Al día siguiente y como Stefano le había anunciado, Giovanni se presentó en el piso para acompañarla a la academia. —¡Hola, soy Giovanni! —le comentó en cuanto Minerva le abrió la puerta—. ¿Me recuerdas del día de la boda? —Vagamente. Había tantas caras desconocidas y yo estaba tan nerviosa... —Sí, es de suponer. Stefano me ha pedido que te acompañe a la academia y te ayude con los trámites. —Sí, yo apenas sé hablar italiano y no podría hacerlo sola. —Bueno, pues cuando quieras nos vamos. Giovanni era un chico rubio, delgado y solo un poco más alto que Minerva y ella se sintió inmediatamente cómoda en su compañía. Al igual que Stefano, hablaba el español a la perfección y no tuvo el menor problema en entenderse con él. —Es un alivio hablar con alguien que no sea Stefano. Como no sé