza, de la vergüenza que sentía suspiró diciendo:
—¡Ay, Briana que hiciste! ¡Ahora ese hombre quizá pensará que eres de esas prostitutas baratas de la calle que se venden por un dólar! Me estaba ofreciendo por pollo y cervezas, ¡Qué vergüenza!
Mientras tanto el presidente…
El hombre, con su cabestrillo en su brazo, haciéndose el desinteresado mirando su itinerario, con las piernas cruzadas escuchaba la conversación que sostenía Javier con el chico botones.
—Mmmm ¿Entonces me dices que esta bien y que le vas a mandar a preparar el desayuno? …ok, me alegro de que la chica se encuentra en buen estado. Avísame cuando se vaya… que tengas buen día. —colgó la llamada.
—Parece que la loca de la carretera… perdón… la ciudadana se encuentra bien. —dijo William, con su mirada en su Tablet.
—Si señor, como lo escuchó, pidió desayuno. Me imagino que debe estar hambrienta.
—Se nota que le gusta comer, ayer se comió dos canastas de pollo ella sola. Y nueve cervezas. Es pequeña y delgada, pero tiene un apetito feroz.
—Parece que… en un corto periodo de tiempo la conoció muy bien señor.
El presidente con su mirada en su Tablet, con el rostro serio le contestó:
—Si, tu sabes que me fijo mucho en el comportamiento y en la manera de actuar de las personas. A esa mujer le gusta la comida y no le importan los lugares horribles. Me intrigó un poco. Cualquier chica normal no comería en ese lugar ni que le ofrecieran mil dólares, pero a ella no le importó.
—Mmmm, claro.
—Oye, también vi… que no tenía ropa, al lado de ese hotel hay una tienda, dile al chico que le diga que se puede comprar algo decente. Ese vestido que tenía puesto casi ni le quedaba. Le quedaba muy ancho, no se de que lugar salió pero, se ve que no de uno muy bueno.
Javier alzó una de sus cejas y con una sonrisa de medio lado le comentó:
—Ok…le diré al botones que le ofrezca eso. ¿Pero…porque tantas atenciones a esa chica? ¿La había visto antes señor?
El presidente puso su mirada hacia Javier, y muy serio le respondió:
—No, no la vi antes, y las atenciones hacia ella, no es porque me guste como mujer si eso estas pensando. Es porque, esa mujer se nota que está peor que yo y se nota que necesita ayuda. Una persona se ve que está en una buena posición económica gracias a su zapatos. Y los de ella estaban más que desgastados y se veía que le quedaban algo grandes.
» Asi que, está peor que yo que vivo en el lujo. También lloraba acerca de su vida privada diciendo que fue engañada por el exesposo y que no la dejó tener un bebé, razón más para decir que su vida es más miserable que la mía. Por esa razón, me provoca ayudarla, pero solo para sentirme bien conmigo mismo, no por ella, no la conozco y tal vez, no la vea más. Dile al chico al chico que le compre ropa. —Puso su mirada de nuevo en la Tablet.
—Si señor, ya le diré…
De inmediato, el presidente recibió una visita sorpresa de su esposa Linda, la cual, comenzó a sobre actuar que estaba muy lastimada por toda esa situación, con su rostro palidecido sin usar maquillaje.
—William, mi amor, buenos días. ¿Cómo está tu brazo?
—¿Qué haces aquí? —preguntó con sequedad.
—Pues vine a saber como estabas, me preocupo por tu salud y… se que es la primera vez en muchos años que tienes una fractura.
—Estoy bien, puedes retirarte hacer tus asuntos, recuerda que de ahora en adelante solo nos veremos cuando sea necesario y haya eventos. Del resto no quiero verte.
En ese instante, Linda miró a Javier.
—Javier ¿Puedes retirarte? Necesito hablar con el presidente a solas.
—No, Javier no se va, la que se va eres tú. Te dije anoche que ya no quiero verte. Ya me cansé de tus mentiras y que me vieras la cara de idiota.
—¡Pero William, tú mismo me obligaste a que te fuera infiel! ¡Casi nunca estabas y yo tenía mis necesidades como mujer!
Javier vio que el tema era algo intimo y enseguida se retiró. Y linda estando de rodillas ante William mirándolo con algo de desespero continuó:
—¡Tu me enviaste a los brazos de esos hombres!
—¿Yo? —sonrió con sarcasmo —, tu misma fuiste la que te ibas con ellos. Bastante que te cumplí como hombre y te llevaba conmigo a todas mis reuniones para que no estuvieras sola. Nunca te engañé y nunca te fui infiel a pesar de que tenía muchas mujeres en bandeja de plata, pero no quise hacerlo porque te respetaba y sabia que si te enterabas, eso te dolería.
» Tu sabías que en casa mi padre le fue infiel a mi madre y no sabes el dolor que eso a ella le causó y a mi que estuve con ella. Por eso me juré no serle infiel a mi esposa si me casaba algún día, pero resulta que mi adorada esposa me fue infiel a mi porque solo era una zorra que se acostumbró a esa vida. Fuiste mi error Linda, y ya no puedo hacer más nada si no que fingir hasta el final.
Linda se sintió algo ofendida con las palabras de William y mirándolo con enojo le respondió:
—¡Ok, vine en son de paz, para pedirte perdón, pero veo que no quieres que se acomode nuestra relación!
—Nuestra relación ya no sirve.
—Venía a ofrecer mis óvulos para la madre sustituta, pero veo que no vale la pena. Usa los óvulos de la plebeya asquerosa que será la madre de tu hijo. —se levantó —Me voy a una conferencia…adiós.
William con su mirada hacía su Tablet, con desdén le respondió:
—Adiós, igual, ya no quiero nada contigo...
Unos días despues...
—Señor, a que no adivina quien será la madre sustituta —comentó Javier.
—¿Quién es? ¿La conozco?—preguntó William muy ansioso.
Nota de la autora Lily Andrews
¡Muy pronto habrá maratón chicas!