Ambos se desplazaban rápidamente para llegar al edificio de comida Italiana. Angélica corría como loca con pésima estética y cero glamur. Corría haciendo demasiado ruido al pisar muy fuerte, muestras se esforzaba porque su mochila no cayera de los hombros. Además la ropa que llevaba no era muy cómoda lo que le hacía dar pasos muy largos y torpes.
El espíritu por su parte volaba dando algunos giros en el aire entre otras piruetas. Lo hacía tan elegantemente o con experiencia como si hubiera nacido volando.
-¿Puedes hacer menos ruido? -Le decía mientras se acercaba a su rostro.
-Lo hago lo mejor que puedo -decía ella mientras se sofocaba -Correr no es lo mío y hemos recorrido el camino a gran velocidad.
-¿A esos pasos lentos le llamas gran velocidad? En verdad no estás hecha para el deporte.
Habían dejado de correr por el ancho patio para ahora hacerlo entre los pasillos que unían a los edificios. En ellos el espacio estaba más reducido y la presencia de personas le dificultaba mantener el ritmo al menos a Angélica. El maestro Chef atrevesaba todos los obstáculos sin ningún problema. Se daba el lujo de pasar por algunas personas una y otra vez observando sus rostros y divirtiéndose con los escalofríos que les provocaba al hacerlo.