—No, no, lo evitaré. Y… me decías que tenía que ayudaros… —… presentarás en nuestro nombre una demanda civil en el Tribunal de La Haya y, gracias a toda la documentación que hemos incluido en la computadora y a lo que recogerás en persona sobre nuestro planeta, como experto del derecho que eres, obtendrás con seguridad una sentencia que nos rehabilitará en vuestro mundo. —Es magnífico, pero había pensado… ¡Iba a retirarme! Y noto dentro una fuerza… —Es evidente, tienes de nuevo una salud perfecta. —Nunca me había sentido tan motivado, casi deseoso de profundizar, tan… tan completo. ¡Ah! Tengo que anular la cita… —Miro su reloj de pulsera—. … No, es ya la una menos cuarto, los empleados se habrán ido a comer. —… ¿Los empleados? —Los empleados de un notario con el que tengo una cita pa