Zaid ya estaba vestido, bien peinado, y con la herida en su mano ya curada gracias a su joven amante Alina. En ese lujoso apartamento secreto tenía todo lo que necesitaba: una joven y delgadita sirvienta disponible para tener relaciones íntimas cuando Jenna le fastidiaba, autos y ropa. Lo único que le faltaba en ese momento para estar listo era atar su corbata y era obvio que la jovencita Alina quien estaba parada sobre la cama para alcanzarlo, con su larga cabellera azabache mojada y una toalla atravesada, le ataba la corbata. Aquel demonio se sentía tranquilo, porque había drenado su rabia aniquilando a esos tres que hicieron que su hijo o plan B como él le llamaba se fuera de esa casa y a su vez, había tenido sexo con Alina en ese baño. —¡Ya estás listo mi amor, —terminó de atarle su c