Stefano estaba desesperado, Minerva se había negado a hablarle, comunicándose solamente con monosílabos. Por su parte, ella temblaba de manera literal al tenerlo cerca y a pesar que sentía que estaba comportándose como una niña al esquivarlo de esa manera, no veía forma de cómo solucionar su situación. "Son marido y mujer, nadie dirá nada si tienen sexo", habló una impertinente vocecita en su cabeza, que hizo que los colores subieran a su rostro. Stefano lo notó y su corazón se aceleró, pensando que se veía apetecible cuando sus mejillas se sonrojaban. —¿Estás bien? Trató de sonar despreocupado, pero a su parecer, no funcionó. —Perfectamente. Su tono de voz era cortante y frío, se alejó de él y fingió no darse cuenta de cómo la miraba el italiano, cada vez que lo notaba, el estóma