[Paulina]
Llegué a mi casa muy temprano, esperando que mi padre no estuviera despierto, me pasé la noche con Pablo, una increíble noche con mi ahora novio, decirlo aún me causaba sonreír como una estúpida y enrojecerme, me causaba ese cosquilleo en el estómago, no podía esperar para contarle a Clarita sobre mi nuevo estado sentimental, sabía que se alegraría tanto como yo, abrí lo más despacio que pude la puerta, pero para mí mala suerte, papá ya se encontraba despierto y esperando a mi llegada
—¿puedo saber a dónde te largaste toda la noche? — pregunta con molestia, paso saliva y asiento mientras lo veo ponerse de pie y acercarse a mi sin quitarme la mirada de encima
—me quedé en casa de… Clara, tuvimos mucho trabajo y terminamos muy tarde y me pidió que me quedara con ella porque es peligroso caminar en la noche— respondo rápidamente, él suelta una risa y luego golpea su mano en mi mejilla, dándome una bofetada que me tira al suelo
—¿crees que soy idiota? ¡eres una mentirosa! Te vieron anoche paseándote con un hombre, ¿Quién mierda es? Eres igual que tu madre, espero que no seas estúpida para entregarte a él— dice con furia, mi corazón late a toda prisa cuando me pongo de pie
—papá, pero… déjame explicarte, ese chico es… es mi novio— digo rápidamente, suelta una risa y niega
—¿tu novio? ¿a quien le pediste permiso para tener novio? — dice aun gritando, me pongo de pie, aun con mi mano en mi mejilla enrojecida
—ya soy mayor de edad papá, no tengo porque pedirte permiso para tener novio o para salir o llegar tarde a la casa— respondo y rápidamente siento otro golpe llegar, odiaba esto, odiaba que me golpeara
—pues mientras vivas en mi casa, mientras comas de mi mesa, me tienes que pedir permiso para todo, tu madre te maleducó por muchos años, pero eso se terminó— dice sosteniéndome con fuerza del brazo
Caminamos hasta mi habitación y me arrojó a la cama, tenía miedo, miedo de lo que me pudiera llegar a hacer, miedo de que me lastimara o que me matara a golpes igual que a mi madre, me tapé el rostro con ambas manos esperando su siguiente golpe, pero nada, solo escuché el seguro de la puerta ¡me encerró!
—¡papá! ¡déjame salir por favor!— grité, grite hasta que la garganta se me quedó seca, grite hasta mi último aliento, golpee la puerta con toda mi fuerza, pero nada, él no daría su brazo a torcer, el no abriría hasta que se cansara o necesitara algo de mí, mis lagrimas empapaban mi rostro, mi pecho ardía, espero que Pablo me busque, que venga a mi rescate y me lleve con él, es mi única esperanza, salir de este lugar junto a él, creí que podríamos decirle a mi padre sobre nuestra relación, pero no, mi padre jamás me soltará, jamás dejará que yo me vaya de esta casa mientras él este vivo…
La noche había llegado, no había comido nada en todo el día, mi estomago duele muchísimo, mis ojos se han cansado de tanto llorar, mis manos tiemblan de los nervios ¿alguien se habrá dado cuenta de mi desaparición? ¿Pablo ya habrá venido a buscarme o habrá ido a la florería?
Escucho de nuevo la puerta de la casa abrirse, me pongo de pie inmediatamente y me acerco a la puerta de mi habitación, golpeo de nuevo, esperando que me escuche
—¡papá! ¡papá por favor ábreme la puerta, tengo que salir, tengo hambre y papá… por favor! — grito de nuevo, lo escucho acercarse y quitar el seguro de la puerta, respiro un poco más aliviada, pero en lugar de poder salir, él entra rápidamente
—alista tus cosas, te largas de mi casa— dice quitando la ropa de los ganchos y vaciando mi pequeño armario
—¿de qué hablas papá? — pregunto un poco confundida, debe estar ebrio, ¿me va a correr? ¿se atreverá a tanto?
—una persona muy importante de la ciudad ha pagado mucho dinero por ti, me ha quitado un peso de encima, no te quiero volver a ver, estaré mucho mejor sin ti, disfrutando de este dinero— dice sonriendo y metiendo mi ropa y mis pertenencias a una maleta, mi respiración se agita, ¿me vendió? ¿me vendió a un desconocido?, quiero salir corriendo de aquí, miro a la puerta como opción de escape, necesito ver a Pablo, necesito irme con él
—¿me vendiste? Pero papá…. ¿Qué estás diciendo? ¿porque lo hiciste? — pregunto acercarme a él, quiero distraerlo para poder escapar
—porque me ofrecieron una buena cantidad por ti, eres virgen, eres joven, eres una maldita ingenua, tu noviecito no se apareció en todo el día, no te ama, eres solo una diversión para los hombres— paso saliva ¿Pablo no vino a buscarme? No, eso no podía ser cierto, mi corazón se quería salir del pecho y quemaba, quemaba mucho esa sensación
—papá, por favor, dime que no es verdad lo que dices, solo estás molesto porque llegué tarde, discúlpame, no volverá a suceder, yo…— me interrumpe la llegada de varios hombres al interior de la casa, frunzo el ceño, parecen guardias de seguridad
Me toman de los brazos y por más que me remueva, grite o lance patadas al aire, no puedo zafarme de su agarre
—¡papá! ¡papá por favor! — grito, llorando, suplicando para que me escuche, para que detenga todo esto
Pero no lo hace, ni me mira, ni se muestra arrepentido, ¿cuántos miles de dólares le habrán dado por mí? Los hombres me sacan a rastras de mi casa, subiéndome a toda prisa a una camioneta en color n***o, luego se suben y comienzan a conducir… No se por cuanto tiempo eh viajado, las lagrimas no dejan de salir de mis ojos, alguien me compró. Mi papá me vendió, mi papá me vendió a un desconocido…
La camioneta se detuvo algún tiempo después, los mismos hombres que me subieron a la camioneta me ayudaron a bajar, su mal humor había desaparecido, tal vez porque aquí se encontraba su jefe o que se yo, comencé a temblar, una combinación de nervios y frio me recorrían al cuerpo, el jardín por el que caminé nos llevó a una mansión, abro mis ojos como platos al ver la enorme casa a la que eh llegado, es como un palacio, grandes ventanales, un jardín enorme y hermoso, una fuente en medio de todo, unas escaleras tan grandes que tal vez podrían llenarse con mil personas, candelabros colgando del recibidor, estaba completamente impresionada, una punzada en el pecho me traía de vuelta a la realidad, la persona que vive en este lugar me compró…
Si por fuera la casa era hermosa, por dentro lo era aún más, grandes cuadros colgaban de las paredes, había jarrones caros, una inmensa sala de estar, pasillos largos y miles de puertas que no se a dónde conducen, me dejaron afuera de una de esas puertas, con los nervios al mil y un nudo en la garganta
—pasa— escuché del otro lado, una voz masculina provenía del interior de esa habitación, paso saliva y decido girar la perilla y entrar
Mis manos tiemblan, el interior de la habitación es una oficina, pero pareciera una biblioteca ya que está adornada con miles de libros
—tu debes ser Paulina Molina— dice el hombre detrás del escritorio, está de espaldas a mí, pestañeo varias veces para salir de la ensoñación de la casa y asiento
—si— digo nerviosa, escucho como suelta una risa y un resoplido, frunzo el ceño, ¿para qué tanto misterio?
Gira su silla y entonces puedo ver su rostro, es un hombre mayor, rondará los cuarenta y tantos, tiene barba de candado, está casi calvo y aunque es guapo, ya una persona mayor sin duda, frunzo el ceño, ya lo había visto antes, pero ¿dónde?
—pues ya no, a partir de hoy serás Paulina Diaz, la futura primera dama del país— dice viéndome fijamente, poniéndome completamente nerviosa, niego y entonces lo reconozco
—usted es…— me interrumpe y asiente poniéndose de pie
—Francisco Diaz, gobernador del estado y futuro presidente del país, es un placer al fin conocer a mi futura esposa— dice tomándo mi mano y dejando un beso en ella, paso saliva y la retiro de inmediato
—lo siento, pero yo… yo no puedo casarme con usted, yo tengo…tengo— vuelve a interrumpirme
—si me vas a decir que ese… granjero insignificante es tu novio, déjame sacarte de tu pequeño error, Pablo Nava no es quien dice ser— dice entregándome un periódico, frunzo el ceño ¿Cómo es que sabe el nombre de Pablo?
Levanto el periódico y lo que me encuentro no puede ser verdad, en la foto se encuentra Pablo abrazando a otra chica, anunciando su ¿compromiso?
—Pablo Nava es hijo del alcalde de ese pueblo en el que vives, está comprometido con Lucrecia Galván, una de las mujeres más importantes de la región por tener un viñedo próspero, se casaran en dos meses, fingió ser un empleado para poder pasar sus ultimos días de soltero, asi que tu solo fuiste… su desahogo, una aventura pasajera, algo... sin importancia, porque ¿que tan importante puede ser una pueblerina como tu?— dice sonriendo de lado, una lágrima escapa de mi ojo, mi corazón se siente atravesado en dos
—esto no… no puede ser, es una mentira que me estás diciendo para que me quede aquí y no, no quiero…— digo lanzándole el periódico, suelta una risa y antes de que me pueda mover me detiene, tomándome del brazo y sosteniendo mi rostro con su otra mano, pierdo la respiración
—yo ya pagué por ti, me da igual lo que pienses, solo te estoy mostrando la verdad, necesito una esposa, ahora la tengo, la boda será en dos días, te enseñarán a usar los cubiertos, a vestirte de forma adecuada, a sonreír, hasta a respirar de ser necesario, pero me servirás a mí, seremos el matrimonio perfecto, los hijos vendrán mas adelante cuando ya sea el presidente y se requiera tenerlos, no discutirás, obedecerás siempre, serás amable con todo el personal de la casa— dice sin respirar, mirándome fijamente alternando sus ojos de los míos a mis labios, estar cerca de él me produce asco, desagrado, tengo que huir
—y si por esa cabecita está la loca idea de huir, no vas a poder hacerlo, hay seguridad cuidando esta casa las veinticuatro horas del día, así que suerte si lo que quieres es morir— dice sonriendo, provocando un escalofrío en mi cuerpo
—¡estás loco! Pero sabes que… jamás voy a amarte como lo hago con Pablo, jamás vas a tocarme como lo hizo él, jamás sentiré contigo lo que sentí con él, por que siento decírtelo, no compraste una esposa virgen— digo sonriendo de lado, conteniendo el enojo que siento en este momento, me siento triunfante cuando su rostro cambia y tensa la mandíbula, su respiración se agita, está furioso, pero en este momento no me importa
—¿acaso crees que me interesa eso? — suelta una risa cínica, nuestros ojos no dejan de verse fijamente, en este duelo de miradas solo uno ganará
—eres una maldita descarada, tu padre me lo advirtió y no creí que fuera cierto, pero más a mi favor, si sales embarazada de ese imbécil, yo voy a criar a ese hijo, todo el mundo adora a los lideres con hijos y esposas perfectas, eh esperado este momento por años, tu no me lo vas a arruinar, eres bonita, tienes una piel hermosa y tus ojos… sin duda nadie se daría cuenta de que ese hijo no es mío, ahora, sé buena esposa y ve a la cocina para que aprendas a cocinar lo que me gusta cenar— me da media vuelta y un golpe en el trasero, me quedo petrificada en ese instante, ¿él también me golpeará?
Sin duda odio a Francisco Diaz, y aunque mi corazón lo niegue, odio a Pablo Nava, tengo que sacármelo de la piel, tengo que sacarlo de mi cabeza… los odio, los odio y los haré pagar por todo el daño que me han hecho…