La primera Dama

7. Primer diía

[Paulina]

Un nuevo día comenzaba en mi nueva vida, soy la esposa del gobernador de la ciudad más importante del país, no podía creerlo, hacia tres semanas era una chiquilla pueblerina e ingenua y ahora soy…

—toda una señora, elegante, refinada, de buenas costumbres— dice Amalia entrando a la habitación, sonrío al verla entrar

—¿y mi marido? — pregunto casi soltando una risa, esa palabra aún me causa un poco de gracia, creí que nunca estaría en mi vocabulario

—debe estar en el gimnasio de la casa, no ha de tardar en subir antes de bajar al comedor— dice sonriendo y entregándome la ropa de Francisco, ya planchada y lista para que la pueda usar, le agradezco y la veo salir de la habitación después de decirme que más tarde vendrá a hacer la limpieza.

Miro la cama, es un desastre, anoche después de que les dio el día libre a los empleados, me subió a la habitación y me tiró a la cama, tuvimos el sexo más rudo que jamás había experimentado, Francisco estaba enloquecido, me dijo que lo había dejado con las ganas en el avión y luego la manera en la que di ordenes a todo el mundo lo había hecho enojar y arder en deseo por mí, sonreí, estaba consiguiendo lo que quería.

—buenos días, cariño— me dice Francisco entrando a la habitación, entrecierro los ojos al escucharlo, frunzo el ceño al ver que se acerca a mi y me toma de la cintura para darme un beso en los labios

—¿cómo me llamaste? — pregunto separándome de él y mirándolo fijamente, sonríe de lado

—cariño, eres mi esposa ¿no? Debo llamarte de forma cariñosa— dice dejando otro beso en mi mejilla, sonrío

—¿anoche era “Altanera” y hoy “cariño”? vaya, seguramente hice algo bien anoche— digo soltando una risa, y colocando mis manos en la cintura

Francisco me acerca más a él y me habla al oído

—anoche, fuiste… genial querida, nunca me había sentido así en mi vida, espero que te hayas sentido igual— me eriza la piel por completo, aumenta el ritmo de mi respiración y hace que se me derritan las piernas y mi entrada se alborote

—es hora de desayunar, son las seis y media— digo casi gimiendo en su oído, escucho su risa burlona

—puedo llegar cinco minutos tarde a la oficina, ven, vayamos al baño— dice entrelazando su mano con la mía y caminando juntos al baño, Francisco sigue besándome y yo me dejo llevar por la corriente eléctrica que pasa por mi cuerpo, besa mis hombros y el cuello, subo mi pierna para enrollarla en su cintura, doy un suspiro cuando besa el lóbulo de mi oreja y segundos después, con sus hábiles manos baja el pants con el que hizo ejercicio, con la mirada veo su m*****o ya erecto y de un momento a otro, entra en mí, cierro los ojos dejándome llevar por el placer que estoy sintiendo en estos momentos, su lengua se entrelazaba con la mía de una forma que me tenía viendo las estrellas, sus manos estaban en todas partes, igual que las mías, no me contuve cuando sus dientes mordieron mi labio inferior

—dios— gimo con fuerza y clavo mis uñas en su espalda, tapa mi boca y sigue penetrando con fuerza, hasta que siento que mi vientre se contrae y estoy a punto de llegar al orgasmo.

Media hora después, ya bañados y arreglados para comenzar el día, bajábamos al comedor, no podía creer que estuviera sonriendo, estaba feliz, tenia que admitirlo

—señor Diaz, la señora Lucero ya lo espera afuera, dice que tiene…— Francisco interrumpe a Amalia

—un retraso de media hora, puede esperar el tiempo que quiera, desayunaré con mi esposa y después nos iremos— dice viéndola fijamente y portándose igual de majadero que siempre, ruedo los ojos y me disculpo con ella

—parece que esa mujer te trae bien revisado ¿no puedes llegar tarde ni un día?— digo comiendo de mi fruta, Francisco suelta un bufido

—es mi consejera presidencial, ella sabe que…— lo interrumpo

—ya me lo has dicho, pero si ella te dice que te lances de un edificio ¿lo harías? Por favor, Francisco, te quiere tener todo el tiempo controlado— digo en tono de reclamo, frunce el ceño y me mira fijamente

—si no te conociera diría que estas celosa— me dice con una sonrisa de lado, suelto una risa

—¿celosa? En tus sueños, querías una esposa perfecta y ahora la tienes, ¿quieres que tu madre y el resto del personal se den cuenta de que esto es una farsa? — le pregunto, retándolo y viéndolo fijamente a los ojos, niega, regresando a su lugar y desviando la mirada

—entonces querido, no me hagas enojar, terminemos de desayunar y vayamos a la oficina, juntos, tu me mostrarás lo que tengo que hacer— digo sonriendo, niega

—tengo mucho que hacer, no puedo darte un recorrido por la oficina— dice mientras se lleva un pedazo de pan a la boca

—entonces estaré pegada como un muégano a ti, no te dejaré solo, estamos recién casados y quiero aprender del mejor, cuando seas el presidente tu esposa debe saber incluso más que tu de todo en la oficina— digo con autosatisfacción, estuve leyendo demasiado sobre mi nuevo puesto, Francisco suelta una risa

—eres terca, altanera, orgullosa y eso… me encanta cariño— dice dándome un apretón en el muslo y un beso en la mejilla

Terminamos de desayunar entre risas, fuera de que es un idiota, un grosero, prepotente y dominante, Francisco es una persona graciosa, tiene un carisma natural, siempre tiene un comentario atinado y alguna curiosidad la cual compartir.

—buenos días señor Diaz— dice Lucero cuando salimos de casa, luego me ve y su sonrisa desaparece

—y buenos días señora— dice bajando la mirada, suelto una risa discreta y entrelazo mi mano con la de Francisco

—mi esposa nos acompañará el día de hoy, ella estará conmigo todo el día, quiero mostrarle algunos procesos y mostrarle el edificio, ¿no hay problema verdad Lucero? — pregunta sin verla, ella frunce el ceño y aprieta la mandíbula

—no señor, ninguno, será un honor tener a la señora Diaz el día de hoy en la oficina— dice con molestia, bajo las escaleras hasta llegar a su altura

—no solo será hoy querida, todos los días los acompañaré, quiero aprender lo más posible y no quiero estar separada de mi marido— digo para después subir al auto, seguida de Francisco

Mi primer día ha comenzado… muy bien y creo, que se pondrá mejor…