Día viernes… Ese día para William fue uno de los más ocupados, ya eran las siete de la noche y se encontraba en Nueva York. Por suerte no estaba en Los Ángeles que era más lejos hasta Washington D.C. Tenía una pequeña reunión con el gobernador de nuevo, pero inventó que tenía una “urgencia” en Washington y ya no podía estar más ahí. Aquella urgencia se llamaba: acostarse con aquella loca de la carretera que no sabía porque lo encendía tanto. Asi que, tomó su avión presidencial y se fue directo hasta Washington para ir a verla, pero antes la llamó diciéndole: —Señorita Spencer, dentro de poco estaré ahí, ¿se encuentra como le dije? —Si, señor presidente… ¿Le mando una foto? —contestó ella deseosa por estar con él. —No señorita, no puedo, hay muchas personas a mi alrededor. Prefiero… ver