¿Solidificado? ¿Exhibido? ¿Retransferido? ¿Reconstruido?, se maravilló Osvaldo. Vio que había realmente una especie de móvil en esa silla. Se aproximó. No lo tocó, solo lo observó. Advirtió que no se trataba de aparato moderno inteligente multimedia, sino de un modelo de dimensiones menores de las de un Smartphone y de apariencia arcaica, de aquellos que solo valían para conversar e intercambiar mensajes de texto. Se acercó más y vio que no había ninguna inscripción sobre el móvil y que no tenía teclas ni pantallas, como si el aparato solo valiera para recepción. Se dijo en voz alta: —No creo en la magia y todavía no se ha inventado el teletransporte, así que en realidad me he vuelto esquizofrénico y este móvil solo está en mi cabeza. —Se engaña, ¿sabe? —le apremió la agradable voz, que