2. Amor a primera vista

1653 Words
Años Antes [Paulina] No había nada que no me gustara más que ver el amanecer en el campo, los colores con los que se iluminaba el cielo, el sonido de las aves, el aire fresco que se podía respirar…. Subí nuevamente a altanero, mi caballo favorito y cabalgué hasta el campo de flores más lejano del pueblo, era mi lugar favorito, el único lugar donde me sentía en plena paz, además me recordaba a mi madre, la única persona que me ha protegido y cuidado de mí, la perdí hace tres años por culpa de mi padre y eso es algo que jamás le voy a perdonar… después de pasar casi medio día recolectando las flores que llevaré a la florería del pueblo comienzo a cabalgar de regreso, pero en el camino, me topo a algo o mas bien a alguien que me llama la atención, a lo lejos puedo ver a una persona cabalgando a una velocidad increíble, parece que ha perdido el control del caballo —¡espera, mas despacio, oooh!— grita al pasar junto a mi, frunzo el ceño, podría dejarlo pasar e irme, pero ese hombre puede sufrir un accidente —vamos altanero— grito a mi caballo, yendo detrás de ese jinete en problemas Lo alcanzamos en cuestión de segundos, soy muy buena con los caballos, así que logro detener al caballo cuando casi se estrella contra unas rocas —gracias, no se que fue lo que pasó, creo… que se asustó o algo así, nunca me había pasado— dice el hombre mientras se sacude el polvo de la ropa —¿eres nuevo aquí? No te había visto antes— le digo aún arriba del caballo, asiente, pero cuando alza la vista… joder, que buena vista tengo desde arriba, sonríe también y vaya que sus dientes son brillantes, además tiene una barba muy bien recortada, todo un adonis —soy… soy trabajador de la hacienda Santa Isabel— dice quitándose el sombrero, frunzo el ceño —¿la hacienda del alcalde de la ciudad? — pregunto confundida, asiente —de la misma, venía a recoger unos encargos de miel, el patrón espera a su hijo en unas horas y me encargó algunas cosas para su llegada— dice acomodando la silla de montar, asiento —¿y tu vives por aquí? ¿no eres muy joven para andar sola en un caballo tan grande como este? — me pregunta sonriendo de lado, suelto una risa —no tengo por qué darle explicaciones porque ni siquiera lo conozco— le digo de forma altanera, creo que mi caballo me ha dado una tremenda confianza —eres una chica demasiado insolente, soy…Pablo, Pablo Nava, trabajo en la hacienda Santa Isabel, tengo veintiún años y voy llegando al pueblo, ¿ves? Ya no soy un desconocido— dice con cortesía, suelto una risa —soy Paulina, no sabrás más de mi porque no me interesa conocerte, con permiso— digo para después golpear a altanero con la bota y salir a toda velocidad… Ver a ese hombre me había dejado impactada, solté un largo suspiro al llegar a la florería y con una sonrisa enorme —vaya ¿y esa sonrisa? — me pregunta Clarita, la dueña del local, niego y paso saliva —es solo… encontré a un chico en el campo cuando fui a recoger las flores, era guapísimo— digo sin dejar de sonreír, ella suelta una carcajada —¿y de donde salió? Porque para que tú te hayas quedado impresionada por él, debe ser alguien especial— dice riendo y con los brazos en las caderas, asiento —se llama Pablo Nava, tiene veintiún años y trabaja en la hacienda Santa Isabel— digo acomodando las flores en sus respectivos jarrones, Clarita se deja de reír y me mira fijamente —¿en la hacienda del alcalde? Debes tener mucho cuidado con ese lugar, sé de muy buena fuente que no son buenas personas, yo no me confiaría de nadie que venga de esa casa— dice Clarita cambiando el color de su rostro, asiento y regreso a mi trabajo El tiempo avanzaba demasiado rápido, tenemos tantos pedidos florarles debido a las épocas del año que ni siquiera me doy cuenta cuando comienza a atardecer —es mejor que te vayas Paulinita, ya es tarde y tu casa queda muy lejos de aquí, deja todo y yo termino de cerrar la tienda— me dice Clarita, asiento y comienzo a preparar mis pertenencias para volver a casa. Cuando tengo todo listo me despido de ella y salgo de la florería, las calles siguen llenas de personas y se escucha la alegre música, la época del desfile floral está a la vuelta de la esquina y eso atrae cientos de turistas que bailan por las calles acompañadas de sus parejas y sus amigos, mi mente sigue pensando en ese chico que conocí hace rato en el campo —creí que no volvería a encontrarte— la voz de alguien me hace detenerme en mi camino, asustándome por completo, mi corazón late a un ritmo al que nunca había latido, suelta una risa —¡me asustaste! — le digo riendo también, se acerca un poco más a mi y paro mi risa para mirarlo fijamente —¿vives por aquí cerca? Es un poco tarde para que una chica tan encantadora como tu ande paseando por las calles, ¿quieres que te acompañe a tu casa? Me sorprende no verte con tu caballito— dice con voz ronca, erizándome la piel por completo, ruedo los ojos —trabajo cerca, pero no vivo cerca, y altanero esta… en la caballeriza de mi trabajo, ahí lo dejamos después de recoger las flores para la florería— digo acercándome un poco de él, poniéndome nerviosa —así que trabajas en la florería del pueblo, que bueno saber en donde te encontraré más seguido y a una hora adecuada— paso saliva y asiento, acomodándome el cabello detrás de la oreja —bueno, ahora que ya lo sabes, me voy, me dio gusto verte de nuevo Pablo— digo para luego dar un paso atrás y salir corriendo de ahí, con el estómago lleno de mariposas y una sonrisa de oreja a oreja…. Los días siguientes fueron mágicos e increíbles, Pablo iba por mi a la florería todos los días, cabalgabamos al campo por las flores, paseabamos por el pueblo, comiamos helado, Clarita estaba segura de que yo estaba enamorada de él, pero cómo no estarlo si él era tan… detallista y tan amable, mi corazón se alegraba cada vez que lo veía y mis piernas temblaban cuando me hablaba cerca del oído, papá se molestó conmigo anoche, Pablo me llevó a una montaña un poco lejana al pueblo, fuimos en altanero y pudimos ver el atardecer y el anochecer, hablamos por horas sobre nuestros sueños, sobre nuestros empleos, sobre la vida en general, Pablo es una persona increíble de la que nunca me aburriría…. Hoy me había invitado a una cascada cerca del campo de flores al que vamos casi todos los días desde que nos conocimos, me dijo que lo había encontrado por casualidad y que ahora que se había convertido en su lugar favorito quería traerme todos los días, habíamos encontrado una roca lo suficientemente grande para poder recostarnos a mirar las estrellas, podía sentir cómo rozaba su mano con la mía, haciéndome perder la respiración —tengo que decirte que estos días han sido increíbles Pau, de verdad, siento que mi corazón se quiere salir del pecho, cada vez que te veo, esto… es algo que nunca había sentido, te lo juro y…— dice sentándose sobre la roca, pero lo interrumpo acercándome más a él y dejando un beso en sus labios, siento su mano cerca de mi cintura, mi corazón late rapidísimo, en un movimiento rápido me siento sobre sus piernas, besándonos con más pasión, necesitados uno del otro —¿estas… segura? — pregunta separándome de él y viéndome a los ojos, acariciando mis labios con la yema de sus dedos, asiento —eres demasiado importante en mi vida Pablo, no quiero esperar, no hoy…tengo sentimientos muy fuertes por ti, creo que… creo que te amo— digo cerrando los ojos y pegando su frente a la mía, siento más fuerte el agarre de sus manos a mi cintura, enredo mis piernas con las suyas, no quiero dejarlo ir… —yo también te amo Paulina, me encantas demasiado desde que te vi, quiero que todo el mundo lo sepa, quiero que tu padre lo sepa, quiero…— nos volvemos a besar, sus manos recorren mi cuello, el vaivén de mi cadera con sus piernas era lento, no estábamos desnudos, pero no faltaba mucho para que eso sucediera… Me quitó la camiseta con rapidez, lanzándola a algún lugar lejos, reí, ahora estaba expuesta para él, él hizo lo mismo con la suya, me quedo con la boca abierta cuando veo su abdomen bien trabajado, besa mis labios nuevamente para distraer mi vista, sonreímos en medio del beso, somos dos chicos amándose en la oscuridad y no me arrepiento de nada… sus besos llegaron a mi cuello, a mis pechos, gemidos y jadeos salían de mi boca, era inexperta, pero él despertaba todo lo que tenía dormido en mi interior… Me entregué a Pablo y él se entregó a mí, hicimos más que el amor, nos habíamos fusionado en uno solo, ese amor mutuo se había combinado, no queríamos parar de besarnos, me hizo suya y yo lo hice mío, nos quedamos en silencio, no uno incómodo, uno lleno de sonrisas silenciosas, abrazados por mucho tiempo más, cobijados con la pequeña manta que Pablo había traído, con mi corazón ardiendo por él y una felicidad infinita… Al día siguiente, lo que yo consideraba un momento de felicidad, se convertiría en una horrible pesadilla....
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