Una bonita espía

1090 Words
El chico se removió algo incómodo, al ver la mirada penetrante de Rachel. —Pues verás… soy un invitado especial aquí —alzó la barbilla, orgulloso—. Vine a hacerte compañía. —¿A mí? —ella frunció el ceño—. ¿El duque te mandó llamar? ¿Sabías que estaba aquí? A pesar de la curiosidad y agitación que la embargaban, temía ser escuchada por Alexander, así que tomó la mano de Jack y lo arrastró con ella a donde no pudieran encontrarlos por el momento. —Auch, calma —Jack sobó su brazo, haciendo una mueca—. El duque es un hombre bueno, Rachel. Deberías entenderlo… —¿Sabías que estaba aquí secuestrada? —su voz salió más chillona de lo normal, a causa de la sorpresa—. ¡Jack, esto es un delito! Sentía como una especie de traición de parte de aquel aprendiz que conocía desde hacía bastante tiempo. Le parecía inverosímil que ese chico estuviera de acuerdo con esa locura, aún sabiendo que estaba privada de su libertad y tenía a su novio Lucas. Jack miró el suelo, intentando encontrar las palabras adecuadas para que ella no lo odiara por completo. —Es algo complicado, Rachel… —Pues explícamelo entonces desde ahora, quizás así ganamos tiempo antes de que te dé con mi zapatilla —amenazó ella, comenzando a irritarse. —¡Más bien explícame primero por qué estabas espiando al duque! —él se salió por la tangente, sonriendo de manera astuta—. ¿Acaso te gusta? —¡Pero qué locura dices! —Rachel se sonrojó violentamente, sintiendo su rostro arder—. No digas eso, Jack. Soy prisionera de ese hombre, ¿cómo crees que va a gustarme? Se sentía nerviosa porque la había pillado infraganti, pero se negaba a aceptar que había deseado ver nuevamente esos músculos que la hacían sudar de anhelo. Se dijo que era una pervertida por tener tales pensamientos y que debía salir de ese lugar de inmediato, antes de cometer una locura que le costara muy caro. —Pues yo vi que te lo estabas comiendo con la mirada cuando se bañaba —comentó Jack con sorna, contento de haber desviado el tema—. No es nada raro que sientas esa clase de atracción, Rachel. Supe desde el primer momento que los vi que una chispa se encendió entre ambos. —Sólo dices tonterías, Jack —espetó Rachel, acalorada—. Entre el duque Alexander y yo no hay nada… —Pero te gustaría que lo hubiera, ¿verdad? —la miró con ojos brillantes, adivinando sus pensamientos. Era cierto que lo que había entre ellos era una inevitable atracción que no hacía más que crecer, pero también había algo en ese castillo que la inquietaba. —Escucha… hay algo en este lugar que no está bien, la gente es muy extraña —bajó la voz en un susurro—. En la noche escucho pasos extraños en los pasillos, como de animales. A lo lejos he escuchado aullidos de lobos… Jack tragó saliva, incómodo por sus palabras. Era más que obvio que el duque Alexander todavía no le revelaba su naturaleza ni la conexión que existía entre ellos. Seguramente porque era humana y se asustaría, pero se dijo que él también lo era y que a pesar de todo, ese mundo le resultaba fascinante. Claro que él sólo había sido salvado a tiempo por el duque, teniendo que revelar su identidad para que el chico no muriera infartado. Desde ese entonces prometió guardar el secreto con celo. No podía decirle nada a su amiga Rachel, aunque presentía que no tardaría en averiguarlo. —Creo que deberías confiar más en el duque Alexander, él hace esto por tu propio bien —dijo Jack, escuchando pasos cada vez más cerca—. Confía también en lo que sientes, Rachel, deja de luchar contra ello, ¿quieres? —¿Tanto confías en ese hombre? —ella frunció el ceño por sus palabras. —Puedo apostar mi propia vida —dijo el jovencito seguro, sonriendo de nuevo con complicidad—. Por cierto, te está buscando. —¿Qué? —¡Aquí estás! —La voz de Alexander hizo que su corazón diera un vuelco. Venía con un guardia, que estaba pálido como un muerto—. Espero que hayas aprendido la lección, ¡no quiero que se te vuelva a escapar! —Pero sigo aquí… —Rachel frunció el ceño, al ver la rudeza con la que el hombre estaba siendo tratado—. Necesitaba pasear a mis anchas y tomar aire fresco, tener siempre a alguien supervisando mis pasos es abrumador, deme un respiro. Alexander alzó una ceja, reprimiendo una sonrisa al ver su creciente enojo. —Pensé que lo preferías a él, a que yo personalmente esté contigo las veinticuatro horas del día —comentó con sorna, viendo complacido que ella se ponía nerviosa—. Puedo hacer los cambios si tú quieres… —N-no puede estar detrás de mí todo el tiempo, tiene cosas que atender —titubeó, sintiendo sus orejas arder ante la penetrante mirada de Alexander—. Además, ya ve que estoy bien, entera de la cabeza a los pies. —Yo la encontré, alteza —intervino Jack con una sonrisa—. Estaba cerca de la fuente… —¡Y no sabía que tendría esta sorpresa inesperada! —interrumpió Rachel azorada, ante la mirada divertida del chico—. Fue bastante… abrumador. —Vaya que lo fue —dijo Jack con una risita. Alexander contempló el intercambio con algo de confusión, sabiendo que la presencia de Jack sería un alivio para Rachel, quien estaba a su parecer, cada vez más inquieta. Por eso había ordenado a su manada que se internaran en el bosque al transformarse para que ella no los viera, no quería que se asustara más y perdieran todo el avance. —Cenaremos juntos esta noche —avisó a Jack y Rachel, esta última suspirando resignada. Ella fue sorprendida en su habitación con un elegante vestido de color azul que resaltaba sus ojos, dejando al duque Alexander hiperventilando de la excitación al verla tan hermosa. La cena estaba transcurriendo de manera normal y hasta pacífica, gracias a los comentarios jocosos de Jack y a la charla amena que tenía con el anfitrión. De pronto un aullido cercano se escuchó, uno que presagiaba peligro y que dejó a los presentes tensos en sus asientos, como si supieran de antemano lo que iba a ocurrir.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD