9. Tradición familiar

1224 Words
[Paulina] Habían pasado dos meses desde aquella vez que Lucero intentó arruinar mi imagen publica como la esposa del gobernador Francisco Diaz, en estos meses no dejé que se acercara a mi esposo, no me le despegué de encima, se podía notar que ella se mostraba celosa, pero realmente no me importaba, conocí a su esposo, Gerónimo, es una buena persona, amable, educado, no puedo creer que no se de cuenta de que Lucero no lo ama. En estos dos meses eh estudiado, eh aprendido a realizar eventos a beneficio, eh sabido comportarme con educación ante las cámaras, eh conocido muchísimas personas importantes y estoy orgullosa de mi avance —buenas tardes mi vida— dice Francisco entrando a la habitación, besando mi frente, sonrío —buenas tardes, ¿cómo te fue en la oficina? ¿todo bien? — pregunto colocándome los aretes, Francisco se deja caer a la cama, quitándose la camiseta, dejándome ver sus perfectas abdominales, encendiéndome por completo Asiente, cubriendo su rostro con ambas manos, suelto una risa y me pongo de pie —que lastima, si me hubieras dicho que muy mal, te lo hubiera compensado con un poco de sexo antes de irnos a esa cena importante— digo acercándome un poco más a él, Francisco entrecierra los ojos y me toma de la cintura tirándome a la cama junto con él —entonces me fue terrible, maté a un hombre, encerré a una chica y golpeé a un anciano— dice soltando algunas risas y haciéndome reír con él, comenzó a besar mis hombros, subió mis piernas a su cintura y con sus manos hábiles comenzó a masajear mi trasero y mi entrada… Últimamente Francisco se había vuelto todo un seductor conmigo, era insaciable, teníamos sexo todas las noches, al despertar, en la ducha y al volver y a mi me encantaba hacerlo, se estaba ganando mi corazón y yo me resistía a que lo hiciera, no podía cegarme por esto… —abre los ojos— me dice cuando me tiene con los ojos cubiertos, me dijo que me tenía una sorpresa Abro los ojos como platos al ver el hermoso relicario que estaba frente a mí, era en forma de corazón y adentro había espacio para colocar dos fotos, ya había una de el, y eso me causó ternura —quiero que esto sea una especie de… buena fortuna, cuando tengamos nuestra primera hija, pondrás una foto de ella aquí, cuando tengamos a un segundo hijo quitarás la mia y pondrás la suya, cuando crezcan les entregaremos uno igual y ellos lo pasarán a sus hijos y sus hijos a sus hijos, será una tradición familiar— dice acariciando mi rostro y viéndome fijamente, paso saliva y lágrimas quieren salir de mi rostro Nos vemos fijamente por algunos segundos, mi corazón late con fuerza, Francisco me mira con demasiada ternura, casi con amor —Paulina, se que has pasado poco tiempo conmigo, que soy un maldito por la forma en la que… entré a tu vida, pero en este tiempo me eh dado cuenta de que, estoy sintiendo algo muy fuerte por ti y es curioso porque… creí que… creí que no lo sentiría nunca, con nadie, pero luego, llegaste tu con tus ideas locas, tu fuerza de voluntad, con esa forma altanera de verme, con esa voz potente y tu arrogancia y…— lo interrumpo —no me defiendas cariño no es necesario— digo sonriendo, él asiente —te has ganado a todos aquí, en la oficina me han felicitado, mi madre está contenta contigo, no deja de hablar de ti y yo… que más puedo decir— sonríe de lado, asiento Nos mantuvimos abrazados por un buen rato, hasta que comenzaba a hacerse tarde, no me quería levantar, las palabras de Francisco habían retumbado en mi cabeza con fuerza, no me amaba eso era obvio, pero almenos no le causaba tanta indiferencia. Me coloqué el vestido verde olivo que me había regalado Fran hace algunos días atrás, hoy teníamos una cena importante en casa de uno de los alcaldes de la región y mi marido por ser el gobernador tenía que estar presente —odio estas fiestas, esos idiotas no pierden oportunidad de pedirme dinero, pero son necesarios para cuando me vuelva presidente, su voto representa el quince por ciento en las urnas— dice de forma despectiva, ruedo los ojos, nunca me ha gustado la forma en la que Francisco se refiere a las personas humildes. Bajo a la cocina para revisar que todo esté listo, me había ofrecido a cocinar una lasagna, Francisco dijo que no era necesario, que no es bien visto que la esposa del gobernador de la ciudad cocine, pero le resté importancia. Al llegar con Amalia hago una mueca de desagrado, huele horrible —Amalia ¿qué le pusiste a la lasagna?— pregunto haciendo una mueca de asco, ella al verme se acerca a mi, nerviosa, pensando en si se equivocó en algo —nada señora, lo mismo de siempre, yo verifiqué que todos los ingredientes fueran frescos— dice nerviosa, asiento mientras camino a la nevera para poder tomar un poco de agua —esta bien, tranquila, seguramente fui yo que acabo de pasar por las caballerizas y el olor se me quedó en la nariz— digo soltando una risa y restandole importancia al asunto. Amalia tuvo que probar la comida para asegurarse de que no estuviera en mal estado, por fortuna todo estaba bien así que si podría llevarla a esa cena. El transcurso de la noche fue tranquila, Francisco y yo llegamos a casa de Mauro Cárdenas, pero más que una casa, era una mansión completa, Francisco tomó mi mano y la apretó un poco, calmando mis nervios, trate de sonreír y relajarme, no era la primera vez que hacía esto. —bienvenidos, bienvenidos a mi humilde hogar, pasen por aqui— dice Mauro , le agradezco y mi esposo y yo entramos El corredor estaba decorada con candelabros, fotografías de el y su esposa. Llegamos al patio y también se encontraba lleno de personas, al verme comenzaron saludarnos —Paulina cariño, ven, acompáñame a revisar la cena— me dice Lorena, esposa de Mauro, asiento y nos vamos juntas a la cocina. Al entrar, una nueva ola de asco me causa querer vomitar, esto ya no era nada normal, ¿cómo era posible que me estuviera sucediendo también aquí? Lorena se acercó a mi para revisarme —¿estás segura que estás bien?— me pregunta después de revisar mi rostro y pedir un vaso con agua para poder beberla, asiento —si, si me sucedió también hace un rato, debí comer algo en mal estado, estoy bien— digo tratando de excusarme, asiente soltando una risa —¿estás segura que es eso? disculpa que me meta en lo que no me importa, pero... es normal, Francisco y tu están recién casados y supongo que han tenido mucha acción— dice entre cerrando los ojos, asiento —bastante y creo que más que antes— digo un poco apenada por la situación, ella sonriendo de lado — y... ¿ya has tenido tu periodo?— me pregunta viéndome fijamente Mi mente comienza a hacer cálculos, carajo, debió bajarme hace algunos días.... esto no puede ser real, esto no puede estar pasando....
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