4. Las cosas claras

1383 Words
[Paulina] Tal como Francisco lo había dicho nos casamos dos días después de comprarme, me sentía la novia más pequeña y estúpida del país, no era feliz, toda la vida soñé con el día de mi boda, Pablo entraba en mi planes de ensueño, pero ahora que sé la verdad, ese castillo imaginario se derrumbó, mientras me veía al espejo pensaba que de seguro le daba pena ajena a mas de uno, mi vestido es precioso, color blanco, con pedrería en toda la falda, un escote recto, un largo velo a juego con la corona de princesa que llevaba en la cabeza, el maquillaje no tan cargado para no parecer una mujer adulta, pero lo suficiente para no parecer una niñita, la fiesta sería en una hacienda al sur de la ciudad con invitados que claramente yo no conocía, reporteros, empresarios y un montón de invitados amigos de Francisco, en cambio, yo llevaría un par de desconocidos que se harían pasar por mis padres —debe sonreír en todo momento, este es el día más feliz de toda su vida— dice Amalia, una de las empleadas que tiene Francisco en este lugar, asiento sin dejar de verme en el espejo, intentando no soltar las lágrimas que estoy reteniendo —déjanos solas— la voz de Lucero, la consejera presidencial se hace presente en la habitación, la miro a través del espejo, Amalia asiente y se retira, Lucero se acerca a mi viéndome de arriba abajo, haciéndome sentir incómoda —no se que vio en ti Francisco, pero ahora mi deber es transformarte de… plebeya a… princesa, aunque como dicen, aunque el mono se vista de seda, mono se queda— dice sonriendo de lado, frunzo el ceño, no soy estúpida y si mi intuición no me falla, está celosa —si tanto te molesta que yo este usando este… atuendo, ¿Por qué no lo usas tu? ¿porqué Francisco no te pidió matrimonio a ti? — digo sonriendo y alzando una ceja, frunce los labios —¿cómo se te ocurre decir eso, yo soy una mujer casada, respeto a mi marido, como tu deberías respetar al tuyo— dice molesta, suelto una risa —¿y tu esposo es tan estúpido como para no darse cuenta de que estás enamorada de Francisco? De las miradas tan… notorias que le das, de que no dudas en ningún momento para tocarlo, por favor, son joven, como tú dices soy una pueblerina, pero no soy estúpida, veo como lo miras, cómo lo tocas, si estás casada como dices, no creo que ames tanto a tu marido como amas al mío— digo con satisfacción De pronto siento como golpea la palma de su mano contra mi mejilla, dándome una bofetada que me hace caer al suelo —eres una niñita estúpida, si te estoy ayudando es solo porque él me lo pide, así que a partir de ahora, me deberás obedecer en todo o si no…— —¿o si no que Lucero? la estúpida aquí eres tú— la voz de Francisco la interrumpe, se acerca hasta mi y me ayuda a levantarme —Francisco, discúlpame, ella se atrevió a…— la vuelve a interrumpir —lárgate, dile a la maquillista que entre, espero que le pueda tapar este golpe— dice Francisco revisando mi rostro, mis ojos se encuentran con los míos y si realmente nos hubiéramos conocido en un momento diferente, vería que es un hombre demasiado atractivo Me suelto de su agarre cuando Lucero sale de la habitación, segundos después la maquillista entra para aplicarme un poco más de base de maquillaje —no se supone que el novio ve a la novia antes de la boda— digo cuando la maquillista termina y nos deja solos, me mira con el ceño fruncido —¿Qué más mala suerte nos puede pasar? Lucero te golpeó, ahora debes cuidar que no te vean fijamente, ¿Por qué la insultaste? Solo tenias la tarea de hacerle caso a lo que te dijera, ella es mi consejera presidencial— dice con los brazos en los bolsillos, ruedo los ojos y asiento sonriendo —por favor dime que tu si te has dado cuenta de cómo te coquetea y…— me interrumpe —¡Escúchame, Paulina! — grita, pero yo lo interrumpo gritando también —¡no! ¡Escúchame tu a mí, dejemos las cosas claras de una vez, voy a ser tu esposa, me compraste, esto— nos señalo a ambos con los dedos —es un compromiso, es un acto, lo entiendo, pero no dejaré que la gente me señale, no voy a ser la burla de los reporteros ni de las revistas de chismes, haré mi trabajo lo mejor que pueda, la gente se derretirá de amor cada que nos vean en televisión, las asociaciones civiles me amarán, el país entero me amará como a la princesa Diana si es lo que quieres, pero yo tendré voz y voto en todas las decisiones en mi casa, si no me quieres tocar, si no quieres tener sexo conmigo, es muy tu problema y créeme que yo tampoco tengo problema con eso porque yo puedo satisfacerme sola, pero no me vas a prohibir nada, yo también tendré la autorización para decidir lo que suceda dentro de la casa, podré entrar y salir las veces que quiera sin necesidad de que me sigas, puedes ponerme los guardaespaldas que quieras, siempre volveré, seré la primera dama que quieres, no necesito a Lucero, Amalia me puede enseñar lo que necesito saber y te aseguro que mucho mejor que ella— termino de señalar la puerta, mi respiración es agitada Francisco se ha quedado sin palabras, se acerca a mi y contrario a lo que pienso que hará después de hablarle de esa manera, coloca sus manos detrás de mi cabeza y me besa, un beso profundo, cálido, apresurado, nuestras lenguas se entrelazan y aunque debería sentir asco no lo puedo soltar… —bueno, pero… eso deberían dejarlo para cuando la ceremonia termine— la voz de Margarita, la madre de Francisco nos interrumpe, Francisco limpia el lápiz labial de sus propios labios y se retira, para ser sincera no esperaba una disculpa de su parte —mírate, te ves preciosa— me dice sonriendo y acercándose a mí, sonrío también, limpiando mi maquillaje —gracias, Margarita, usted también se ve muy bella— le digo mientras me toma de la mano, ella asiente —estuve hablando con tus padres, ellos dicen que se regresarán a la ciudad donde viven, ¿Por qué no les pides que se queden un tiempo más? Son encantadores— me dice riendo, paso saliva Francisco había decidido ocultarle a su propia madre la verdad sobre mi origen, quería cuidar su reputación, además de que es una persona mayor y le dolería demasiado descubrir que su hijo compró una esposa para poder convertirse en presidente, la historia que le inventó fue que se enamoró de mi en un viaje que hizo a Cancún y cuando fue hora de regresar, no me pudo dejar ir, tuve que seguirle el juego Ya era hora de salir, respiré profundamente y Margarita me ayudó a salir de la habitación con ayuda de “Ruth” mi madre falsa, todo el tiempo se mantuvo en personaje, sonriendo y llorando como si en realidad fuera mi madre, mis manos temblaban y estaba segura de que no eran los nervios de la boda si no lo que había pasado con Francisco momentos antes… La iglesia era enorme, flores de color blanco decoraban el pasillo y las bancas de la iglesia, quería llorar, seguramente estas flores venían del campo donde yo solía recoger las flores para mi florería, en el mismo campo donde Pablo y yo… dejo caer una lágrima, Margarita me mira y estoy segura de que piensa que es por la boda… Al llegar al altar, Francisco ya me está esperando, sonríe ampliamente, el primer acto había comenzado, me toma de la mano libre y nos volteamos a ver al padre, miles de cámaras nos apuntan y siento que se saldrá el corazón de mi pecho…. Yo los declaro… marido y mujer, puede besar a la novia…. Estaba hecho, el primer acto comenzaba con este beso…
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