Minerva seguía un poco inquieta respecto a Stefano y aunque no entendía la razón, decidió dejar eso de lado. Lo importante ahora era concentrarse en sus estudios y no en los estúpidos sueños que tenía de vez en cuando. Aquella noche cuando se iba a la cama, Stefano la sorprendió con una noticia que le alegró mucho. —Mañana salgo de viaje. Estaré fuera unos días. Minerva se preguntó si sería por motivos de trabajo o de placer, pero fuera como fuese ella disfrutaría de la casa con tranquilidad. Podría dejar de ponerse el espantoso camisón que apestaba a naftalina y vestirse cómoda, sin miedo a que él la viera con poca ropa. Aunque la verdad era que nunca había hecho intención de propasarse, ni siquiera le había insinuado nada. Se había limitado a colocar el cerrojo que él mismo le